José María Álvarez.
Tigres en el crepúsculo.
Edición de Alfredo Rodríguez.
Ediciones de la Universidad de Valladolid, 2021.
“Elogiaré ahora la fiesta de la pasada noche, perfecta, joya de alcohol, tigres en el crepúsculo; hablaré del brillo de los rostros convocados”, escribía José María Álvarez en ‘El oro de los tigres’, un artículo que publicó en Disidencias, suplemento literario de Diario 16 el 2 de enero de 1981.
Y de ahí procede el título de la recopilación de prosas dispersas de José María Álvarez que ha preparado Alfredo Rodríguez que publica la Cátedra Miguel Delibes de la Universidad de Valladolid.
Se reúne en Tigres en el crepúsculo, un volumen espléndidamente editado, casi medio centenar de textos misceláneos en prosa: fragmentos de prólogos y ensayos de crítica literaria, artículos o conferencias, cinco entrevistas y el inédito Diario del confinamiento, del 15 de marzo al 11 de mayo de 2020, repleto de nombres y conversaciones, de libros y películas, al que pertenecen estas líneas:
He escuchado por la televisión a algunos de estos farsantes que nos gobiernan, y decían sobre la epidemia unos disparates sobrecogedores. De pronto he tenido la sensación de que eran zombis. Verdaderamente, supongamos que uno tiene un negocio y que necesita personal: ¿qué empleo podría darles a ese ser que es Ministro de Trabajo, o a la vicepresidenta Calvo, o a ese ignorante a perpetuidad, un tal Garzón… o a cualquiera de ellos? Y para qué hablar de ese tipejo absolutamente despreciable, Iglesias, y su actual esposa, que también es ministro de no sé que aberración. ¿Mujer de la limpieza, guardacoches, mozo de recados? A Iglesias solo lo veo como carne de presidio. Algo que sería bueno para ellos -en general, para la mayoría de los políticos- sería ponerlos en la calle, sin sueldos ni pensiones, nada, ahí, en la calle, a ver cómo se ganaban la vida.
“Este volumen es el resultado -escribe Alfredo Rodríguez- de años de minucioso rastreo de la escritura y dictado en prosa que José María Álvarez ha cultivado indistintamente en multitud de espacios y formatos. Al final, todas estas explicaciones fragmentarias de literatura y vida es como si conformaran piezas siempre de un mosaico mucho más amplio.”
Habitan estas páginas una serie de presencias fundamentales en el universo literario del autor de Museo de cera, de Kavafis a Villon, de Shakespeare a Eliot, de Hölderlin a Stevenson, de Montaigne a Hume, de Poe a Borges, de Baudelaire a Pound.
Y entre la disidencia independiente y la lucidez a veces provocadora y a contracorriente, afirmaciones demoledoras como estas sobre Unamuno:
“Unamuno es, quizás, el intelectual más irresponsable que puede encontrarse en aquella España conmovida por los acontecimientos que culminaron el 18 de julio de 1936. […] No tiene vigencia. Ninguna vigencia. Ni en su temática ni en su manera de trabajar, de hacer el verso.”
Porque, como señala Álvarez en el epílogo, el libro “está lleno de reflexiones que hoy matizaría e incluso discutiría. Pero da lo mismo. Eso he sido.”
Santos Domínguez