Gavin Pretor-Pinney.
Guía del observador de nubes.
Traducción de Patricia Antón de Vez.
Salamandra. Barcelona, 2007.
Variadas, dramáticas y caprichosas, la belleza efímera de las nubes merece una contemplación que las rehabilite de su mala fama, de su imagen negativa vinculada a los malos agüeros.
Gavin Pretor-Pinney fundó en 2004 la Sociedad de Observación de Nubes para defenderlas y reivindicarlas como la poesía de la naturaleza, como el más igualitario y universal de sus despliegues. Ese mismo propósito tiene este libro fascinante, esta Guía del observador de nubes que publica en España Salamandra.
Nada en la naturaleza –escribe el especialista en nubes- puede competir con la variedad y el dramatismo de las nubes; nada está a la altura de su belleza sublime y efímera.
Tal vez por eso, por su espectacularidad sin fronteras, las nubes tienen tanta importancia en la literatura, en la mitología y en la iconografía religiosa. Con un enfoque que combina el dato científico, la referencia literaria o pictórica y la experiencia primaria e irrepetible del que las observa, esta guía insólita para aprender a mirar las nubes reivindica la celebración de un pasatiempo que en muchas culturas es una imagen de la despreocupación relajada.
Porque las nubes son para soñadores y su contemplación beneficia al alma-como declara el Manifiesto fundacional de esta Sociedad de Observación de Nubes-, reflejan los cambios de humor de la atmósfera y pueden interpretarse como las expresiones del rostro de una persona, el estudio de sus variedades, su reflejo en la pintura o la poesía, la simbología escondida en el espíritu de un cúmulo o en la personificación de un nimbo son algunos de los aspectos abordados en este libro generosamente ilustrado, que incluye en sus páginas centrales un examen práctico con fotografías a todo color para obtener el diploma de observador de nubes.
Gavin Pretor-Pinney fundó en 2004 la Sociedad de Observación de Nubes para defenderlas y reivindicarlas como la poesía de la naturaleza, como el más igualitario y universal de sus despliegues. Ese mismo propósito tiene este libro fascinante, esta Guía del observador de nubes que publica en España Salamandra.
Nada en la naturaleza –escribe el especialista en nubes- puede competir con la variedad y el dramatismo de las nubes; nada está a la altura de su belleza sublime y efímera.
Tal vez por eso, por su espectacularidad sin fronteras, las nubes tienen tanta importancia en la literatura, en la mitología y en la iconografía religiosa. Con un enfoque que combina el dato científico, la referencia literaria o pictórica y la experiencia primaria e irrepetible del que las observa, esta guía insólita para aprender a mirar las nubes reivindica la celebración de un pasatiempo que en muchas culturas es una imagen de la despreocupación relajada.
Porque las nubes son para soñadores y su contemplación beneficia al alma-como declara el Manifiesto fundacional de esta Sociedad de Observación de Nubes-, reflejan los cambios de humor de la atmósfera y pueden interpretarse como las expresiones del rostro de una persona, el estudio de sus variedades, su reflejo en la pintura o la poesía, la simbología escondida en el espíritu de un cúmulo o en la personificación de un nimbo son algunos de los aspectos abordados en este libro generosamente ilustrado, que incluye en sus páginas centrales un examen práctico con fotografías a todo color para obtener el diploma de observador de nubes.
Santos Domínguez