Poder del sueño.
Relatos antiguos y modernos
reunidos y presentados por Roger Caillois.
Traducción de Mauro Armiño.
Atalanta. Gerona, 2020.
“El misterio del sueño nace del hecho de que esta fantasmagoría, en la que
el durmiente no puede nada, ha salido sin embargo por entero de su imaginación”,
escribía Roger Caillois en el prólogo de Poder del sueño, la antología de
relatos antiguos y modernos en torno al tema del sueño que publicó en 1962 que
publicó en 1962 y que permanecía inédita en castellano hasta ahora.
Antaño, cuenta Zhuangzi, fui una noche una mariposa que revoloteaba
contenta con su destino. Luego me desperté siendo Zhuangzi. ¿Quién soy en
realidad? ¿Una mariposa que sueña que es Zhuangzi? ¿O Zhuangzi que imagina que
fue mariposa?
Ese relato -El filósofo-mariposa- de alcance metafísico, de Zhuangzi,
escritor taoísta que murió hacia el 275 a. C., es uno de los textos que forman
parte de la primera de las dos secciones -Dialécticas chinas- en las que Roger
Caillois organizó su espléndida antología de relatos oníricos antiguos y
modernos que se abre con esos textos orientales porque “la inagotable literatura china [..] parece haber explorado de forma sistemática los problemas planteados por el sueño.”
Como en el sueño del rey mendigo, de la leyenda de Buda o en el cambio de
actitud de Segismundo en La vida es sueño, tan característica de la mentalidad
barroca que hizo del sueño una de sus imágenes del mundo, lo soñado se confunde
allí con la realidad porque a veces es una línea muy fina la que separa el sueño
de la vigilia.
Así lo explicaba Caillois en el prólogo: “Dado que en todo momento del sueño el durmiente no sabe que sueña e
incluso está convencido de estar despierto, es evidente que no hay ningún
momento en el que quien se cree despierto no deba dejar subsistir en él la
sospecha de que tal vez está soñando.”
Aunque no forman parte de la antología, Caillois reproduce en el prólogo
textos como la Historia de los dos que soñaron, de Las mil y una noches, otros
de carácter profético como el sueño mesopotámico de Asurbanipal o sueños
hipnóticos, como el del Deán de Santiago y don Illán de Toledo, el magistral cuento de don
Juan Manuel.
Porque -afirma Caillois- “desde la más alta antigüedad las imágenes de los
sueños han parecido ocultar un sentido a la vez misterioso y accesible, que un
intérprete competente debía ser capaz de elucidar. De ahí las innumerables
«claves de sueños», léxicos destinados a descifrar sus mensajes insólitos y
desconcertantes.”
De esas imágenes se nutre esta antología, que en su segunda parte reúne
textos sobre El sueño en la literatura, veinte relatos de la tradición
occidental desde Apuleyo hasta el siglo XX para completar un largo recorrido a
lo largo de dos mil quinientos años y un itinerario por diversas épocas y
culturas, desde las antiguas narraciones chinas hasta Borges o Cortázar pasando
por Poe y Nabokov.
En muchos de esos relatos conviven el sueño y lo fantástico, que comparten
un territorio común de irracionalidad y misterio, de solitaria experiencia
intransitiva, porque “nada más personal que un sueño, nada que encierre más a un
ser en la soledad irremediable, nada más reacio a ser compartido. En la
realidad, todo es experimentado en común. El sueño, por el contrario, es una
aventura que el soñador ha vivido solo y del que únicamente él puede acordarse:
mundo estanco, impermeable, que excluye la menor comprobación. De ahí la
tentación de imaginar a dos o a varias personas, o incluso a una multitud,
soñando el mismo sueño, o sueños paralelos, o sueños complementarios. Entonces
los sueños se corroboran, se ajustan como piezas de un puzle, adquieren así la
misma densidad, la misma estabilidad que las percepciones de la vigilia, son
verificables como éstas, mejor que éstas, crean vínculos entre los seres, unos
vínculos extraños, secretos y estrechos, decisivos.”
Sobre uno de esos sueños paralelos y simétricos se construye el relato de
Kipling (El chico de los matojos) que recoge esta antología junto con clásicos
del cuento como La muerta enamorada, de Théophile Gautier; Un incidente en el
puente del Owl Creek, de Ambrose Bierce, o Everything and nothing, de
Borges.
Casi sesenta años después de su primera edición en 1962, cuidada por Roger
Caillois, Atalanta rescata este Poder del sueño y lo publica por primera vez en
castellano con traducción de Mauro Armiño.
Santos Domínguez