Enrique Sacerio-Garí.
Para llegar a La Habana.
Prólogo de Norberto Codina.
Bartleby Editores. Madrid, 2013.
Me preguntan por mi poética y la respuesta rápida es que tiene que ver con Cuba, con fechas y hechos (mejor dicho, lo hecho), vivencias aparentemente desparramadas, semillas que producen raíces interreales. Lo interreal es lo sencillo y concreto con un doble sentido de ausencia y conciencia histórica intertextual. Mi poesía tiene que ver con la distancia que me separa de Cuba y las distancias que me acompañan en lo cotidiano, afirmaba Enrique Sacerio-Garí (Sagua la Grande, 1945) en una ponencia que leyó en la sesión "La literatura cubana de la diáspora" que se desarolló en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, México, el 7 de diciembre de 2002.
Y esas claves de su poética son las que que vertebran su último libro, Para llegar a La Habana, que acaba de publicar Bartleby con un elocuente prólogo de Norberto Codina.
Entre Lezama (Para llegar a Montego Bay) y Cortázar (Para llegar a Lezama), entre Sagua y La Habana, entre la nostalgia y la esperanza, Para llegar a La Habana es un constante viaje de ida y vuelta en el que se confunden el telar de Penélope con su continuo ir y venir y la figura de Ulises, en un trayecto desde el presente al pasado, desde las ciudades del mundo hasta el paisaje original de la infancia desde Estados Unidos a Cuba, porque no hay más Sur / que Cuba / desde lo southernmost / ni más norte / que Martí.
Travesías del presente en un espléndido conjunto de poemas del regreso, con un agudo sentido de la temporalidad y una insistente búsqueda de la identidad entre las referencias autobiográficas y las alusiones metapoéticas: Quién nos va a decir / lo que hacían nuestras abuelas en 1898, / ¿quién logra ver lo que conforma sus manos?, / ¿una copa de cristal fino, un diamante / o la hora más oscura de los carboneros?
Santos Domínguez