August Strindberg.
Alegato de un loco.
Traducción de Cristina Ridruejo Ramos.
El olivo azul. Córdoba, 2008.
Escrita para justificar un fracaso matrimonial -el primero de tres-, como una venganza sangrienta que le acaba salpicando, visceralmente misógina, dolorosa y brutal a un tiempo, el Alegato de un loco es una de las obras más duras de un ser contradictorio hasta lo patológico como August Strindberg, aquel esquizofrénico que hizo de su escisión del mundo uno de los motores de su teatro y su narrativa.
Este libro - reconocía Strindberg en el prólogo- es atroz. Lo admito sin objeciones, pues siento un punzante arrepentimiento por haberlo escrito.
Desde esa primera contradicción, que tiene sus raíces en planteamientos religiosos propios de una espiritualidad atormentada entre el pecado y la culpa, el Alegato de un loco es una suma de escisiones y antítesis. Lo que se plantea como una justificación acaba siendo una prueba de cargo que se vuelve en contra de un Strindberg narrador-protagonista envilecido en su propia conducta y en sus desarreglos sentimentales y psíquicos.
La realidad y el deseo, el cuerpo y el espíritu, la sexualidad y el idealismo, el placer y el dolor, lo masculino y lo femenino, el amor y el odio, la generosidad y la mezquindad, la víctima y el verdugo, la locura y la cordura intercambian sus papeles y se confunden en una obra profundamente perturbadora para un lector que se mueve siempre entre la compasión ante el sufrimiento y el desprecio de la brutalidad.
Expresión de las relaciones problemáticas con la realidad de quien llevaba el problema dentro, el resultado del Alegato de un loco contradice el planteamiento de Strindberg, que hace en esta novela que publica El olivo azul con traducción y notas de Cristina Ridruejo, la terapia particular de su mente atormentada, la dolorosa purga de su corazón.
Santos Domínguez