Emilio Silva y Santiago Macías.
Las fosas de Franco.
Temas de Hoy. Madrid, 2009.
Las fosas de Franco.
Temas de Hoy. Madrid, 2009.
Con el subtítulo Los republicanos que el dictador dejó en las cunetas, Temas de Hoy recupera un libro que apareció por primera vez en marzo de 2003. Las fosas de Franco, de Emilio Silva y Santiago Macías, fue uno de los primeros libros que reflejaron el creciente fenómeno de la recuperación de la memoria histórica, silenciada por los pactos que sellaron la transición con el aparato del estado franquista prácticamente intacto.
¿Puede un país democrático permitir -se preguntaba Isaías Lafuente en el prólogo de 2003 titulado Llegó la hora- que miles de ciudadanos asesinados como animales por un régimen dictatorial permanezcan enterrados al borde de las cunetas? ¿Puede soportar que eso suceda mientras quien amparó y propició la matanza descansa bajo el altar mayor de una basílica cristiana? La respuesta es tan evidente que casi ofende hacer la pregunta.
Los autores de este libro -actualizado en esta nueva edición con una introducción de 2009 y con el texto de la Ley de memoria histórica de 2007 y el auto del juez Garzón de 16 de octubre de 2008- fundaron la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica a raíz de la exhumación que está en el origen de la obra.
Era el año 2000 y estaba en sus inicios el debate social sobre las consecuencias de la represión brutal en la guerra civil y en la dictadura franquista, pero aquí se daban los primeros pasos para reivindicar la memoria y la dignidad de centenares de personas desaparecidas o enterradas en fosas comunes.
El rastreo que hicieron los autores de este libro de los miles de republicanos españoles asesinados y abandonados en las cunetas por los falangistas comenzó con el hallazgo en la fosa de Priaranza, en el Bierzo, de los restos de Emilio Silva Faba, asesinado por la Falange en octubre de 1936. Empezaron a exhumarse el 27 de octubre de 2000 y de esa historia familiar surgió no sólo la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica, sino una investigación más amplia que refleja los trabajos de búsqueda, localización y exhumación de restos en toda España.
Porque, como explica Emilio Silva en su presentación, El final de la insignificancia, "cuando los arqueólogos agujerearon la tierra de una fosa común en un pueblo de El Bierzo en octubre del año 2000, estaban abriendo un agujero en la niebla bajo la que durante tres décadas de democracia las víctimas del franquismo habían permanecido ocultas, ajenas a los debates públicos, a las medidas políticas, al conocimiento de su larga y tortuosa tragedia y a la acción de la justicia."
Los pormenores de cada historia y el resultado global de su trabajo se recogen en Las fosas de Franco, que refleja la magnitud de la tragedia y deja entrever el amplísimo censo de desaparecidos a lo largo del territorio español.
La obra está organizada en dos partes. En la primera –Crónica de un desagravio- Emilio Silva relata la peripecia en torno a la recuperación de los restos de su abuelo y a la repercusión nacional en la gran fosa que es España. Del Bierzo al Congreso y a las Naciones Unidas en el camino de restablecimiento de la justicia histórica.
Santiago Macías ha escrito la segunda parte del libro, Las fosas de la memoria, en la que resume el resultado de las investigaciones que se han ido realizando en las distintas comunidades autónomas para localizar los lugares en los que se encuentran los restos de republicanos desaparecidos.
Porque, como escriben los autores del libro, "las fosas son un secreto a voces, sobre las que recae un pesado y miedoso silencio. Estas fosas deben dejar de representar la conciencia vergonzante de una transición que, mientras siga echando tierra en ellas, no habrá pasado esa espantosa página de nuestra historia: deben ser catalogadas y protegidas, e incluso convertidas en monumentos conmemorativos contra la intolerancia y la barbarie."
¿Puede un país democrático permitir -se preguntaba Isaías Lafuente en el prólogo de 2003 titulado Llegó la hora- que miles de ciudadanos asesinados como animales por un régimen dictatorial permanezcan enterrados al borde de las cunetas? ¿Puede soportar que eso suceda mientras quien amparó y propició la matanza descansa bajo el altar mayor de una basílica cristiana? La respuesta es tan evidente que casi ofende hacer la pregunta.
Los autores de este libro -actualizado en esta nueva edición con una introducción de 2009 y con el texto de la Ley de memoria histórica de 2007 y el auto del juez Garzón de 16 de octubre de 2008- fundaron la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica a raíz de la exhumación que está en el origen de la obra.
Era el año 2000 y estaba en sus inicios el debate social sobre las consecuencias de la represión brutal en la guerra civil y en la dictadura franquista, pero aquí se daban los primeros pasos para reivindicar la memoria y la dignidad de centenares de personas desaparecidas o enterradas en fosas comunes.
El rastreo que hicieron los autores de este libro de los miles de republicanos españoles asesinados y abandonados en las cunetas por los falangistas comenzó con el hallazgo en la fosa de Priaranza, en el Bierzo, de los restos de Emilio Silva Faba, asesinado por la Falange en octubre de 1936. Empezaron a exhumarse el 27 de octubre de 2000 y de esa historia familiar surgió no sólo la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica, sino una investigación más amplia que refleja los trabajos de búsqueda, localización y exhumación de restos en toda España.
Porque, como explica Emilio Silva en su presentación, El final de la insignificancia, "cuando los arqueólogos agujerearon la tierra de una fosa común en un pueblo de El Bierzo en octubre del año 2000, estaban abriendo un agujero en la niebla bajo la que durante tres décadas de democracia las víctimas del franquismo habían permanecido ocultas, ajenas a los debates públicos, a las medidas políticas, al conocimiento de su larga y tortuosa tragedia y a la acción de la justicia."
Los pormenores de cada historia y el resultado global de su trabajo se recogen en Las fosas de Franco, que refleja la magnitud de la tragedia y deja entrever el amplísimo censo de desaparecidos a lo largo del territorio español.
La obra está organizada en dos partes. En la primera –Crónica de un desagravio- Emilio Silva relata la peripecia en torno a la recuperación de los restos de su abuelo y a la repercusión nacional en la gran fosa que es España. Del Bierzo al Congreso y a las Naciones Unidas en el camino de restablecimiento de la justicia histórica.
Santiago Macías ha escrito la segunda parte del libro, Las fosas de la memoria, en la que resume el resultado de las investigaciones que se han ido realizando en las distintas comunidades autónomas para localizar los lugares en los que se encuentran los restos de republicanos desaparecidos.
Porque, como escriben los autores del libro, "las fosas son un secreto a voces, sobre las que recae un pesado y miedoso silencio. Estas fosas deben dejar de representar la conciencia vergonzante de una transición que, mientras siga echando tierra en ellas, no habrá pasado esa espantosa página de nuestra historia: deben ser catalogadas y protegidas, e incluso convertidas en monumentos conmemorativos contra la intolerancia y la barbarie."
Luis E. Aldave