José Manuel Gamboa.
Una historia del Flamenco.
Espasa. Madrid, 2011.
Una historia del Flamenco.
Espasa. Madrid, 2011.
Llevaba ya algún tiempo descatalogado este libro minucioso y enciclopédico que José Manuel Gamboa (Madrid, 1959) publicó hace seis años y que desde entonces forma parte de la bibliografía fundamental sobre el flamenco.
Una historia del Flamenco (Espasa) es un texto para aficionados, pero con una evidente voluntad divulgativa y con un tono siempre cercano y cómplice con el lector. Por eso, para hacer más comprensible la materia historiada y su realidad viva, José Manuel Gamboa escribe una historia panorámica a la inversa y se remonta desde el presente del flamenco a la protohistoria a través de la época de los cafés cantantes, del Concurso Nacional de Cante Jondo de Granada de 1922 que organizaron García Lorca y Falla, de la ópera flamenca – entre Pinto y Valderrama- y de la restauración mairenista y los tablaos.
La evolución del flamenco es inseparable de los contextos sociales y de los momentos históricos en que surge y evoluciona. Canto porque me acuerdo de lo que he vivido, decía Manolito el de María, profundo y casi mendigo, desde su cueva de Alcalá de Guadaira. De la cueva oscura a las ventas, de las fraguas a los colmados, de los reservados a los tablados de los teatros y a las plazas de toros, desde las Cortes de Cádiz a la actualidad pasando por las sublevaciones campesinas, la época republicana, la dictadura y la clandestinidad antifranquista, la historia del flamenco es inseparable de la historia de España, del trasfondo social de la Andalucía de la injusticia y de la marginación. De la seguiriya a la soleá, es la crónica de las calamidades y la pobreza hechas cante negro de fragua y de celda o cauce de la explosión a compás de la alegría festera en la bulería.
En esta imprescindible y actualizada visión global, que llega al flamenco del siglo XXI, a su renovación y a sus mestizajes, Gamboa propone un recorrido por los grandes nombres ( de Enrique Morente a Silverio Franconetti, de Enrique el Mellizo a Camarón, de Manuel Torre a Antonio Mairena, de Caracol o Manuel Vallejo a Menese o Chano Lobato), por los contextos históricos y la evolución de los instrumentos, por el baile y el toque desde Paco de Lucía hasta el maestro Patiño pasando por las sonantas antológicas de Melchor de Marchena, los Morao, Sabicas o Niño Ricardo hasta Paco de Lucía o Manolo Sanlúcar; por la geografía de los cantes (Cádiz, Triana, Jerez, Málaga o Granada), por las peñas flamencas y los concursos, por las publicaciones y la discografía.
Y en cada capítulo, intercaladas cuando vienen a cuento, diversas aproximaciones a la génesis, la evolución y las características de los distintos palos: desde los cantes primitivos a las innovaciones del flamenco actual, desde el clasicismo de Chacón a los sonidos negros de Manuel Torre, con una mirada que prescinde de la tinta ocre de la nostalgia.
Unas innovaciones que confirman la vitalidad del flamenco con nombres como el de Miguel Poveda. Porque frente al purismo inmovilista, José Manuel Gamboa, como Félix Grande, como Ortiz Nuevo o Alfredo Grimaldos, entiende este arte como el resultado proteico de diversos mestizajes y fusiones que lo enriquecen: de lo individual y lo colectivo, de lo culto y lo popular, de levante y de poniente, del compás y el quejío.
Una historia del Flamenco (Espasa) es un texto para aficionados, pero con una evidente voluntad divulgativa y con un tono siempre cercano y cómplice con el lector. Por eso, para hacer más comprensible la materia historiada y su realidad viva, José Manuel Gamboa escribe una historia panorámica a la inversa y se remonta desde el presente del flamenco a la protohistoria a través de la época de los cafés cantantes, del Concurso Nacional de Cante Jondo de Granada de 1922 que organizaron García Lorca y Falla, de la ópera flamenca – entre Pinto y Valderrama- y de la restauración mairenista y los tablaos.
La evolución del flamenco es inseparable de los contextos sociales y de los momentos históricos en que surge y evoluciona. Canto porque me acuerdo de lo que he vivido, decía Manolito el de María, profundo y casi mendigo, desde su cueva de Alcalá de Guadaira. De la cueva oscura a las ventas, de las fraguas a los colmados, de los reservados a los tablados de los teatros y a las plazas de toros, desde las Cortes de Cádiz a la actualidad pasando por las sublevaciones campesinas, la época republicana, la dictadura y la clandestinidad antifranquista, la historia del flamenco es inseparable de la historia de España, del trasfondo social de la Andalucía de la injusticia y de la marginación. De la seguiriya a la soleá, es la crónica de las calamidades y la pobreza hechas cante negro de fragua y de celda o cauce de la explosión a compás de la alegría festera en la bulería.
En esta imprescindible y actualizada visión global, que llega al flamenco del siglo XXI, a su renovación y a sus mestizajes, Gamboa propone un recorrido por los grandes nombres ( de Enrique Morente a Silverio Franconetti, de Enrique el Mellizo a Camarón, de Manuel Torre a Antonio Mairena, de Caracol o Manuel Vallejo a Menese o Chano Lobato), por los contextos históricos y la evolución de los instrumentos, por el baile y el toque desde Paco de Lucía hasta el maestro Patiño pasando por las sonantas antológicas de Melchor de Marchena, los Morao, Sabicas o Niño Ricardo hasta Paco de Lucía o Manolo Sanlúcar; por la geografía de los cantes (Cádiz, Triana, Jerez, Málaga o Granada), por las peñas flamencas y los concursos, por las publicaciones y la discografía.
Y en cada capítulo, intercaladas cuando vienen a cuento, diversas aproximaciones a la génesis, la evolución y las características de los distintos palos: desde los cantes primitivos a las innovaciones del flamenco actual, desde el clasicismo de Chacón a los sonidos negros de Manuel Torre, con una mirada que prescinde de la tinta ocre de la nostalgia.
Unas innovaciones que confirman la vitalidad del flamenco con nombres como el de Miguel Poveda. Porque frente al purismo inmovilista, José Manuel Gamboa, como Félix Grande, como Ortiz Nuevo o Alfredo Grimaldos, entiende este arte como el resultado proteico de diversos mestizajes y fusiones que lo enriquecen: de lo individual y lo colectivo, de lo culto y lo popular, de levante y de poniente, del compás y el quejío.
Santos Domínguez