María Sanz.
Lienzos de Cal.
Jirones de azul. Sevilla, 2008.
Lienzos de Cal.
Jirones de azul. Sevilla, 2008.
Como todas las ciudades con carácter, Sevilla es, más que un lugar, un estado de ánimo, el escenario propicio para el itinerario urbano que recorre María Sanz en Lienzos de Cal, un espléndido libro que acaba de publicar en la editorial Jirones de azul.
Organizado en dos partes simétricas de diecinueve por diecinueve poemas, entre el gozo sin fondo y el aire triste, es un itinerario interior por la Sevilla intramuros, un recorrido que empieza en Bab-Yahwar (Puerta de la Carne):
Sí, tal vez sea cierto que creció mi palabra
en sus aires dorados, en su umbral decadente;
claro que los pasajes de tan fiel cercanía
acendraron mi voz, mi brevísimo eco.
y termina en Bab-Qarmuna (Puerta Carmona):
Las aceras mojadas se llenan lentamente
de rostros jubilosos, de figuras felices,
mientras su cercanía multiplica mi ausencia.
No sé por qué motivo no he salido de casa.
Entre el silencio y la bulla, entre la cal y el almagre, entre la luz y la sombra, este es un viaje en el que la palabra busca el punto de encuentro lírico, visual y emotivo entre el exterior y el interior, la experiencia de una mirada que oscila siempre entre la expansión y el recogimiento y no se agota en sí misma para convocar a otros sentidos en la melancolía de la juncia, en el rumor del agua por los patios en sombra, en la brisa que viene de una tarde antigua que vive en el presente.
Y, con su verso escueto y recogido, volcado hacia dentro y dicho en voz baja, el recorrido emocional de María Sanz en estos poemas es más temporal que espacial, va de la luz a la sombra, del sol a la lluvia y explora el pasado con la melancolía que recuerda las calles como escenario de la experiencia vital desde la infancia hasta el presente:
Entonces tuve aliento.
Me serenó la imagen
de un olvido habitado.
Organizado en dos partes simétricas de diecinueve por diecinueve poemas, entre el gozo sin fondo y el aire triste, es un itinerario interior por la Sevilla intramuros, un recorrido que empieza en Bab-Yahwar (Puerta de la Carne):
Sí, tal vez sea cierto que creció mi palabra
en sus aires dorados, en su umbral decadente;
claro que los pasajes de tan fiel cercanía
acendraron mi voz, mi brevísimo eco.
y termina en Bab-Qarmuna (Puerta Carmona):
Las aceras mojadas se llenan lentamente
de rostros jubilosos, de figuras felices,
mientras su cercanía multiplica mi ausencia.
No sé por qué motivo no he salido de casa.
Entre el silencio y la bulla, entre la cal y el almagre, entre la luz y la sombra, este es un viaje en el que la palabra busca el punto de encuentro lírico, visual y emotivo entre el exterior y el interior, la experiencia de una mirada que oscila siempre entre la expansión y el recogimiento y no se agota en sí misma para convocar a otros sentidos en la melancolía de la juncia, en el rumor del agua por los patios en sombra, en la brisa que viene de una tarde antigua que vive en el presente.
Y, con su verso escueto y recogido, volcado hacia dentro y dicho en voz baja, el recorrido emocional de María Sanz en estos poemas es más temporal que espacial, va de la luz a la sombra, del sol a la lluvia y explora el pasado con la melancolía que recuerda las calles como escenario de la experiencia vital desde la infancia hasta el presente:
Entonces tuve aliento.
Me serenó la imagen
de un olvido habitado.
Santos Domínguez