26/4/06

Martina, la rosa número trece




Ángeles López.
Martina, la rosa número trece.
Seix Barral. Barcelona, 2006.


Entre la ficción y la memoria, entre la búsqueda detectivesca y la intuición emocional… Así descubrimos, casi llegamos a ver, a esa Martina joven y trabajadora, animosa y asustada, deambulando por su Madrid de guerra y resistencia… Nos queda lo más valioso que puede darnos la literatura: la palpitación del tiempo, la melancolía de lo que pudo ser y no fue, la sensación de haber viajado mientras leíamos al país lejano del pasado.

Esas palabras son del prólogo que Antonio Muñoz Molina ha escrito para Martina, la rosa número trece, un conmovedor libro escrito por Ángeles López que acaba de publicar Seix Barral y cuenta la historia de una de aquellas muchachas que fusilaron sumariamente un 5 de agosto de 1939 ante las tapias del Cementerio del Este de Madrid.
Memoria y ficción se conjuran contra el olvido como único procedimiento para acercarse a aquellos años siniestros de hierro y fuego. Ángeles López, novelista, poeta y periodista, se suma a la imprescindible labor de rescate de la memoria que fue la base de La voz dormida o de Soldados de Salamina.
Ese procedimiento que une documentación e imaginación para llenar los huecos de la historia y para reconstruir la memoria es el que han utilizado antes en España Muñoz Molina, Dulce Chacón o Javier Cercas o Sebald en Alemania y Modiano en Francia.
Martina Barroso fue la número trece de aquellas casi niñas que se han ido erigiendo como un símbolo del horror de la dictadura y de la represión ciega del franquismo. Su historia, reconstruida por su sobrina-nieta Paloma y por Ángeles López, es la historia del terror indiscriminado y de la injusticia.
Esta no es, como se nos advierte en el libro, una historia más de la guerra civil y de la primera posguerra. Es, de ahí su fuerza, la historia individual de aquella muchacha que estuvo en el lugar equivocado en el momento equivocado. Buena hierba en mal lugar, se dice textualmente en la obra.

Escrita con agilidad periodística, con pulso e intensidad poéticos, con talento para la narración, Ángeles López utiliza pinceladas rápidas y precisas para dibujar un ambiente, para evocar una situación, para transmitir un estado de ánimo.
Hay en la narración de esta historia conmovedora un esfuerzo sostenido por incorporarse al interior del personaje, por introducirse en él para devolverlo reconstruido desde dentro con la voz verosímil que le presta la autora, para transmitir constantemente a los lectores esa sensación de vida al límite en un estilo cuidado y con una gran sutileza en las matizaciones psicológicas.
La delación, la detención, los interrogatorios, las ejecuciones se nos relatan en un texto que tiene un tono de reportaje, de crónica en la que conviven distintos géneros, técnicas y recursos como la medida alternancia entre lo exterior y lo interior, el diálogo y el monólogo en esa narración enla que junto con Martina hay otro referente fundamental que es su hermano Luis, teniente de la 33ª Brigada Mixta del ejército republicano.

El relato alterna pasado y presente, dos años (1939 y 2004) que son los del tiempo evocado y los del tiempo real, y dos voces narrativas: las de la alternancia de dos voces esenciales, Martina, la protagonista, y Paloma, su sobrina-nieta. De esa manera, combinando lo documental y lo novelesco, el periodismo y la imaginación, la ficción y la realidad, lo que fue y lo que pudo ser, se transitan estas galerías del dolor y estos laberintos de la memoria en un libro que su autora ha escrito (y se le nota) sobrecogida.

Santos Domínguez