Javier Sagarna.
Nuevas aventuras de Olsson y Laplace.
Menoscuarto. Palencia, 2015.
Una línea sobre Olsson, otra sobre Laplace. Eso es todo lo que publica El Heraldo. Y no es que les decepcione —Olsson se ha comido dos desayunos completos y ahora está en plena sesión de pesas y Laplace anda emboscado en uno de sus libros, sentado en la terraza, en la gloria con el fresco de la mañana—, pero a quién le hubiera molestado algo más.
Es así, ya están acostumbrados.
Fuera, la gente se afana en sus quehaceres y nada —una línea, dos, eso no es nada— sabe de ellos.
Dentro, pesas y libros, Magnus Olsson y Philippe Laplace se preparan para salvar de nuevo el mundo.
Así comienzan las Nuevas aventuras de Olsson y Laplace, una divertida y muy interesante incursión de Javier Sagarna en el imaginario narrativo de la aventura y el viaje que publica Menoscuarto
Entre el homenaje y la parodia, entre el libro de relatos y la articulación novelística, entre la burla y la tristeza, este espléndido conjunto de relatos breves se puede leer como una sucesión de viñetas aisladas, pero responden a un diseño global organizado en tres partes en las que la destreza de Javier Sagarna explora en la aventura y en su lugar en el mundo y en la literatura de la mano de esa pareja memorable y complementaria, un sueco atlético e introvertido y un locuaz neurótico belga; un hombre de acción frío, serio y silencioso que toma decisiones salvadoras en el último momento y un lacrimoso sentimental asediado por el pánico, en una escafandra de quejas que lo separan de la vida.
Frente a la seguridad del indiferente y algo primitivo Olsson, el descontrol del miedoso y civilizado Laplace en situaciones y ambientes muy variados: un oasis en medio de las arenas saharianas tras un accidente de avión, un naufragio en una isla desierta, la sabana africana y las cumbres del Himalaya, la selva amazónica y las estepas de Asia, las alcantarillas de Nueva York y el desierto de Gobi, Isla Tortuga o los caudalosos ríos americanos.
Esos son algunos de los lugares en los que transcurren estas excursiones al imaginario de la aventura que han fijado en literatura Defoe y Stevenson, London y Verne, pero también los cómics de de piratas o de Tintín y películas como La carga de la brigada ligera, Cuando ruge la marabunta, Abierto hasta el amanecer o Parque Jurásico.
Con una frecuente presencia de la muerte amenazante en mitad de una naturaleza agresiva y desatada, la excelente prosa de Javier Sagarna se pone al servicio de la eficacia narrativa y de un envidiable ritmo narrativo. Porque entre las hormigas carnívoras, las cebras o los elefantes espantados, entre muertos vivientes, piratas y tesoros escondidos, entre dunas inhóspitas y ventiscas en la nieve, las peripecias de estos dos irrepetibles cartógrafos, aventureros y descubridores están llenas de guiños y homenajes a la narración de aventuras en todas sus variantes literarias y visuales que buscan la complicidad del lector, pero que son sobre todo un tributo a la diversión y a la vida como aventura.
Santos Domínguez