Blas de Otero.
Mediobiografía.
Edición de Sabina de la Cruz y Mario Hernández.
Prólogo de Mario Hernández.
Calambur 20 años. Madrid, 2011.
Mediobiografía.
Edición de Sabina de la Cruz y Mario Hernández.
Prólogo de Mario Hernández.
Calambur 20 años. Madrid, 2011.
Calambur acaba de cumplir 20 años. En mayo de 1991 aparecían los primeros títulos de una editorial que no tardó en convertirse en una de las referencias de la edición de poesía en español. Para celebrar estas dos décadas de literatura, Calambur ha preparado una muy cuidada colección conmemorativa con cinco libros de los autores más destacados de su catálogo.
Uno de esos títulos es Mediobiografía, una selección de 81 poemas de Blas de Otero que apareció en 1997 preparada por Sabina de la Cruz y Mario Hernández. Esos textos, representativos de la extensa producción del poeta y sabiamente seleccionados por las dos personas que mejor conocen su obra, trazan una autobiografía de Blas de Otero a través de las circunstancias vitales e ideológicas que reflejaron sus libros, desde Ángel fieramente humano hasta Hojas de Madrid con La galerna.
Mediobiografía toma su título del que se ha elegido como poema inaugural de la selección, un texto en prosa de Historias fingidas y verdaderas que comenzaba así:
El niño está en la terraza contemplando un gato azul. El cielo se mueve como una barca. Desde la calle asciende el tintineo de los tranvías y una voz que pregona ¡El Nervión..., La Tarde! El niño se apoya en el barandal de la terraza que hace esquina a la plaza de Isabel II. El cielo es de color naranja; abajo suena la bocina de un auto, una voz aguardentosa chilla ¡Informaciones.., maciones! El niño se rasca la nariz junto al estanque del Retiro. Un anciano señala con su bastón la estatua de Alfonso XII. El aire pasa con traje marinero y un molinillo de papel verde, amarillo, blanco. En un puesto de chucherias se agitan Crónica, Gutiérrez, Pulgarcito... El niño va al colegio, baja por Fernández del Campo y llega a Indauchu con dolor de estomago; en la capilla siente ganas de vomitar.
Pero más allá de esa condición autobiográfica, esta antología ofrece un recorrido por sus múltiples registros estilísticos, por su variedad temática y por las distintas propuestas estróficas que exploró en su obra poética, desde el metro clásico hasta la forma popular y desde el verso libre hasta poemas en prosa como ese Mediobiografía, que terminaba así:
El niño cruza la carretera de Benicarló, a la mañana siguiente sube la plaza de Torrevieja, en un rincón tres moros están sorbiendo té. El color de la guerrera del niño es muy parecido al del té de esos moros. Cuando llega el camión, al niño le duele el estomago y por la noche vomita un gato azul. El cielo es de color indefinido, el niño esta llorando en la terraza, sabiendo todo lo que le espera.
Esa variedad contrasta con la unidad que le otorga a los versos de Blas de Otero la autenticidad de una de las voces imprescindibles de la poesía española del siglo XX.
Mediobiografía toma su título del que se ha elegido como poema inaugural de la selección, un texto en prosa de Historias fingidas y verdaderas que comenzaba así:
El niño está en la terraza contemplando un gato azul. El cielo se mueve como una barca. Desde la calle asciende el tintineo de los tranvías y una voz que pregona ¡El Nervión..., La Tarde! El niño se apoya en el barandal de la terraza que hace esquina a la plaza de Isabel II. El cielo es de color naranja; abajo suena la bocina de un auto, una voz aguardentosa chilla ¡Informaciones.., maciones! El niño se rasca la nariz junto al estanque del Retiro. Un anciano señala con su bastón la estatua de Alfonso XII. El aire pasa con traje marinero y un molinillo de papel verde, amarillo, blanco. En un puesto de chucherias se agitan Crónica, Gutiérrez, Pulgarcito... El niño va al colegio, baja por Fernández del Campo y llega a Indauchu con dolor de estomago; en la capilla siente ganas de vomitar.
Pero más allá de esa condición autobiográfica, esta antología ofrece un recorrido por sus múltiples registros estilísticos, por su variedad temática y por las distintas propuestas estróficas que exploró en su obra poética, desde el metro clásico hasta la forma popular y desde el verso libre hasta poemas en prosa como ese Mediobiografía, que terminaba así:
El niño cruza la carretera de Benicarló, a la mañana siguiente sube la plaza de Torrevieja, en un rincón tres moros están sorbiendo té. El color de la guerrera del niño es muy parecido al del té de esos moros. Cuando llega el camión, al niño le duele el estomago y por la noche vomita un gato azul. El cielo es de color indefinido, el niño esta llorando en la terraza, sabiendo todo lo que le espera.
Esa variedad contrasta con la unidad que le otorga a los versos de Blas de Otero la autenticidad de una de las voces imprescindibles de la poesía española del siglo XX.
Santos Domínguez