28/1/06

¿De qué tierra hablamos?

Thomas Friedman. La tierra es plana. Breve historia del mundo globalizado. Ediciones Martínez Roca. MR Ahora. Madrid, 2006

Thomas Friedman, periodista de The New York Times, ha ganado tres veces el Pulitzer. La última con este libro sobre la globalización y sus consecuencias, que ha vendido más de medio millón de ejemplares en Estados Unidos y ahora llega a España de la mano de Ediciones Martínez Roca.
Un libro que analiza el mundo globalizado del siglo XXI, la conexión de centros de conocimiento en una red global, su incidencia en la vida cotidiana, las tendencias que marca este proceso en la configuración del futuro, pero también sus peligros y las complicaciones que puede ocasionar la pérdida de los objetivos iniciales de prosperidad e igualdad.

¿Cómo se volvió plana la tierra? Esa es la pregunta inicial. Y la respuesta de Friedman: En un proceso lento que abarca tres eras de globalización. La primera, de 1492 a 1800, fue una globalización de países. La segunda hasta el 2000, la de la globalización de empresas y esta tercera, que según Friedman favorece a los individuos y a los grupos.

A lo largo de casi quinientas páginas se analizan las diez fuerzas que aplanaron la tierra. Desde la caída del muro de Berlín en 1989 a las deslocalizaciones, subcontratas y subcontratos, el acceso libre a la información, el mercado libre, los esteroides o los procesos de convergencia.
La realidad digital, móvil, personal y virtual, las cuestiones complejas de geopolítica, enfocadas a veces con simpleza, a veces con optimismo, van perfilando la realidad del mundo actual según Friedman. Un realidad compleja con mezclas chocantes en las que conviven el fervor guadalupense en versión mejicana y el pegamento centroamericano. Y al fondo China, en el horizonte amenazante de los lobos.
Para los amigos de la cabala y la numerología: en la conclusión de este mundo complejo conviven la imaginación creadora del 9/11 (la caída del muro de Berlín) y la imaginación destructiva del 11/9, una variante imaginativa que no tira muros, sino torres. Pero otros muros, como el que levantó Sharon, han ido creciendo por el mundo.

¿Y cuál es el mensaje? ¿Que se ha iniciado una era de prosperidad con esta tercera fase de globalizaciones? ¿Que el hombre camina hacia horizontes de igualdad? ¿Que empieza la libertad duradera? No sé si el el balance es medianamente positivo, ni siquiera para los que estamos en esta orilla privilegiada del mundo.

Me temo que para una gran parte de la población esto es más una historia de ciencia ficción que una realidad integrada en su vida. Dudo mucho del sentido de la realidad de Friedman y no sé si la experiencia inicial del autor jugando al golf en Bangalore, en el sur de la India, con un GPS en el bolsillo y un iPaq en la maleta es la mejor manera de ganarse la confianza del lector, que inevitablemente piensa en la cantidad de gente que no muy lejos de allí estarían intentando sobrevivir en una tierra menos plana, en una realidad menos virtual que la que se nos presenta aquí.
¿Se le habrá ocurrido pensar a Friedman si los palestinos que han visto alzarse ese nuevo muro de la vergüenza en Jerusalén pensarán que la tierra es plana?
Quizá no sea fácil hablar de “la muerte de las distancias” pensando en el niño que tiene que hacerse varios kilómetros para ir la escuela al sur de Dahomey o en el anciano que acarrea su mercancía primaria en un mercado de Camboya.
Quizá el chiquillo explotado en el sudeste asiático por las multinacionales de la electrónica o las marcas deportivas no entienda de qué hablamos cuando decimos que la tierra se está aplanando.

En cualquier caso, es este un libro que se lee con interés y facilidad y que obliga al lector a tomar una postura, a ponerse de un lado o de otro. Un ensayo para asentir o disentir, para indignarse a veces, para pensar en definitiva y ejercer la saludable tarea del juicio crítico.
Para ver cómo de vez en cuando al autor se le ve la patita. Por ejemplo en esta impagable conversación con sus hijas:

Así que el consejo que les doy para este mundo plano es muy breve y muy simple:
-Niñas, cuando yo era pequeño mis padres me decían: "Tom, termínate la cena; en China y en la India los niños se mueren de hambre." Mi consejo a vosotras es: "Niñas, terminad de hacer los deberes; en China y en la India hay gente que se muere por vuestros puestos de trabajo."
Aplicándolo a nuestra sociedad en conjunto, para mí la mejor forma de reflexionar sobre la cuestión es pensando que cada cual debería dar con la manera de convertirse en un intocable. (p. 252)

No parece que el nuevo consejo, algo paranoide, suponga, como tal consejo, un avance sobre el que le daban a Friedman sus padres.

De manera que si el libro se abría con esa pregunta inicial -¿Cómo se volvió plana la tierra?- el lector lo cierra haciéndose otra pregunta tan crucial como esa:

¿De qué tierra hablamos?

Santos Domínguez