Varlam Shalámov.
Relatos de Kolimá.
Volumen IV.
La resurrección del alerce.
Traducción de Ricardo San Vicente.
Minúscula. Barcelona, 2011.
Relatos de Kolimá.
Volumen IV.
La resurrección del alerce.
Traducción de Ricardo San Vicente.
Minúscula. Barcelona, 2011.
Bastaría uno solo de los treinta relatos que Varlam Shalámov incluyó en La resurrección del alerce para consagrar a un narrador excepcional.
La resurrección del alerce es el cuarto de los seis volúmenes que constituyen los Relatos de Kolimá de Varlam Shalámov, que Minúscula está editando en su totalidad por primera vez en español con una excelente traducción de Ricardo San Vicente.
El infierno blanco de Kolimá, en Siberia, el paisaje de la taiga, los sufrimientos en los campos de trabajo, la injusticia, el dolor y la aniquilación a través de una sobrecogedora mirada en primera persona a aquella experiencia destructiva. Un magnífico y desolador mosaico de los campos de trabajo estalinistas, en los que estuvo recluido muchos años su autor.
En esa variante del infierno que tituló Relatos de Kolimá, Shalámov huye del grito silencioso y utiliza la intensidad del relato breve como un etnólogo en tierra de salvajes que, aunque sabe que es imposible expresar el horror, acomete el intento de narrarlo en un ciclo portentoso.
Cualquiera de los treinta relatos de este cuarto volumen podría figurar en una exigente antología del género. Por ejemplo, Marcel Proust, una excepcional narración en la que la desaparición de un ejemplar de El mundo de Guermantes le permite a Shalámov construir una pieza que es una demostración acabada de virtuosismo en el tratamiento de la anécdota, en el manejo de los tiempos y el trazado rápido e intenso de los personajes, en la agilidad del diálogo o en la potente capacidad de sugerencia y de reflexión.
O La resurrección del alerce, el texto que da título al volumen y lo cierra: una emocionada y metafórica descripción de ese árbol, el árbol de Kolimá, el árbol de los campos de concentración, un árbol serio y memorioso que crece donde no cantan los pájaros y donde no huelen las flores, un árbol que destila un olor insistente a savia, un olor débil que es la voz de los muertos y de la esperanza.
Y esa misma altura literaria y moral recorre el resto de los relatos de un libro y un ciclo que consagra a Varlam Shalámov como uno de los grandes escritores rusos del siglo XX.
Santos Domínguez