12/2/06

Un episodio internacional




Henry James. Un episodio internacional.
Traducción de Gabriela Díaz. Postfacio de Max Lacruz.
Editorial Funambulista. Madrid, 2006.


Entrar en un libro de Henry James es aceptar un reto de sutileza, inteligencia y humor para salir de él con sentimientos encontrados de satisfacción y perplejidad, porque el viejo zorro siempre se guarda un as en la manga, un final inesperado para demostrar que es él quien manda.

Eso es lo que pasa también con Un episodio internacional, la novela corta que acaba de publicar por primera vez en castellano la editorial Funambulista en su colección Los Intempestivos.
En la temporada de las sandías y los ingleses, dos personajes llegan desde Londres a un Nueva York asfixiante que parece un distrito del infierno. Ahí se inicia una peripecia que les lleva luego a un Newport más soportable.
Irán apareciendo americanos hospitalarios y acogedores. Y mujeres como Bessie Alden, casi una bostoniana, uno de esos personajes femeninos tan rematados, tan admirables e independientes como la Isabelle Archer del Retrato de una dama.
¿Y de qué se trata? De la sutileza. De dos mundos, de dos paisajes, de dos temperaturas, de dos comportamientos, sabiamente narrados y descritos. Algunos ingleses se dieron por aludidos y se ofendieron con esta obra. No era para menos. Henry James sonríe siempre, pero es implacable con sus personajes y con la realidad.
Es muy discutible que esta sea una obra menor. Estamos aquí ante el mejor Henry James, ante el viejo león de la narrativa que absorbe y libera al lector como la luz de gas que se proyecta en la acera de un hotel del Nueva York al que nos traslada el primer capítulo de los seis que tiene esta pequeña obra maestra. El Henry James irónico y distante desde el título de un relato como este, de gran agilidad narrativa, de enorme eficacia en el diseño de los personajes, de nombres significativos (Lord Lambeth, miss Westgate) sobre los que solía reflexionar en sus cuadernos de notas.
Uno detesta especialmente las grandes palabras y las palabras cursis. Deliciosa es una de esas palabras. Tiene un toque de lilas que me parece particularmente cargante. Pero no encuentro otra palabra más exacta que esa para definir esta novela corta, llena de matices y de refinada inteligencia.

Leer una novela de Henry James es, con frecuencia, entrar en un salón social con lámparas lujosas y alfombras persas y cortinas de terciopelo rojo. Es oler el humo de los cigarros, oír el tintineo de las copas y el murmullo de las conversaciones amortiguadas y educadas, llenas de matices y sutileza, subrayadas con gestos comedidos y miradas de inteligencia mientras suena al fondo la Barcarola de Los cuentos de Hoffmann.
Emparentada con Los europeos y con Retrato de un dama, Un episodio internacional es, como otros relatos y novelas cortas de James, el laboratorio de sus novelas mayores. Aquí, como avisa Max Lacruz en el postfacio, se esbozan temas, actitudes y caracteres que aparecerán en Las bostonianas y culminarían en La copa dorada.

Lo decíamos arriba. Un episodio internacional no es lo primero que Funambulista ha rescatado para el lector español. Diario de un hombre de cincuenta años, El mentiroso y ¡Pobre Richard! son las anteriores entregas de una Biblioteca Henry James, en la que los lectores seguirán encontrando la lección del viejo maestro. Tendremos ocasión de hablar de ellos más adelante.

Santos Domínguez