19/9/11

Fernando Villalón: La pica y la pluma


Jacques Issorel.
Fernando Villalón:
La pica y la pluma.

Espuela de plata. Sevilla, 2011.

Un perfil biográfico y cronológico, un estudio doble (Fernando Villalón, ganadero; Fernando Villalón, poeta) una antología representativa de su obra poética de antología y una bibliografía que llega ya casi a setecientas entradas son los apartados en que Jacques Issorel organiza su Fernando Villalón: La pica y la pluma, que acaba de publicar Espuela de plata, un sello editorial cuyo nombre parece pensado para evocar la figura humana y el mundo literario de Villalón, ganadero idealista y poeta campero.

Nació el mismo año que Juan Ramón Jiménez, pero no se dedicó con intensidad a la poesía hasta su fracaso como ganadero de toros bravos y su renuncia a la ganadería en 1926, cuando se la vendió a Juan Belmonte –que siempre evitó lidiar aquellos toros complicados.

Cuando Villalón se incorpora al mundo literario es el momento generacional del grupo del 27, de unos poetas más jóvenes que habían puesto de moda tres tendencias: el neopopularismo, el clasicismo neogongorino y la vanguardia.

Y a esas tendencias responden los tres libros que publicó Fernando Villalón: los neopopularistas Andalucía la Baja y Romances del 800 y las silvas neogongorinas y marismeñas de La Toriada.

Cuando murió en 1930, sin cumplir los cincuenta años, sin gloria y en la ruina, dejó diverso material inédito, desde las humorísticas Semblanzas de matadores hasta el vanguardista, ambicioso y abstracto Kaos, al que Issorel dedica buena parte del estudio introductorio de este volumen que se convertirá en un título de referencia sobre la figura y la obra de Fernando Villalón.

Sus textos neopopularistas, emparentados con la canción andaluza, con la copla flamenca, con Manuel Machado y con García Lorca, son la mejor herencia de su canto con paisaje.

Un ejemplo: estas Gacelas marineras que forman parte de los Romances del 800, que cantó Camarón por alegrías en La leyenda del tiempo:

Salinas de los pinares,
donde se peinan los pinos
cuando los despeina el aire.

¡Bajos de Guía! ¡Salmedina!
Espejo de los esteros,

bandejas de agua salada

donde están los salineros.


Qué se me importará a mí
que se sequen las salinas
mientras que te tenga a ti.

Santos Domínguez