16/2/24

Vittorio Sereni. Estrella variable



Vittorio Sereni. 
Estrella variable.
Edición bilingüe de José Muñoz Rivas.
Libros del Aire. Santander, 2023. 

Vistas desde la tierra, la mayoría de las estrellas no tienen brillo constante, sino que varían periódicamente su luminosidad, o por cambios en la luz que emiten o porque otro objeto interpuesto puede reducirla o eclipsarla: estas estrellas se denominan estrellas variables.

Esa luz cambiante es la que se evoca en el título del último libro de Vittorio Sereni, Estrella variable, que acaba de publicar Libros del Aire con una admirable edición bilingüe de José Muñoz Rivas, que culmina así, tras las ediciones de Frontera, Diario de Argelia y Los instrumentos humanos, su espléndido trabajo de traducción de los cuatro libros de poesía de Sereni (1913-1983), uno de los poetas fundamentales de la literatura italiana del siglo XX.

Estrella variable es seguramente su cumbre poética, la más alta decantación de su escritura y de la indagación en el fondo de sí mismo que recorre una trayectoria poética que, aunque reducida en número de libros, cuatro entre 1941 y 1981, fue muy intensa y muy dilatada en cuanto al número de poemas que incluye cada uno de sus títulos.

Al comienzo de su introducción escribe Muñoz Rivas que Estrella variable “pone un colofón impecable y al mismo tiempo necesario a los más de cuarenta años de reflexión sobre la literatura y particularmente sobre la poesía. Un colofón sin duda lleno de brillantez y de belleza, que sin embargo se planteaba en el fondo una valoración, si queremos una reflexión teórica, en torno a la actividad poética de prácticamente toda su vida de artista en un contexto social y político muy difíciles en toda Europa, y sin duda también en Italia. En este sentido, no habría que perder de vista que se trata de una obra poética realizada con gran esfuerzo durante unos años de mucha complejidad y crispación social y política a nivel internacional, y marcados gravemente por la tragedia colectiva y la guerra.”

Tras una primera versión restringida, no venal y reducida en 1980, en diciembre de 1981 se publicó la edición definitiva de Stella variabile, con una significativa cita de Montaigne en la solapa, alusiva al carácter fluctuante y mudable de la realidad y la vida del hombre. El texto de los Ensayos de Montaigne, citado a menudo y de forma peculiarmente infiel entre nosotros por Josep Pla, decía: “El hombre es sin duda un tema maravillosamente inútil, diverso y ondulante. Resulta complicado fundamentar juicio constante y uniforme en él.”

Con su inconsistencia incierta, la imagen de la estrella variable se convierte así en centro temático y en metáfora del debate interior del poeta, entre la duda y el vacío, entre el tiempo fugaz y la belleza esquiva. Y en torno a esa realidad fluctuante, de luces y sombras, de vida y muerte, de provisionalidad y regeneración, de descenso y ascenso, gira el debate interior del poeta en las cinco partes en que se articulan los poemas de Estrella variable, “una estructura mucho menos estudiada y obsesiva que la de los libros anteriores”, como señala Muñoz Rivas, que en el estudio introductorio hace un repaso a la historia textual del libro, a su recepción crítica y a su sentido en el conjunto de la trayectoria literaria de Sereni.

Estrella variable tiene su corazón en ‘Un posto di vacanza’ (‘Un lugar de vacaciones’), un largo poema en siete movimientos, escrito en un prolongado proceso de quince años de escritura, desde aquel 1965 al que se remontan los poemas recogidos en el libro. Es un poema-relato que se convierte en el eje central que organiza el conjunto e irradia su sentido al resto de las composiciones del libro, “ya que -afirma Muñoz Rivas- es tal la dialéctica metaliteraria que el extenso poema narrativo encierra, que prácticamente el resto de las composiciones están subordinadas a este con mayor o menor fuerza, con hilos a veces muy sutiles, casi imperceptibles.”

La indagación ética y poética en la oscuridad y el silencio se proyecta  en la disposición onírica y visionaria de los poemas de Sereni, porque su poesía -afirma Muñoz Rivas- “se introduce en el discurso del sueño y de la visión, de un modo cada vez más exclusivo, apuntando hacia una concepción cada vez más cerradamente alegórica y metafísica, donde la exploración de las sombras, o mejor, del reino de las sombras, se hace paulatinamente más inherente al estatuto de lo poético.”

Un estatuto en el que se suceden los cambios de temperatura moral y emocional, de tono poético y de temple anímico: desde la ira a la serenidad, desde la melancolía al hermetismo, desde el entusiasmo a la desolación o desde la expresión de la angustia a la distancia de la ironía, como en este memorable ‘Poetas en Vía Brera: Dos edades’:

Hace falta un siglo o casi
– se encendía Ungaretti en la puerta
de la Galería Apollinaire –
hace falta todo el trabajo, todo el mal 
toda la sangre podrida
toda la sangre límpida
de un siglo para hacer uno…

(Entre tanto 
en la acera de enfrente
de dos en dos por el brazo sujetándose 
de dos en dos odiándose con trinos
de recíproco amor
seis desfilaban. Seis)

Quiero terminar esta reseña destacando el mérito de José Muñoz Rivas como traductor de una obra poética tan imprescindible, pero también tan compleja, como la de Sereni. Especialmente en esta Estrella variable ha tenido que superar brillantemente el reto de reflejar toda su riqueza expresiva y de trasladar al español los cambios de registro verbal, de lo coloquial a lo culto, de lo directo a lo simbólico, de poemas tan caleidoscópicos como el ya mencionado ‘Un posto di vacanza’, cuya última sección comienza así:

Nunca tan denso, nunca 
tan densamente deliberante 
apenas fuera de la desembocadura 
en redondo el grupo de gaviotas. Una 
se separa en el vuelo, lanzándose 
pesca algo, vuelve al conciliábulo.

Eres ya mar de invierno: 
enajenado, como encerrado en sí.

Un libro magnífico que habla del fuego y las cenizas, del vacío de la sombra y del color del verano en las pérgolas de un bar de San Siro. O, por decirlo en términos proustianos, de las intermitencias del corazón.


Santos Domínguez