Robert Davis y Beth Lindsmith.
Vidas del Renacimiento.
Traducción de Ramón Sala Gili.
Lunwerg. Madrid, 2012.
Vidas del Renacimiento.
Traducción de Ramón Sala Gili.
Lunwerg. Madrid, 2012.
Contar la vida, retratar la individualidad reivindicada, mirar al interior de la persona desde su fisonomía, su gesto o su indumentaria.
Esos fueron los intereses y las ambiciones de la pintura renacentista, en la que se proyectó ejemplarmente el vitalismo humanista, el redescubrimiento del cuerpo, el interés por el paisaje natural o urbano, la perspectiva civilizada del cortesano refinado y culto.
Para demostrarlo una vez más, vida y cultura, mirada y palabra, pintura e historia cultural, literatura y biografía se reúnen en Vidas del Renacimiento, un volumen espectacular que acaba de publicar Lunwerg.
A lo largo de las siete secuencias cronológicas en las que se organiza la obra se recorre un periodo crucial en la historia de Europa: desde el cruce prerrenacentista de las viejas tradiciones tardomedievales y las nuevas ideas del Humanismo –Nebrija, Boticelli, Leonardo, Aldo Manuccio- hasta la fundación de la modernidad que culmina en los ensayos de Montaigne, la pintura de Brueghel o la música de Palestrina.
Y en medio las cimas renacentistas que se llamaron Colón, Erasmo, Copérnico, Rafael, Tiziano, Rabelais o Carlos V, personajes que cambiaron el pensamiento occidental desde todos los ámbitos y en un proyecto global coherente aunque heterogéneo en los matices.
Entre 1400 y 1600, casi un centenar de retratos plásticos y literarios, noventa y cuatro semblanzas en primeros planos que se recortan sobre el fondo del paisaje histórico, de la mentalidad social y de la nueva sensibilidad individual.
Los espléndidos textos de Robert Davis y Beth Lindsmith sitúan en su contexto significativo a cada uno de los personajes que fundaron o iluminaron la Edad Moderna y resaltan cada vida con un conjunto de más de doscientas ilustraciones que refuerzan los textos o subrayan su sentido.
Porque nunca como en el Renacimiento vida y arte fueron tan equivalentes, nunca como entonces la representación de la vida interna y del mundo exterior se fundieron de una manera tan correlativa para cambiar la historia de la cultura y de las mentalidades, conviven en estas páginas artistas e inquisidores, arquitectos y precursoras del feminismo, reyes y maestros de coro, impresores y blasfemos, predicadores incendiarios y conquistadores, corsarios y papas, escritoras y bufones, relojeros y médicos, teóricos de la cortesanía y acróbatas palaciegos.
Un conjunto de nombres y rostros que reflejan que el Renacimiento fue, además de una época fundamental en la creación de la modernidad, una forma de vivir y un estado de ánimo.
Esos fueron los intereses y las ambiciones de la pintura renacentista, en la que se proyectó ejemplarmente el vitalismo humanista, el redescubrimiento del cuerpo, el interés por el paisaje natural o urbano, la perspectiva civilizada del cortesano refinado y culto.
Para demostrarlo una vez más, vida y cultura, mirada y palabra, pintura e historia cultural, literatura y biografía se reúnen en Vidas del Renacimiento, un volumen espectacular que acaba de publicar Lunwerg.
A lo largo de las siete secuencias cronológicas en las que se organiza la obra se recorre un periodo crucial en la historia de Europa: desde el cruce prerrenacentista de las viejas tradiciones tardomedievales y las nuevas ideas del Humanismo –Nebrija, Boticelli, Leonardo, Aldo Manuccio- hasta la fundación de la modernidad que culmina en los ensayos de Montaigne, la pintura de Brueghel o la música de Palestrina.
Y en medio las cimas renacentistas que se llamaron Colón, Erasmo, Copérnico, Rafael, Tiziano, Rabelais o Carlos V, personajes que cambiaron el pensamiento occidental desde todos los ámbitos y en un proyecto global coherente aunque heterogéneo en los matices.
Entre 1400 y 1600, casi un centenar de retratos plásticos y literarios, noventa y cuatro semblanzas en primeros planos que se recortan sobre el fondo del paisaje histórico, de la mentalidad social y de la nueva sensibilidad individual.
Los espléndidos textos de Robert Davis y Beth Lindsmith sitúan en su contexto significativo a cada uno de los personajes que fundaron o iluminaron la Edad Moderna y resaltan cada vida con un conjunto de más de doscientas ilustraciones que refuerzan los textos o subrayan su sentido.
Porque nunca como en el Renacimiento vida y arte fueron tan equivalentes, nunca como entonces la representación de la vida interna y del mundo exterior se fundieron de una manera tan correlativa para cambiar la historia de la cultura y de las mentalidades, conviven en estas páginas artistas e inquisidores, arquitectos y precursoras del feminismo, reyes y maestros de coro, impresores y blasfemos, predicadores incendiarios y conquistadores, corsarios y papas, escritoras y bufones, relojeros y médicos, teóricos de la cortesanía y acróbatas palaciegos.
Un conjunto de nombres y rostros que reflejan que el Renacimiento fue, además de una época fundamental en la creación de la modernidad, una forma de vivir y un estado de ánimo.
Santos Domínguez