Alfonso Alegre Heitzmann.
Días como aquellos.
Granada 1924.
Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2019.
En agua el alma se pierde
y el cuerpo baja sin alma,
sin llanto el cuerpo se va
que lo deja con el agua
llorando hablando cantando
con las almas, con las lágrimas
del laberinto de pena,
entre las adelfas blancas,
entre las adelfas rosas
de la tarde parda y plata,
con el arrayán ya negro,
bajo las fuentes cerradas.
Así termina Generalife, uno de los textos que escribió Juan Ramón Jiménez bajo la impresión de su viaje a Granada entre el 24 de junio y el 3 de julio de 1924 invitado por la familia García Lorca.
Casi a la vez que Lorca componía su Romance sonámbulo, uno de los poemas seminales del futuro Romancero gitano, Juan Ramón terminaba a las pocas semanas ese romance largo, que dedicó a Isabel García Lorca, “hadilla del Generalife” y que ocuparía un lugar central en sus Olvidos de Granada, el libro al que Alfonso Alegre Heitzmann dedica la mayor parte de su espléndido Días como aquellos. Granada 1924, el libro que recrea los días compartidos en Granada a finales de junio de 1924 por Juan Ramón y Lorca, con el que obtuvo el Premio Antonio Domínguez Ortiz de biografías 2019 que publica la Fundación José Manuel Lara.
El volumen se abre con la evocación de la tarde del 24 de junio, tal día como hoy, en la que Juan Ramón y Zenobia llegan a Granada en tren desde Madrid acompañados por Federico García Lorca y su hermano Francisco. Comenzaba así una duradera relación de amistad con los García Lorca que se volvió a manifestar en la protección que Juan Ramón Jiménez y Zenobia ofrecieron a la familia en el exilio.
Más de veinte años después de aquel viaje, el 30 de diciembre de 1945, Juan Ramón lo recordaba vivamente desde Washington en su carta de pésame por la muerte del padre de Federico García Lorca. Al final de este párrafo aparece la frase que ha servido como título del volumen:
“Nosotros no hemos olvidado nunca aquellos días de Granada, en que ustedes nos acompañaron tanto, haciéndonos un doble paraíso de su ciudad maravillosa. Cuando estábamos en Madrid mirábamos con frecuencia aquellas fotografías que nos hicimos juntos en tanto sitio hermoso. Días como aquellos se viven pocas veces en la vida.”
Pero si aquel viaje a Granada fue un episodio “verdaderamente decisivo” en la relación amistosa entre Juan Ramón Jiménez y Lorca –“un espacio tiempo que gravitaría ya para siempre en sus vidas”-, la segunda parte del libro evoca el primer encuentro en Madrid en 1919 entre Juan Ramón y Lorca, del que Juan Ramón decía en una carta: “me hizo una excelentísima impresión.”
Además de un estupendo análisis de Generalife, la tercera parte ofrece una luminosa interpretación de dos prosas esenciales de Olvidos de Granada, especialmente de El ladrón de agua -“uno de los textos más intensos y secretos que Juan Ramón escribió a raíz de su viaje a Granada”- y de El cielo bajo, con el que Juan Ramón se refiere a “la vista desde diferentes zonas altas de la ciudad.”
Completan esa tercera parte las referencias a algunos personajes que conoció Juan Ramón en ese viaje: Emilia Llanos, Hermenegildo Lanz, el cónsul inglés y sobre todo Manuel de Falla, el tercer personaje al que se presta más atención en el libro.
En Españoles de tres mundos, escrito en América durante la guerra civil, Juan Ramón volvería a hablar de aquel viaje en la evocación de un sueño:
Sueño profundo con Granada en un tren llegando a Granada. Rumores en la sombra, agua, aire.
Por la mañana, con Federico, Isabelita, Paco, Conchita, a la Alhambra, al Generalife.
Santos Domínguez