15/3/19

Ezra Pound. Cantos


Ezra Pound.
Cantos.
Traducción de Jan de Jager.
Prólogo de Giorgio Agamben.
Sexto Piso. Madrid, 2018.

Y entonces descendimos a la nave,
Enfilamos la quilla a la rompiente, a la mar divina, y 
Erguimos el mástil e izamos la vela en la nave prieta, 
Embarcamos ovejas y nuestros propios cuerpos 
Agobiados de llanto, y los vientos en popa
Nos impulsaban con velas panzudas,
De Circe esta nave, la diosa del peinado minucioso.
Nos sentamos en el sollado, el viento trababa el timón,
Y con velas tirantes cruzamos el mar hasta el final del día. 
El sol a su modorra, sombras cubren el océano, 
Llegamos a los confines de las más altas aguas,
A las tierras cimerias, y ciudades pobladas
Cubiertas de niebla de apretada trama, jamás perforada 
Por destello de luz solar
Ni tachonada de estrellas, espiando desde el firmamento 
La noche más prieta amortajaba a estos infelices mortales. 
El océano revertía su curso, llegamos entonces al sitio
Que Circe predijo.

Así comienza el primero de los Cantos de Ezra Pound en la nueva traducción de Jan de Jager en Sexto Piso.

Si Pound estuvo elaborando los ciento diecisiete Cantos -uno de los grandes libros de poesía del siglo XX- durante más de medio siglo, al traductor le ha llevado una década preparar la versión de un libro monumental y exigente en el que conviven algunos fragmentos de insufrible prosaísmo o de insalvable hermetismo con muchos otros momentos de enorme voltaje poético.

Organizados en nueve secciones -Un borrador de XXX Cantos; Once nuevos Cantos; Quinta década de los Cantos; Cantos Chinos; Cantos Italianos; Cantos Pisanos; Sección Rock - Drill. Taladro de rocas de los Cantares; Tronos de los Cantos; Borradores y fragmentos-, porque el número 3 es una de sus claves compositivas, la parte más compacta es la de los once Cantos Pisanos, que Pound concibió encerrado en una jaula en Pisa por colaborar con el fascismo. 

Los completó durante dos años en el hospital psiquiátrico en el que estuvo recluido y son los cantos más personales y autobiográficos de un conjunto en el que predomina lo narrativo y las descripciones.

Épica sin trama que se organiza en torno a focos de interés y bloques de ideas, los Cantos tienen como referencia compositiva la estructura musical de la fuga y como principio organizador el ideograma, que da lugar a una sucesión de secuencias yuxtapuestas sobre historia y economía, estética y política, ética y filosofía.

El ambicioso proyecto de Pound es contar la Historia, el relato de la tribu, mediante una integración de épocas, espacios y tradiciones en unos textos en los que conviven personajes de la literatura y la mitología grecolatina con presidentes de los Estados Unidos, lo clásico y lo medieval, lo renacentista y lo contemporáneo, lo oriental y lo occidental.

Como en ese texto inicial, el método poético de Pound en sus cantos grecolatinos, provenzales, sienes o americanos arranca de la recreación: en ese caso de la traducción de la Odisea que publicó Andreas Divus en 1538. Una recreación doble, por tanto, que anuncia uno de los hilos conductores del libro: el descenso de Ulises al Hades. 

Las referencias intertextuales, las traducciones, las citas son los instrumentos de una constante actualización de textos y lecturas: desde el Mío Cid hasta Li Po, desde Homero a los poetas provenzales, desde Dante a Tu Fu, desde Catulo a Confucio, desde Ovidio a Arnaut Daniel.

Máscaras poéticas que Pound toma prestadas para expresar su idea de la historia y sus ideales culturales y artísticos, vinculados a lo mediterráneo, lo clásico, el Renacimiento y la poesía o la filosofía orientales en un momento de crisis de la cultura y la civilización.

A esa situación se refiere Giorgio Agamben en su prólogo: “Sólo en este contexto problemático la obra de Pound -al menos a partir de los primeros Cantos– se vuelve inteligible. Él es el poeta que se ha colocado con mayor rigor y casi con «absoluta desfachatez» (unmitigated gall) frente a la catástrofe de la cultura occidental. Mucho más decididamente que Eliot, Pound vive en esa «tierra baldía», un infierno que, como sugiere en el Canto XLVII, no es posible, como ha hecho el «reverendo Eliot», «atravesar rápidamente». Pero justo por eso, para él «todas las edades son contemporáneas» y puede referirse inmediatamente a la historia entera de la cultura, de Homero a Cavalcanti, de Mani a Mussolini, de Dante a Browning, de Perséfone a Woodrow Wilson, de Confucio a Arnault Daniel. «Sólo Pound», dijo Eliot, «es capaz de verlos como seres vivos», siempre y cuando precisemos que, en los Cantos, son en realidad sólo pedazos que emergen por un instante del Leteo e incesantemente se sumergen en él.”

Santos Domínguez