13/7/18

Cuaderno de Nueva York


José Hierro.
Cuaderno de Nueva York.
Ilustraciones de Adolfo Serra.
Posfacio de Vicente Luis Mora.
Nórdica. Madrid, 2018.


Esta música lleva mucha muerte dentro. 
El amor lleva dentro mucha música, 
mucho mar, mucha muerte. 
La muerte es un amor que habla con el silencio. 
El amor una melodía hija del mar y de la muerte: 
asciende, gira, enlaza el cuerpo, lo encadena 
hasta asfixiarlo despiadadamente.

En esos versos del Adagio para Franz Schubert están algunas de las claves temáticas del Cuaderno de Nueva York, el libro de José Hierro que publica Nórdica en una estupenda edición ilustrada por Adolfo Serra que cierra un posfacio en el que Vicente Luis Mora destaca la importancia de esta obra, porque "amén de sus méritos propios, el último libro orgánico de José Hierro tiene la especial virtud de constituirse como un aleph de toda su obra poética."

Se conmemoran así los veinte años de este libro, que tuvo un asombroso éxito editorial y que era el resultado de siete años de escritura sobre el amor y la muerte, el arte y el tiempo, la poesía y la música, que ocupa un lugar central en la obra.

Treinta y dos poemas, organizados en una estructura musical musicalmente con un preludio y tres movimientos constituidos por poemas largos, salvo en la parte central, Pecios de sombra, en donde predominan los poemas breves de arte menor. 

Cuaderno de Nueva York es un libro unitario, no sólo porque sus poemas están conectados por el espacio unificador de la gran ciudad que les sirve de escenario, sino porque la tonalidad que los recorre responde a un mismo acorde poético que funde lo exterior y lo interior, la historia y la biografía, la reflexión y la emoción, el presente y la memoria en unos poemas discursivos y alucinados, visionarios y descriptivos. 

Entre el reportaje y la alucinación, entre lo lírico y lo narrativo, un paisaje con figuras como Mozart y Beethoven, Schubert y Pound, Warhol y Alma Mahler,  Miguel de Molina y Bach, Lope y Gershwin, Brahms y Verdi, Schumann y el Rey Lear, solitarios sacados de su tiempo y de su espacio para habitar en estos poemas y expresarse mediante monólogos dramáticos que permiten a Hierro la fusión de la experiencia propia y la ajena, su proyección personal en el personaje con un yo poético ambiguo y polivalente.

Esta magnífica edición ilustrada se enriquece con la interpretación gráfica que hace Adolfo Serra de los poemas de Cuaderno de Nueva York, en los que Hierro dejó versos tan intensos y desgarrados como estos de A orillas del East River:

Siempre aspiré a que mis palabras, 
las que llevo al papel, 
continuasen llorando
–de pena, de felicidad, de desesperanza, 
al fin, todo es lo mismo–, 
porque yo las había llorado antes; 
antes de que desembocasen en el papel blanquísimo, 
en el papel deshabitado, que es el morir. 
Dejarían en él los ecos asordados empañados, 
de lo que tuvo vida.

Santos Domínguez