27/9/08

Llenar tu nombre


Ana Rossetti.
Llenar tu nombre.
Bartleby. Madrid, 2008.


Han pasado casi treinta años desde que Ana Rossetti publicó Los devaneos de Erato, un libro que no ha perdido frescura con el paso del tiempo. Desde entonces, y con creciente calidad, su autora ha ido construyendo una obra sólida que la ha consolidado como una de las voces más personales de la poesía española actual.

Libros posteriores como Dióscuros e Indicios vehementes se movían entre los mitos clásicos y la estética barroca, se proyectaban en el mundo de la infancia que era el centro de Devocionario o iban del erotismo a la cultura pop en Yesterday.

Más de treinta años de creación literaria que se recopilaron en La Ordenación, su poesía completa hasta 2004. Tres décadas en las que la palabra ha ido delimitando su propio territorio en torno al tiempo, la memoria, el amor y la música.

Cambiante en temas y exigente con la forma, sin acomodarse en fórmulas, la obra de Ana Rossetti ha encontrado su centro en el equilibrio entre el qué y el cómo, entre la materia y la forma. Lo prueba su muy reciente Llenar tu nombre, que publica en Bartleby, un libro de búsqueda y asombro, de hallazgo y palabra inspirada.

Llenar tu nombre, como toda la poesía que de verdad importa, es un libro arriesgado, una virtud que hay que agradecer no sólo porque renuncia al anodino tono en mi menor que tanto abunda por aquí últimamente, sino porque asume incertidumbres vitales y estilísticas para levantar sobre ellas una nueva propuesta. En eso se centra Ana Rossetti en Llenar tu nombre, en elaborar un mapa para atravesar el territorio revelado y nocturno de la poesía.

La reflexión sobre el sentido de la creación poética, el elogio de la palabra y el concepto, del vaticinio y la conciencia cimentan una defensa de la poesía como revelación y conocimiento, una imagen del mundo como “texto cambiante e inconcluso” que surge de la noche.

Memoria y diccionario, forma y experiencia que sirven para inaugurar el mundo, para trazar, desde “el oceano denso del lenguaje” esos “planos del asombro” de los que habla un poema.

En Llenar tu nombre Ana Rossetti mantiene un diálogo sostenido con la poesía como epifanía y descubrimiento, como búsqueda en lo oscuro y revelación en la noche:

Sólo vertemos nuestro asombro en la matriz fecunda del poema

Ese impulso emparenta a la autora con Emily Dickinson, a quien se evoca en un espléndido poema, y culmina un libro que es también una acción de gracias a la “Poesía, señora nuestra.”

De ahí el tono de oración predominante en los últimos textos: Así en la tierra, Como en el cielo o la Oración final:

Bendita sea tu pureza,
y eternamente sea vivificada
desde el sufrimiento del mundo,
desde la grandeza, desde el amor del mundo,
desde toda criatura y sus voces.

Santos Domínguez