Inma Brook y Rodrigo Guerínez.
Diálogos a la sombra de la luna.
Ediciones en huida. Sevilla, 2017.
“Cuando escribo no miento, / aunque sea mentira lo que
digo.” Esos dos versos, machadianos por complementarios, del poeta sevillano
Víctor Jiménez abren los Diálogos a la
sombra de la luna, de Inma Brook y Rodrigo Guerínez, que publica Ediciones en huida.
Con la alternancia de voces de los amantes, estos Diálogos
a la sombra de la luna desarrollan el proceso amoroso en una secuencia en la
que se suceden las dos voces del diálogo: la cursiva y la redonda, la prosa
femenina de la amante que lleva la iniciativa y el verso masculino –de tono
clásico o neopopularista-, la carta y el poema, lo dramático y lo lírico.
Entre septiembre de 2014 y mayo de 2015 se desarrolla ese
proceso amoroso, articulado en torno a la alegoría de las cuatro fases de la luna.
Desde la luna nueva del deseo al cuarto menguante de la despedida, pasando por
la expectativa del creciente y por la plenitud de la luna llena.
Con Pedro Salinas y su trilogía amorosa al fondo, un ciclo
de pasión perecedera hacia la sombra que se vislumbra incluso en la fase de
plenitud, como en este diálogo, de la sección Luna llena, que constituye uno de
los mejores momentos del libro:
CRUCE DE MIRADAS
¿Llevar la iniciativa? ¿Manejar yo las riendas? Te vas a arrepentir
de darme ese poder. Te hago sufrir, seguro. Y te amarro las manos con este
cinturón de cuero que me gusta.
A mi antojo me muevo buscando, sobre ti, tan sólo mi
placer, sin dejarte llegar… mientras, más de una vez, en tu piel me derramo.
Este ha sido mi plan. Y, cuando en ello estoy, de repente, cruzamos así
nuestras miradas, con esa sencillez de las cosas auténticas. Y no tengo más
ganas de jugar ya contigo.
Me desnudas a besos y yo a ti con caricias sin nombre y,
piel con piel, vivimos el amor hasta parar el mundo y romper las razones que
ayer atenazaban mis anhelos más íntimos. Sin poder respirar todavía, me abrazas
por detrás y, al oído, me susurras “te quiero”. No será igual mañana. Esto es
más que teatro. Traspasó nuestra historia las páginas del libro. No cambió el
argumento. Hemos sido nosotros.
PRIMAVERA
Ver el mar no es lo mismo
que navegar tus aguas.
Subirte las enaguas
es más que un espejismo,
hay debajo veranos
de tórridos calores.
Coronan los alcores
de tus senos mis manos.
No hubo nunca un estío
como esta primavera
que incendia la frontera
de tu cuerpo y el mío.
Vale este amor la pena,
aunque dirás adiós.
Y te lo digo a dos
de abril y luna llena.
Santos Domínguez