26/6/24

Franz Kafka. Relatos cronológicos

  


Franz Kafka. 
Relatos cronológicos.
Ilustraciones de El Rubencio.
Traducciones de Carmen Gauger 
y Adan Kovacsics.
Alianza Editorial. Madrid, 2024.


Quién fuera un indio americano, siempre en estado de alerta, y, con el caballo al galope, cortando el aire, vibrara una y otra vez sobre el suelo vibrante hasta dejar las espuelas, pues no hay espuelas, hasta soltar las riendas, pues no hay riendas, y ver delante el terreno como un prado recién segado, ya sin cuello de caballo ni cabeza de caballo.

Entre ese Deseo de ser piel roja y La obraAlianza Editorial reúne veintitrés relatos de Kafka en Relatos cronológicos, un espléndido volumen con traducciones de Carmen Gauger y Adan Kovacsics e ilustraciones de El Rubencio.

Veintitrés relatos imprescindibles como La condena, En la colonia penitenciaria, Ante la Ley,  Chacales y árabes, Un médico rural, Durante la construcción de la muralla china, Un informe para una academia, La verdad sobre Sancho Panza, El silencio de las sirenas, Un artista del hambre o Investigaciones de un perro, que forman parte del canon kafkiano del relato.

La partida, escrito probablemente entre febrero de 1920 y febrero de 1921, es uno de esos relatos ineludibles, un brevísimo texto de apenas doce líneas, construido en primera persona a partir del diálogo entre el narrador y su criado, una parábola sobre la vida como viaje hacia lo desconocido:

Ordené traer mi caballo del establo. El criado no me entendió. Fui yo mismo al establo, ensillé el caballo y me monté en él. Oí una trompeta a lo lejos, pregunté al criado por su significado. No sabía nada ni había oído nada. Me detuvo en el portón y preguntó: «¿Adónde cabalgas, señor?» «No lo sé», dije, «sólo lejos de aquí, sólo lejos de aquí. Siempre lejos de aquí, sólo así podré llegar a mi meta» «¿Conque conoces tu meta?», preguntó. «Sí», respondí, «acabo de decirlo, «Lejos-de-aquí», esa es mi meta». «No llevas provisiones», dijo. «No las necesito», contesté, «el viaje es tan largo que me moriré de hambre si no me dan nada por el camino. Ninguna provisión me puede salvar. Es, por fortuna, un viaje realmente inmenso.

Abre el volumen una estupenda introducción en la que se repasan la vida y la obra de Kafka, su vocación literaria, la historia textual, la técnica y el sentido argumental de los veintitrés relatos seleccionados. Este es el comentario del que cierra el libro, La obra, considerada como la última ficción escrita por Kafka: “Escrito en primera persona por un horadador de cavernas subterráneas que nunca da por terminada su labor, La obra sobresale como una de las fábulas más enigmáticas, y con sentido más abierto, del escritor checo, tanto por el continuo elogio de la soledad y el silencio, condiciones naturales de la vida de escritor, como por la descripción de la incansable labor tuneladora, llevada obsesivamente hasta los límites de lo razonable, tan similar, en su abigarrada infinitud, a los trabajos y los esfuerzos del escritor que fue Franz Kafka.”

Los relatos seleccionados en este volumen -se explica en la Nota a la edición- “ofrecen una muestra amplia y representativa de la obra de Franz Kafka; la singularidad de la selección reside en su organización cronológica, en algunos casos aproximada, que permite apreciar la evolución de su escritura y de su universo creativo. Carmen Gauger y Adan Kovacsics, grandes conocedores de la obra de Franz Kafka, firman estas traducciones en lengua castellana, realizadas con la clara intención de respetar las peculiaridades expresivas del escritor checo. Un número significativo de estos escritos fueron publicados en vida del autor; otros forman parte de aquellos otros que no le parecían definitivos y que deseó que fueran destruidos tras su muerte, y así se lo pidió a Brod.”

En una carta a su amigo Oskar Pollak escribía Kafka el 27 de enero de 1904 estas frases que resumen su concepto de la literatura desde la perspectiva del lector: “A mi juicio, solo deberíamos leer libros que nos muerden y nos pican. Si el libro que estamos leyendo no nos despierta de un puñetazo en la crisma, ¿para qué lo leemos?”

Y añadía: “Necesitamos libros que surtan sobre nosotros el efecto de una desgracia muy dolorosa, como la muerte de alguien al que queríamos más que a nosotros, como un destierro en bosques alejados de todo ser humano, como un suicidio; un libro ha de ser un hacha para clavarla en el mar congelado que hay dentro de nosotros. Eso creo yo.”

A través del contrapunto y la conciencia de la soledad y la desorientación, del desencanto y el sentimiento de culpa, de las lecciones de economía narrativa y potencia expresiva, del juego desconcertante de autobiografía y parábola, de sarcasmo y secuencias oníricas, de parodias subversivas, ironías y paradojas, Kafka apunta siempre, aun con la distancia narrativa de la tercera persona, a un mundo incomprensible, a la frustración del fracaso y a la compleja relación entre el individuo y la comunidad.

Está en estos textos el Kafka canónico y maduro, el escritor nocturno que cuestiona angustiosamente el mundo, el oscuro oficinista que se desdibuja en máscaras irónicas o se atrinchera en el interior de sí mismo y anticipa en Ante la Ley una semilla de El proceso; el que deja en sus páginas varias parábolas inolvidables (Chacales y árabes o Un informe para una academia) sobre el sinsentido de la existencia y los límites de la expresión, sobre la crisis de la identidad y la razón. Y esta magnífica edición ilustrada quedará como una de las aportaciones editoriales de referencia con motivo del centenario de la muerte de Kafka en 1924.

“Kafka, ese soñador que no quiso que sus sueños fueran conocidos -escribió Borges-, ahora es parte de ese sueño universal que es la memoria. Nosotros sabemos cuáles son sus fechas, cuál es su vida, que es de origen judío y demás, todo eso va a ser olvidado, pero sus cuentos seguirán contándose.”

“Yo no soy nada más que literatura y no puedo ni quiero ser nada más que eso”, anotaba en el cuaderno octavo de sus Diarios el 21 de agosto de 1913. Estos relatos confirman hasta qué punto admirable cumplió con determinación ese destino elegido.


Santos Domínguez