18/11/07

El horror ilustrado


Joseph Conrad.
El corazón de las tinieblas.
Ilustraciones de Ángel Mateo Charris.
Traducción de Sergio Pitol.
Galaxia Gutenberg /Círculo de Lectores.
Barcelona, 2007.


Las últimas palabras de Kurtz en El corazón de las tinieblas (¡El horror! ¡El horror!), tan misteriosas y ambiguas como quien las pronuncia antes de morir, son el testamento moral de aquella sombra que Marlow sólo recuerda como una voz que sube de la pesadilla y de la niebla de su propia conciencia.

A indagar en esas sombras y a hacer visible la oscuridad se ha dedicado Ángel Mateo Charris, que ha ilustrado la obra de Conrad con 28 óleos. Es el espléndido homenaje que ha preparado Galaxia Gutenberg /Círculo de Lectores para conmemorar el 150 aniversario del nacimiento del autor con la traducción canónica de Sergio Pitol.

"La tarea que intento llevar a cabo, gracias al poder de la palabra escrita, es haceros oír, haceros sentir..., es, antes que nada, haceros ver."

Esas palabras, que Conrad escribió en el prólogo que redactó para El Negro del Narcyssus, adquieren un nuevo sentido a la vista de esta edición ilustrada de El corazón de las tinieblas, en la que Conrad denuncia las consecuencias del colonialismo salvaje de Leopoldo II de Bélgica en el Congo, una cárcel gigantesca que le dejó herido el cuerpo de malaria y el espíritu dañado con secuelas psíquicas que no superó nunca.

Y el ilustrador ha entrado también en el tenebroso corazón de la novela y del África colonial y ha ido pasando de un cromatismo marcado por la intensidad de la luz y el sol africanos a la tonalidad de las tinieblas que narra Conrad.

Hay, pues, en esas ilustraciones no sólo el relato de un viaje fluvial, sino sobre todo un recorrido literario y moral a través de la novela y la realidad. Un periplo de enorme impacto visual que al principio tiene la gama cromática (verdes, violetas, dorados, añiles) de los viejos cromos coloreados de los años veinte y treinta o de los libros ilustrados de exploraciones y aventuras africanas y que poco a poco va ensombreciendo su paleta para subrayar gráficamente el itinerario moral, la bajada al fondo del corazón del hombre, que es El corazón de las tinieblas.

Una invitación a releer esta bajada a los infiernos de la barbarie colonial mientras subimos por el río Congo acompañados por Marlow, un Virgilio moderno que nos guía hasta la figura ambigua de Kurtz, una sombra más oscura que la sombra de la noche, y ahora también con la iluminación que proyecta Ángel Mateo Charris sobre la zona más oscura del hombre y sobre la presencia perturbadora del blanco en el África Negra.

Santos Domínguez