C. P. Cavafis.
Ítaca.
Traducción de Vicente Fernández González.
Ilustrado por Federico Delicado.
Nórdica. Madrid, 2015.
"Cavafis vuelve al texto homérico, a los elementos nucleares del relato: Ítaca, la travesía, los peligros y las riquezas del camino, las aguas y las costas ignotas, la aventura y la experiencia… Vuelve al texto homérico, pero su poema no es un trasunto de la Odisea; Itaca es definitivamente otra cosa/… /, el viaje de Ítaca no es el viaje del regreso, no es un viaje de vuelta, es un viaje de ida, el primer viaje, el viaje”, escribe Vicente Fernández González en el prólogo de su traducción de Ítaca ilustrada por Federico Delicado y editada por Nórdica.
Cuando la travesía emprendas hacia Ítaca,
pide que sea largo tu camino,
lleno de aventuras, pleno de saberes.
Con esos versos comienza uno de los poemas imprescindibles de la historia de la literatura, un viaje a la libertad y al conocimiento, pero sobre todo un viaje al fondo de uno mismo a través de mares tranquilos o agitados, porque en este viaje los peligros están más dentro que fuera.
Como todos los grandes textos clásicos, Ítaca es, además de un poema memorable, un texto lleno de matices, abierto a las interpretaciones y que conserva inaccesible una parte de su sentido. Uno de sus secretos, sin duda, es el tono de voz: ese tono inconfundible de Cavafis del que Auden decía que no puede ser descrito, sólo imitado o parodiado.
Metáfora de la vida, invitación al viaje, pero también texto de despedida, su ambigüedad nace en el primer verso con el uso de una segunda persona que puede ser la de Ulises, la conciencia del propio poeta o la del lector. Esa ambigüedad, que permite el funcionamiento simultáneo de esos tres niveles de significación, acaba enriqueciendo el contenido del poema.
Las espléndidas ilustraciones de Federico Delicado proponen una interpretación plástica del texto con diversidad de rostros y edades sobre el fondo del mapa de las islas del Egeo, del Mar de Mirtos y del Mar Jónico, donde está Ítaca, a donde se llega sin temor y sin prisa.
Una Ítaca que, además de la patria de Ulises, es el destino en un doble sentido –destino geográfico y destino individual–, pero es también el motor de un viaje hacia el conocimiento y hacia el fondo de uno mismo:
Con la sabiduría que has alcanzado, con tu experiencia,
ya habrás comprendido qué significan las Ítacas.