19/1/09

Cuentos completos de Poe

Edgar Allan Poe.
Cuentos completos.
Traducción de Julio Cortázar.
Augur Libros. Madrid, 2008.



Quizá la clave de todo Poe esté en una frase (Al principio fue el miedo) que Cortázar dejó caer estratégicamente en un lugar del prólogo memorable a su traducción de los cuentos completos que reeditan ahora Augur Libros y Páginas de Espuma.

Hoy cumple doscientos años el bostoniano que unió la precisión matemática del diseño al efecto mágico de lo misterioso y combinó la brevedad y la intensidad en una literatura que es suma de técnica y precisión analítica, de revelaciones opiáceas y delirios alcohólicos que alimentaron su locura lúcida.

Escribió decisivamente poesía y relatos y como crítico elaboró una filosofía de la composición, una teoría del cuento y del efecto único en la poesía y el relato sobre la base de la intensidad y la brevedad. Abordó en sus textos temas científicos y horrores variados, el misterio policial y la aventura y en más de una ocasión practicó la parodia de los viejos modelos narrativos. Revitalizó la narración de terror en La caída de la casa Usher y la de aventuras en El escarabajo de oro, fundó el relato policiaco con La carta robada y Los crímenes de la rue Morgue y fue el primero que hizo que el horror se independizara de la escenografía y que la sensación de terror surgiera en el interior del personaje y se transfiriera luego al lector a través del tono y de la atmósfera del relato.

Escribió cuentos alimenticios para salir del paso y obras maestras imprescindibles. Replanteó la creación literaria desde la premeditación calculada y su capacidad para la creación de atmósferas y para bucear en los mecanismos mentales que generan el efecto del terror.

Entre sus relatos imprescindibles, las tres narraciones protagonizadas por Auguste Dupin, que son el origen del género policiaco, la raíz de la literatura analítica de detectives, tal como explicó tempranamente Conan Doyle.

Relatos como El barril de amontillado, El pozo y el péndulo, La caída de la casa Usher o Ligeia - el que prefería Poe- son referencias ineludibles en la construcción del canon del cuento contemporáneo. Quizá más que en América en Europa, donde las tempranas traducciones de Baudelaire lo convirtieron en un modelo para el simbolismo.

Poe ensayó una forma mixta de relato policial y de aventuras en El escarabajo de oro y contribuyó de forma decisiva a construir el relato de ciencia-ficción con una docena de cuentos que fijaban en la práctica las características de un género emergente en la época de Poe. En uno de ellos, Mellonta tauta, previó los rascacielos neoyorkinos.

Su Filosofía de la composición revela a un autor consciente de los mecanismos que maneja en su poesía y sus relatos. Un autor que huye de la improvisación y las teorías espontaneístas para supeditar la composición del texto al desenlace y al efecto único que debe producir en el lector. Controladas esas dos claves, calculado el efecto y previsto el desenlace, llega el momento de escribir. Y los demás elementos (personajes, conflicto, ambiente, punto de vista y voz narrativa) deben subordinarse a la creación de esa unidad de efecto.

Metzengerstein, el primer cuento que publicó, es una incursión paródica en el género de terror, una burla de la que saldría la necesidad de replantearlo desde un punto de vista distinto y una técnica renovadora. Una técnica que tiene como ideal estético la intensidad del efecto único, la importancia de la creación de atmósferas.

En muchos de sus relatos conviven la venganza y la culpa en la configuración de un terror que -protestaba Poe en una ocasión- no viene de Alemania ni de la influencia de Hoffmann, sino del interior del personaje. De ahí la importancia del efecto de inmersión que suele buscar en sus relatos en primera persona, la eficacia de la perspectiva insuficiente del narrador-personaje y en el uso magistral del punto de vista narrativo.

Su escritura despreció por igual la improvisación y el didactismo, la temática moralizadora y el descuido técnico. Sus textos teóricos y sus relatos siguen siendo hoy un referente modélico para los aprendices de escritores y para los narradores de oficio acreditado.

Santos Domínguez