Luis Alberto de Cuenca.
El otro sueño.
Edición y prólogo de Julio Vélez.
Reino de Cordelia. Madrid, 2020.
CONTRA LAS CANCIONES DE OPÓSITOS
Me he pasado la vida conciliando contrarios.
Pensando: bien y mal no son tan diferentes,
si es muchas veces no, mi amiga es mi enemiga,
el placer duele tanto que parece dolor
y los días de fiesta son días de fastidio.
Me he pasado la vida tiritando en agosto
y muriendo de sed al lado de una fuente.
Pero esto se acabó. No quiero que la risa
se disfrace de llanto, ni que los besos hieran,
ni que la muerte salve, ni que el sol del verano
sea en el fondo sombra y el océano el desierto.
Quiero volver atrás, al tiempo en que las cosas
no eran tan complicadas, y el amor no era odio
y la nieve era nieve, y la paz y la guerra
eran palabras únicas, distintas, inequívocas,
y no la doble cara de un mismo aburrimiento.
Ya no quiero sudar rodeado de pingüinos.
Ese es uno de los poemas que Luis Alberto de Cuenca incluyó en El otro sueño, el libro que reedita Reino de Cordelia en la colección La biblioteca de Luis Alberto de Cuenca.
Lo abre un prólogo en el que Julio Vélez, responsable de la edición, define esta obra, que se publicó en 1987, co mo resultado de una “poética de la ensoñación” y añade que se instala “en un mundo clásico en lo formal y moderno en lo referencial.”
Articulado en cuatro secciones -Seis poemas de amor, Los invitados, Las mañanas triunfantes y Viñetas-, El otro sueño fue una confirmación de la escritura de línea clara que Luis Alberto de Cuenca había inaugurado con Necrofilia y La caja de plata.
Con la reunión de formas y registros variados, de temas y tonos diversos conviven en sus páginas desde el soneto al verso libre, del endecasílabo al alejandrino pasando por la versificación neopopularista del octosílabo, unificados por la presencia del sueño y de una voz lírica plural que aúna tradición y modernidad no sólo en el territorio de la expresión, sino en el repertorio temático, con la apertura de vías de comunicación entre la cultura clásica y la de masas, entre el mundo grecolatino y el universo pop, entre la epopeya medieval y el cómic, entre el cine y la literatura.
Porque una de las claves fundamentales de la obra de Luis Alberto de Cuenca es la capacidad de asumir en su mirada un mundo bifronte y de transmitirlo en su poesía en un admirable ejercicio de integración.
“Me he pasado la vida conciliando contrarios”, escribía en el poema que encabeza esta reseña. Y seguiría haciéndolo, muchos años después, en la Canción de opósitos del Cuaderno de vacaciones: “Norte y sur, aventura y biblioteca, / rencor y amor, coraje y cobardía,/ Dios y Diablo, todo al mismo tiempo.”
Es una poética integradora que armoniza contrarios y fusiona cultura y vida, distancia irónica y pasión sentimental, comunicación y conocimiento, lenguaje literario y lenguaje cotidiano, dolencia y celebración.
Esos elementos heterogéneos se conjuran para dar lugar a una poesía figurativa que tiene sus referencias temáticas en asuntos como el amor, la memoria o la amistad, su marco espacial en los ambientes urbanos y sus modelos formales en la narratividad, el hiperrealismo y la línea clara.
Hay en El otro sueño un sostenido ejercicio de narratividad: cada poema tiene una vocación narrativa que podría ser el germen de un relato en el que la realidad y el deseo, la memoria y el presente, el lenguaje coloquial y las alusiones cultas, la vida y el arte, la experiencia y la literatura dan las claves de una poética de la fusión que hace compatibles la desenvoltura mundana y el clasicismo en la voz, del poeta, que compone uno de sus textos más celebrados, La malcasada, con estos versos:
Me dices que Juan Luis no te comprende,
que sólo piensa en sus computadoras
y que no te hace caso por las noches.
Me dices que tus hijos no te sirven,
que sólo dan problemas, que se aburren
de todo y que estás harta de aguantarlos.
Me dices que tus padres están viejos,
que se han vuelto tacaños y egoístas
y ya no eres su reina como antes.
Me dices que has cumplido los cuarenta
y que no es fácil empezar de nuevo,
que los únicos hombres con que tratas
son colegas de Juan en IBM
y no te gustan los ejecutivos.
Y yo, ¿qué es lo que pinto en esta historia?
¿Qué quieres que haga yo? ¿Que mate a alguien?
¿Que dé un golpe de estado libertario?
Te quise como un loco. No lo niego.
Pero eso fue hace mucho, cuando el mundo
era una reluciente madrugada
que no quisiste compartir conmigo.
La nostalgia es un burdo pasatiempo.
Vuelve a ser la que fuiste. Ve a un gimnasio,
píntate más, alisa tus arrugas
y ponte ropa sexy, no seas tonta,
que a lo mejor Juan Luis vuelve a mimarte,
y tus hijos se van a un campamento,
y tus padres se mueren.
Santos Domínguez