Paul Johnson.
Humoristas
Traducción de Joan Eloi Roca.
Ático de los Libros. Barcelona, 2012.
Humoristas
Traducción de Joan Eloi Roca.
Ático de los Libros. Barcelona, 2012.
Caballeros, les he dado conversación, lo que no puedo darles es inteligencia, dijo una vez el Dr. Samuel Johnson a sus interlocutores.
Es uno de los muchos episodios, ocurrencias y situaciones que incorpora Paul Johnson en su Humoristas, un jovial recorrido por la historia y el canon del humor que publica Ático de los Libros.
Un recorrido de catorce capítulos dedicados a personajes que en palabras de su autor constituyen una extraña colección de genios, fracasados, borrachos, inadaptados sociales, tullidos e idiotas con un don. Tienen en común solo el deseo, y la capacidad, de hacer reír a un gran número de personas. En esta serie de libros que reúne intelectuales, creadores y héroes, creo que los cómicos son los más valiosos.
Abre el libro una muy inteligente y jocosa introducción sobre el sentido, las formas, la evolución de la risa y los mecanismos que la provocan.
Y a partir de ahí, con una envidiable soltura narrativa, Humoristas pone en pie figuras y situaciones, hechos y palabras en una serie de escenas vivas por las que pasean pintores, escritores o actores que hicieron del humor una forma de enfocar la vida, una manera de despegarse de ella, de analizar las debilidades humanas y de mirarlas de manera crítica o compasiva.
En esa línea están William Hogarth, un precursor del cómic, un pintor del caos desde la posición del moralista; Benjamin Franklin, fundador de la risa americana; el Dr. Johnson, melancólico y sombrío, pero divertido, ocurrente y dotado de un agudo sentido del humor parejo a su inteligencia; Thomas Rowlandson, pintor de acuarelas y grabados satíricos o pornográficos; o Dickens, el cómico con más éxito de la historia que alcanzó una de sus cimas en los juegos verbales y en las extravagancias risibles del Club Pickwick.
Otros personajes, como Chesterton –una gárgola viva y charlatana- o Chaplin –ágil, sutil y sentimental- tienen con el humor una relación evidente, como Laurel y Hardy o los hermanos Marx, o un vínculo soterrado e imprevisible, como ocurre con Toulouse-Lautrec. Porque a primera vista ¿qué hay de gracioso en su deforme persona y en su obra?
Y así, desde el caos a la melancolía pasando por la sutileza, el doble sentido o la carcajada sarcástica, Humoristas explora también las diferentes modalidades del humor, sus diversas tonalidades y sus variantes comunicativas que van desde lo plástico hasta lo verbal y de la pura gesticulación a la elaboración conceptual en la expresión de una actitud tan exclusivamente humana como la risa.
Es uno de los muchos episodios, ocurrencias y situaciones que incorpora Paul Johnson en su Humoristas, un jovial recorrido por la historia y el canon del humor que publica Ático de los Libros.
Un recorrido de catorce capítulos dedicados a personajes que en palabras de su autor constituyen una extraña colección de genios, fracasados, borrachos, inadaptados sociales, tullidos e idiotas con un don. Tienen en común solo el deseo, y la capacidad, de hacer reír a un gran número de personas. En esta serie de libros que reúne intelectuales, creadores y héroes, creo que los cómicos son los más valiosos.
Abre el libro una muy inteligente y jocosa introducción sobre el sentido, las formas, la evolución de la risa y los mecanismos que la provocan.
Y a partir de ahí, con una envidiable soltura narrativa, Humoristas pone en pie figuras y situaciones, hechos y palabras en una serie de escenas vivas por las que pasean pintores, escritores o actores que hicieron del humor una forma de enfocar la vida, una manera de despegarse de ella, de analizar las debilidades humanas y de mirarlas de manera crítica o compasiva.
En esa línea están William Hogarth, un precursor del cómic, un pintor del caos desde la posición del moralista; Benjamin Franklin, fundador de la risa americana; el Dr. Johnson, melancólico y sombrío, pero divertido, ocurrente y dotado de un agudo sentido del humor parejo a su inteligencia; Thomas Rowlandson, pintor de acuarelas y grabados satíricos o pornográficos; o Dickens, el cómico con más éxito de la historia que alcanzó una de sus cimas en los juegos verbales y en las extravagancias risibles del Club Pickwick.
Otros personajes, como Chesterton –una gárgola viva y charlatana- o Chaplin –ágil, sutil y sentimental- tienen con el humor una relación evidente, como Laurel y Hardy o los hermanos Marx, o un vínculo soterrado e imprevisible, como ocurre con Toulouse-Lautrec. Porque a primera vista ¿qué hay de gracioso en su deforme persona y en su obra?
Y así, desde el caos a la melancolía pasando por la sutileza, el doble sentido o la carcajada sarcástica, Humoristas explora también las diferentes modalidades del humor, sus diversas tonalidades y sus variantes comunicativas que van desde lo plástico hasta lo verbal y de la pura gesticulación a la elaboración conceptual en la expresión de una actitud tan exclusivamente humana como la risa.
Santos Domínguez