Octavio Paz.
Obra poética
(1935-1998).
Galaxia Gutenberg / Círculo de Lectores.
Barcelona, 2014.
Galaxia Gutenberg / Círculo de Lectores recoge en un tomo que acaba de publicar con el título Obra poética (1935- 1998). Una edición que sigue la que fijó el poeta en sus Obras completas con la exclusión de las traducciones, que se pueden leer en el volumen exento Versiones y diversiones.
Entre 1935 y 1996, Paz desarrolló una de las aventuras literarias más ambiciosas y duraderas de la literatura contemporánea en español. Poesía y ensayo, intuición y reflexión, conocimiento y sensaciones, ambición expresiva y hondura indagatoria que se mueven siempre entre la tradición y la modernidad, entre lo clásico y la vanguardia, en un debate que comparte con el grupo del 27 porque Octavio Paz forma parte de la misma cultura, de la misma lengua y casi del mismo momento histórico.
Desde la tensión entre escritura e historia de la poesía comprometida a lo conceptual, entre el testimonio y la revelación, entre la ética y la estética, Paz construyó un mundo poético potente e inconfundible, un universo literario arrancado a la nada de esta noche, / a pulso levantado letra a letra, / mientras afuera el tiempo se desboca / y golpea las puertas de mi alma / el mundo con su horario carnicero, como escribió en Piedra de sol, un poema central en su mundo poético.
Desde un primer ciclo que se resume en Libertad bajo palabra, al que luego seguirían otras tentativas, como él mismo las llama, Paz es autor de una poesía cambiante en la metamorfosis del clavel y la roca y atravesada siempre por la profunda conciencia autocrítica del creador que es dueño de su mundo y que ejerce una influencia decisiva en la poesía en español.
Anne
Carson.
Decreación.
Traducción de
Jeannette L. Clariond.
Vaso Roto.
Madrid, 2014.
Del título de un ensayo -Decreación: De cómo dicen Dios mujeres como Safo, Marguerite Porete y Simone Weil- y del libreto de una ópera en tres actos que aparece al final del
volumen toma su nombre el libro que Anne Carson (Toronto, 1950) publicó en
2005 y que acaba de editar Vaso Roto en edición bilingüe con traducción de
Jeannette L. Clariond, que en la nota preliminar explica que
el tema central en Anne Carson "no es el paisaje exterior. Su voz se
acerca más a lo que Kant llamó el acto involuntario del sueño."
Y Cadena
de sueños se titula el poema que abre el libro. Termina así: Navegamos madre
en un océano sin barcos / piedad por nosotros piedad por el océano navegamos.
Profesora
de griego clásico, Homero, Safo y Platón son algunas de las referencias
que atraviesan los poemas de este libro envolvente y poderoso que desarrolla el
concepto de decreación que fijó Simone Weill: el ser es un re-hacerse, se crea
a través de una reconstrucción de los fragmentos a partir de una disolución
previa.
Un libro que
contiene textos sobre la madre enferma, un bellísimo ensayo de elogio al sueño,
un espléndido poema en el que Kant pregunta sobreMonica Vitti, un ensayo con
rapsodia sobre lo sublime en Longino y Antonioni, Belmondo y Jean Seberg al
final de la escapada, Parménides y un oratorio para cinco voces, Beckett y
Benjamin, un guión cinematográfico sobre Eloísa y Abelardo, Pindaro y Virginia Woolf.
Patrizia de Rachewiltz.
Mi Taishan.
Traducción de
Viorica Patea y Antonio Colinas.
Introducción de Viorica Patea.
Linteo Poesía. Orense, 2014.
En 2007 Patrizia de Rachewiltz publicaba en Rimini Mi Taishan, que ahora edita Linteo en español con traducción de Antonio Colinas y Viorica Patea.
La poesía de Patrizia de Rachewiltz (Merano, 1950), nieta de Ezra Pound, que es una presencia persistente en el libro, se sitúa - como señala Viorica Patea en su introducción- a caballo entre la estética imagista de principios de siglo y la corriente confesional de la poesía norteamericana de posguerra. Por eso, además de Pound, Robert Lowell y Silvia Plath son los referentes de esta poesía de línea clara que no renuncia a la imagen visionaria.
Mi Taishan combina lo autobiográfico con lo meditativo, habla de lo inmediato y lo cotidiano con un lenguaje directo, refleja las impresiones y las sensaciones en frases simples que transforman lo real en revelación, el objeto en símbolo, la naturaleza en imagen de un interior conflictivo.
El amor como experiencia traumática y el recuerdo elegíaco del álbum familiar recorren este libro que toma su título de una de las cinco montañas sagradas de China, un ascenso que es el símbolo de la vida, de la muerte y del renacer: retornas a ser de nuevo más serena, el valle/ por la mañana a tus pies / y el primer pájaro cruza tu rostro.
La hija del capitán Nemo.
Calambur. Madrid , 2014.
Padre,
Estoy temblando de agua y frío. Me has arrojado a la casa de la tempestad, en el páramo más alto donde la miseria está preñada de sudor y miedo.
Oh, mi hermosa infancia entre las letras cenicientas de Alejandría. Éste, padre, es el mayor naufragio de la tierra prometida.
Con la fuerza expresiva que otorga la desobediencia, con la energía de quien ha decidido levantar una barrera de resistencias frente al océano, Cecilia Quílez, que a pesar de todo, como escribe Julio Mas, “cree en el mundo como quien cuida de un fuego o despierta a un amante”, ha escrito La hija del capitán Nemo que publica Calambur.
Poesía visceral, poesía que respira en el verso genitalmente, habitada por una ausencia que hace que siempre sea octubre en estos textos desgarrados que vienen de la pregunta y de la ceja del asombro.
Una poesía de signo visionario que no mira hacia atrás aunque escuece como la sal en las heridas de quien sabe que el miedo es la melodía del mundo y declara: Al fin esta es mi victoria /amanecer y no pensarte.
Carlos Martínez Aguirre.
El peregrino.
La Isla de Siltolá. Sevilla, 2014.
Yo busco el sentimiento de un presente olvidado: / los días y las horas que no quieren volver, escribe Carlos Martínez Aguirre en El peregrino, que publica La Isla de Siltolá en su colección Tierra.
En sus páginas, que recogen poemas escritos durante estos quince años, se superpone a la vocación elegiaca un cierto tono de epístola moral a sí mismo. Cuartetos, serventesios y sonetos, endecasílabos y alejandrinos con resonancias modernistas sustentan un doble argumento clásico: el tiempo y el amor, porque como enseñó Machado se canta lo que se pierde.
Entre la contención métrica de la forma clásica y el despliegue verbal y la ambición visionaria de la poesía posromántica: porque aquí los crepúsculos son de arco voltaico y Bernal Díaz del Castillo convive con Papageno y San Agustín con el doctor Spock, pero hay también un breve sueño de amor del genovés que iba sin saberlo a un nuevo mundo, la mente positrónica de los robots y el numen virginal del que se enamoran un Pan infantil o un Arlequín adolescente y los sueños perdidos se atisban en la niebla de las islas del sueño.
Luis Ángel Lobato.
Dónde estabas el día del fin del mundo.
Ediciones Cálamo. Palencia, 2014 .
Ya desde su título, este libro de Luis Ángel Lobato que publica Cálamo convoca el pasado y el presente, el calor del recuerdo, la desolación del presente y la incertidumbre del futuro en un tiempo de fechas que evoca la memoria que vuelve desde el amor a la ausencia con el dolor de las pérdidas en una poesía directa, visionaria y rememorativa.
Poesía como consuelo y como conocimiento en la que el autor combina lo inmediato y lo ausente, lo real y lo imaginado en el lugar del poema, allí donde la palabra se convierte, desde el confín del lenguaje, en antídoto del silencio y del olvido: “¿Qué quedará de nosotros / cuando el amor se haya ido? (...) ¿Qué será/ de nuestra muerte cuando el amor / se haya ido? / ¿Qué ensueños cultivaré/ sobre los tejados azules/ de la infancia?
Thomas Boberg.
Los devoradores de caballos.
Traducción de Daniel Sancosmed.
Prólogo de Raúl Campoy.
Libros del Aire. Madrid, 2014.
Los comerciantes de caballos de clase media /están en la cárcel/por encubrimiento, contrabando, robo /y la arrogante rutina de rechazar /trabajos. /Sólo los nihilistas y los patriotas cristianos más ricos /y sus enemigos oficiales, /los cínicos /follahijas, /tienen oportunidades en esta época./ Trafican con parientes y rocines flacos /en la frontera./ Organizan orgías secretas en el sótano/del edificio/ donde vivo”, escribe el danés Thomas Boberg en Los devoradores de caballos, que Libros del Aire publica en su colección Jardín Cerrado.
En ese tono discurre este alucinado y potente apocalipsis posmoderno, un libro hipnótico, como señala en su prólogo Raúl Campoy, que define su propuesta visionaria como “un misticismo sucio.” Una perturbadora escritura en libertad, de una enorme fuerza expresiva que combina el verso con la prosa y fusiona lo lírico con lo narrativo, la visión con la denuncia, el autodestructivo desgarro emocional con una pesadilla sin despertar. Un libro inagotable y poliédrico del que el lector sale con la misma turbación con que Dante abandonó el infierno: Metí la mano en el bolsillo y saqué el diente de lobo y me lo tragué; / me di la vuelta y salí del bosque de mi infancia.
José Ángel Valente.
Antología poética.
Selección e introducción
de Tomás Sánchez Santiago.
Alianza editorial. Madrid, 2014.
Cima del canto. /El ruiseñor y tú /ya sois lo mismo.
Ese haiku, fechado el 25 de mayo de 2000, menos de dos meses antes de la muerte de José Ángel Valente, es el último poema de Fragmentos de un libro futuro, el volumen póstumo que cierra la trayectoria poética de un escritor total, de trayectoria tan personal como decisiva para la poesía española contemporánea. Ese poema cierra también la generosa Antologia poética de la que ha encargado Tomás Sánchez Santiago que publica El libro de bolsillo de Alianza editorial.
Descenso al limo originario o ascensión mística a la ingravidez aérea del pájaro, ese poema es también la cima del canto de José Ángel Valente, el reflejo de la destilación extrema de una obra en la que el poeta se funde con la naturaleza en la figura del pájaro solitario del que habló San Juan de la Cruz y al que volvió Valente para explicar sus virtudes.
Esta amplia antología de su obra refleja una trayectoria poética, exigente y rigurosa como pocas, creciente desde A modo de esperanza, sometida a una evolución marcada por la coherencia y la depuración, en un itinerario ascendente hacia esa cima. Ese proceso de depuración no sólo afecta a la delgadez de la expresión sino a la intensidad de la mirada, a la actitud espiritual, tan marcada desde Material memoria por la mística cristiana, judía y sufí, por la Guía espiritual de Miguel de Molinos y por la filosofía de María Zambrano.
Es la palabra poética por la que se desciende a las infinitas capas de la memoria en una obra que no deja de crecer desde ese confín ardiente al que alude Tomás Sánchez Santiago en el título de su estupendo prólogo.
Antonio Moreno.
El viaje de la luz.
(Antología poética 1990-2012).
Prólogo de Vicente Gallego.
Renacimiento. Sevilla, 2014.
Decir es dirigirse a algún lugar, / marchar a alguna parte, a un destino / al que uno se encamina con palabras / crecidas, luminosas como el cielo / de originaria y blanca luz nocturna, escribe Antonio Moreno en El viaje de la luz, la antología poética de su obra que publica Renacimiento.
Esos versos de Intervalo, el poema que dio título a la recopilación de sus libros en 2008, resumen su concepción de la poesía y su manera de mirar el mundo. Una poesía meditativa y depurada, de línea clara y tono cercano que conjunta pensamiento y sentimiento, memoria y mirada en una dirección emparentada con nombres como Brines, Sánchez Rosillo, Antonio Cabrera o Vicente Gallego, que en el prólogo de esta antología señala a Antonio Moreno como “una de las voces a las que me siento más cercano, tanto en la razón estética como en la clara sinrazón compartida del espíritu.”
Evocativos y atravesados por la concepción de Wordsworth de la poesía como la emoción recordada en tranquilidad, los versos de Antonio Moreno tienen al fondo el mundo clásico y la luz transparente del Mediterráneo transfigurada en las palabras del poeta y en su poesía celebratoria que tiene más de himno que de elegía.
Poesía que busca esa belleza sin materia a la que alude uno de los poemas; poesía que evoca un mundo cercano con la palabra esencial y despojada y la intensa emoción de quien se sabe fugaz y lo asume en versos como estos, los últimos de la antología: Bien lo sabéis: jamás tuvimos nada, / ni la casa ni el nombre que nos dieron. / Mas crece nuestro amor por esta nada / en la que somos más de lo que vemos, / tan poblada de luz y oscuridad, / tan copiosa de música y silencio.
John Berger.
Hacer un agujero/ a través de / una piedra / hilvanarla / llevarla colgada / anuncia inmortalidad / la piedra puede ser / lenguaje / el agujero, poesía.
Es uno de los poemas últimos de John Berger (Londres, 1926) que aparecen en Poesía, el volumen que el Círculo de Bellas Artes ha editado para reunir medio siglo largo de poesía, el que transcurre entre 1955 y 2008. Una espléndida edición bilingüe de la poesía de Berger con traducciones de Pilar Vázquez, José María Parreño y Nacho Fernández Rocafort.
Más conocido como narrador y como ensayista, Berger ha creado también un mundo poético de indiscutible valor, del que fue dejando indicios en sus novelas y ensayos y en su primer y tardío libro de poemas Páginas de la herida, que se publicó en 1996. Esta edición, cuidada por Jordi Doce, además de incorporar ese libro, reúne la totalidad de su producción poética hasta 2008. Se trata de hecho de su poesía completa, en la que conviven la naturaleza y la historia, la palabra y la pintura, el tiempo y la memoria, la luz y la maleza, los vivos y los muertos, como en estos versos, los que abren y cierran uno de sus mejores poemas, Lo que nos asombra:
Lo que nos asombra / no puede ser el vestigio / de lo que ha sido. / El mañana aún ciego / avanza lentamente. / La luz y la visión / corren a encontrarse / y de su abrazo / nace el día, / con los ojos abiertos / alto como un potro (...) Lo asombroso llega / hasta nosotros, / escoltando a la muerte y a la vida
En febrero de 2010 John Berger realizó una lectura en el Círculo de Bellas Artes de Madrid que se recoge en el CD que acompaña con la voz del poeta la edición de los más de setenta poemas que integran esta Poesía de Berger.
John Berger.
Poesía (1955-2008).
Traducción de Pilar Vázquez,
José María Parreño y Nacho Fernández Rocafort.
Círculo de Bellas Artes. Madrid, 2014.
Es uno de los poemas últimos de John Berger (Londres, 1926) que aparecen en Poesía, el volumen que el Círculo de Bellas Artes ha editado para reunir medio siglo largo de poesía, el que transcurre entre 1955 y 2008. Una espléndida edición bilingüe de la poesía de Berger con traducciones de Pilar Vázquez, José María Parreño y Nacho Fernández Rocafort.
Más conocido como narrador y como ensayista, Berger ha creado también un mundo poético de indiscutible valor, del que fue dejando indicios en sus novelas y ensayos y en su primer y tardío libro de poemas Páginas de la herida, que se publicó en 1996. Esta edición, cuidada por Jordi Doce, además de incorporar ese libro, reúne la totalidad de su producción poética hasta 2008. Se trata de hecho de su poesía completa, en la que conviven la naturaleza y la historia, la palabra y la pintura, el tiempo y la memoria, la luz y la maleza, los vivos y los muertos, como en estos versos, los que abren y cierran uno de sus mejores poemas, Lo que nos asombra:
Lo que nos asombra / no puede ser el vestigio / de lo que ha sido. / El mañana aún ciego / avanza lentamente. / La luz y la visión / corren a encontrarse / y de su abrazo / nace el día, / con los ojos abiertos / alto como un potro (...) Lo asombroso llega / hasta nosotros, / escoltando a la muerte y a la vida
En febrero de 2010 John Berger realizó una lectura en el Círculo de Bellas Artes de Madrid que se recoge en el CD que acompaña con la voz del poeta la edición de los más de setenta poemas que integran esta Poesía de Berger.
Santos Domínguez