Las voces de Quimera.
Edición de Jofre Casanovas.
Montesinos. Barcelona, 2024.
Como “un caracol nocturno en un rectángulo de agua” definía Lezama Lima la poesía en una de las entrevistas recogidas en el espléndido volumen Las voces de Quimera, una recopilación de todas las que aparecieron en esa revista entre 1980 y 1989.
El volumen, publicado por Montesinos en una espléndida edición de Jofre Casanovas, se abre con una entrevista a modo de prólogo de Jofre Casanovas a Miguel Riera, fundador y editor de Quimera, cuyo primer número apareció en noviembre de 1980, con una tirada de 35.000 ejemplares mensuales, una cifra asombrosa que había ido reduciéndose hasta la mitad cuando la dejó a finales de los 90.
Desde aquel primer número hasta hoy mismo, Quimera ha sido una revista literaria de referencia en español, pero quizá aquella primera década es la que resume de un modo más brillante y significativo su papel en el panorama de la literatura, a través de sus reseñas, urgentes y efímeras, y sobre todo a través de unas entrevistas que reflejan el paisaje de la literatura española y universal de finales del siglo XX, en plena posmodernidad.
Rafael Alberti, Reinaldo Arenas, Bernardo Atxaga, Carmen Balcells, James Baldwin, Juan Benet, Thomas Bernhard, Adolfo Bioy Casares, Jorge Luis Borges, Antonio Buero Vallejo, William Burroughs, Raymond Carver, Julio Cortázar, Ángel Crespo, Miguel Delibes, Luis Mateo Díez, José Donoso, Umberto Eco, Jaime Gil de Biedma, Pere Gimferrer, Luis Goytisolo, Juan Goytisolo, Eugène Ionesco, Roman Jakobson, Clara Janés, Milan Kundera, José Lezama Lima, Naguib Mahfouz, Javier Marías, Juan Marsé, Eduardo Mendoza, Toni Morrison, Antonio Muñoz Molina, Cynthia Ozick, Leopoldo María Panero, Pier Paolo Pasolini, Cristina Peri Rossi, Soledad Puértolas, Manuel Puig, Francisco Rico, Carmen Riera, Augusto Roa Bastos, Alain Robbe-Grillet, Juan José Saer, José Saramago, Jaime Siles, Susan Sontag, Gonzalo Torrente Ballester, Mario Llosa, Manuel Vázquez Montalbán.
Ese es el listado completo de los autores que se expresan en las entrevistas contenidas en este amplio volumen. Novelistas como Atxaga, Muñoz Molina, Benet, Bioy, Kundera, Cortázar, Robbe-Grillet, Saramago, Vargas Llosa, Thomas Bernhard, Naguib Mahfouz, Torrente Ballester, Susan Sontag o Javier Marías; poetas como Alberti, Lezama Lima, Toni Morrison, Gil de Biedma, Jaime Siles o Gimferrer; teóricos de la literatura como Jakobson, Francisco Rico o Umberto Eco dejan en estas entrevistas sus ideas sobre la literatura y la vida.
El discurso contra el método de Francisco Rico; el arte nuevo de escribir novelas clásicas de Vargas Llosa; el desierto retórico de J. J. Saer; Thomas Bernhard, de una catástrofe a otra; Jaime Siles y la poesía como investigación lingüística; Torrente Ballester al que, alejadas las sombras, le llegaban por entonces los gozos; Vázquez Montalbán desde el balneario; Cortázar y el exorcismo de la escritura; Clara Janés entre existencialismo y esencialismo; Carver en su vida post-alcohólica; Buero Vallejo en su ardiente claridad; el diálogo entre Susan Sontag y Borges en la feria del libro de Buenos Aires; el adiós a Región de Juan Benet con Saúl ante Samuel; el tópico hecho añicos de Bernardo Atxaga; el regreso al origen de Juan Goytisolo; la poesía ensimismada de Pere Gimferrer; Gil de Biedma y el oficio de escribir; la existencia como ejercicio de estilo en Ionesco; un Naguib Mahfouz contra las modas; la magia de lo que pudo ser en un Javier Marías que había terminado ya Todas las almas, aunque no la había publicado todavía; Marsé y su estrategia de olvidos y recuerdos o la última entrevista a Pasolini en el verano de 1975 en Cinecittà. Una entrevista que recoge “sus facetas artísticas, sus obsesiones y hasta escalofriantes premoniciones”, como explica su entrevistadora, Eugenia Wolfowicz.
Son los diversos reflejos de un panorama literario deslumbrante en el que, como señala Miguel Riera en la entrevista inicial, “además de la irrupción de la literatura latinoamericana se produjo el rescate de la gran literatura europea. Siempre ha habido grandes escritores, pero agrupar a tantos en un periodo tan breve, que coincidió con el retorno de la democracia, es difícil que vuelva a repetirse.”
La más peculiar de estas entrevistas, por extensa y por profunda, es el “Asedio a Lezama Lima” que firmaba Ciro Bianchi Ross. Se trata de la entrevista que se le hizo en 1970, cuando el excepcional poeta, novelista y ensayista cubano cumplía sesenta años. Hasta 1975, unos meses antes de su muerte, se fueron ampliando las preguntas y actualizando las respuestas de Lezama, que revela en casi cincuenta páginas a dos columnas las claves vitales y literarias sobre las que se construye su obra portentosa. Por eso, esta entrevista podría incorporarse como introducción a las ediciones de su obra poética, de Paradiso o de Oppiano Licario. Se cierra con estas palabras de Lezama:
Si algo he sabido hacer en la vida es aprovechar todas las posibilidades que se me han presentado. Por eso ahora en que la obesidad, el asma, la disnea, los años, me han reducido a esta suerte de inmovilidad, y en que -fuera de mi obra- no tengo otra cosa que hacer que seguir en la sala de mi casa esperando a la muerte, puedo hacer mía la frase de Flaubert que quisiera que fuera mi epitafio: «Todo perdido, nada perdido».
Santos Domínguez