Will Gompertz.
Mira lo que te pierdes.
El mundo visto a través del arte.
Traducción de Abraham Gragera.
Taurus. Madrid, 2023.
Este autorretrato de Rembrandt, de 1669, cuando tenía sesenta y tres años, es una de las treinta y dos imágenes que Will Gompertz comenta en los treinta capítulos de Mira lo que te pierdes, que publica Taurus con traducción de Abraham Gragera.
Subtitulado El mundo visto a través del arte, el propio Gompert explica en la introducción que el propósito de su libro es explorar “lo mucho que hay que aprender de los artistas sobre la contemplación de los instantes cotidianos cargados de belleza y asombro que nos rodean, pero que suelen pasarnos desapercibidos. Con la ayuda de algunos grandes pintores y escultores, nosotros también podríamos ser más sensibles y más conscientes. Eliminar esas anteojeras invisibles y cargadas de prejuicios que reducen nuestra perspectiva a una visión de túnel. En resumen, podríamos recurrir a los artistas para que nos ayudasen a ver lo que nos estamos perdiendo.”
‘Rembrandt: Verte a ti mismo’ se titula el capítulo en el que explica que “Rembrandt nos da una clase magistral sobre cómo mirarnos a la cara a nosotros mismos. Jamás se amilanó al clavar sus ojos sobre su propia imagen. Sabía que cada músculo crispado, cada mínima arruga, cada mancha en la piel, revelaba lo más profundo del alma.”
Comienza con este párrafo: “Si pudiera elegir como quién mirar, elegiría a Rembrandt (1606-1669). El maestro del Siglo de Oro holandés veía con tanta claridad. Lo mismo daba que pintase a un próspero comerciante o que dibujase a un campesino indigente, su ojo inquisitivo atravesaba la apariencia externa para revelar un alma viva. Sus cuadros son el polo opuesto de esas fotos artificiosas a base de poses estudiadas que vemos a diario en las redes sociales.”
Y así, desde las nubes voluptuosas que pintó Constable a la escultura Xochipala que representa a un adulto y a un joven sentados; desde una composición abstracta y sinestésica de Kandinski a la atmósfera emocional de Las grandes bañistas de Cézanne, Will Gompertz explora nuevas miradas a través de la pintura y la escultura: la mirada a la naturaleza a través de Hockney, la percepción de lo invisible con Hilma Af Klint y el estudio de la soledad y el aislamiento en un cuadro de Hopper, la mirada dramática y sangrienta de Artemisia Gentileschi y la mirada íntima y perturbadora de Tracey Emin, la mirada mental del ghanés El Anatsui y la mirada política de Rubens, la mirada dolorosa y visionaria de Frida Khalo y la armonía de la naturaleza en Guo Xi, un pintor chino del siglo XI, o la suma de contemplación y meditación en los cuadros geométricos de Agnes Martin.
Ver la música, Ver por el dolor, Ver de verdad, Ver la ambigüedad, Ver con la mente, Ver lo que falta, Ver con la fantasía, Ver lo invisible o Ver la armonía son los títulos de algunos capítulos de este libro, escrito con admirable agilidad expresiva y con enorme profundidad analítica, que recoge treinta y dos ejercicios de percepción en los que se refleja la capacidad del artista para contemplarlo de forma diferente, para “convertirnos en maestros del mirar y experimentar la realidad con la consumada atención de un artista: sentir el placer de contemplar el mundo con ojos no miopes.”
Desde Fra Angelico al escultor Isamu Noguchi, nacido en 1951, desde varios siglos antes de nuestra era hasta manifestaciones artísticas de ahora mismo, como La llegada de la primavera en Woldgate, East Yorkshire -un cuadro de 2011 de David Hockney- o Nómbrala, de Jennifer Parker, “un clásico contemporáneo” de 2017, Gompertz reúne en Mira lo que te pierdes treinta y dos propuestas para mirar el mundo de manera más consciente y aguda, tan intensa como si fuera la primera vez.
Treinta y dos propuestas que estimulan la contemplación de la realidad desde una nueva perspectiva, porque -afirma Gompertz- ‘un árbol, un edificio, el color de una carretera se vuelven invisibles, no dejan huella en nuestra conciencia. Nos perdemos muchas cosas. Los artistas, sin embargo, no. Ellos son capaces de ver con «ojos inocentes», como dijo John Ruskin, el crítico de arte victoriano. Aprenden a desaprender: a ver como si fuera la primera vez y no la enésima.”
Santos Domínguez