10/5/21

Monólogos de la bella durmiente

 
 Miguel Morey.
Monólogos de la bella durmiente.
Sobre María Zambrano.

Alianza Editorial. El libro de bolsillo. Madrid, 2021.

“La historia de este libro es una larga historia, y por ello mismo no parece aconsejable entrar en muchos detalles. Con saber tan sólo que el primer texto que aquí se recoge se remonta al año 1991 y que el más reciente se acabó de escribir hace pocas semanas, debería bastar para hacerse una idea de cuán largo, lento y variopinto ha sido el camino que queda en buena medida consignado en las páginas que siguen. Se recoge aquí la práctica totalidad de lo que he publicado de alguna relevancia a propósito de María Zambrano a lo largo de casi treinta años.
Con el mismo título, Monólogos de la bella durmiente, se publicó hace unos años un work in progress de una parte del presente texto (en Ed. Eclipsados, Pamplona, 2010), como un primer material de trabajo. A partir de aquella edición primera se llevó a cabo una revisión general, se reconsideraron los textos allí publicados junto con los comentarios y críticas recibidos, se reescribieron en su mayoría y se añadieron otros nuevos para la presente edición”, escribe Miguel Morey en ‘Lecturas de María Zambrano’, el Prefacio con que presenta sus Monólogos de la bella durmiente. Sobre María Zambrano, que publica El libro de bolsillo de Alianza Editorial.

Organizados en dos secciones, estos dieciséis estudios son el resultado de treinta años de reflexión sobre la obra de María Zambrano, abordada directamente en los once Monólogos y de manera tangencial en los cinco Apartes que se centran en la obra de Valente, José Miguel Ullán o Ramón Gaya.

Textos -explica Miguel Morey- que “a pesar de sus diferencias formales, comparten una misma voluntad, acompañar al lector un tramo por ese paso a paso de la lectura y la meditación. Sabemos que no puede resumirse con otras palabras lo que Platón o Nietzsche dicen, que no puede hacerse una síntesis satisfactoria de su prosa a otro nivel de lenguaje; hay que leerlos y, sobre todo, releerlos, no queda otra – y esto es así también con la prosa de M. Zambrano: lo único que puede hacerse en estos casos es dar orientaciones que pudieran servirle acaso al lector para que lo que lee no se le haga obstáculo, abrirle espacio a los lados, desplegar ejemplos, variaciones, invitarle a demorarse en algún rincón erudito o probar a encenderle ocasionalmente una luz cenital. Tengo la convicción de que las dificultades del pensamiento de María Zambrano pueden ser allanadas, en una buena medida, inventando vías de acceso, creando las condiciones para una escucha posible. Y no es otra cosa lo que aquí se ha intentado, reiteradamente, sin tratar de escamotear en ningún caso una dificultad que es precisamente lo que en la escritura de M. Zambrano no deja de darnos que pensar – su claroscuro…”

Precedidos de un Preludio ('María Zambrano, uso y mención'), los once Monólogos, son el “relato de una experiencia de lectura” que recorre la patria de la infancia y la conciencia del tiempo, el interrogar, la figura de Antígona (“Un emblema, tanto del sentir propio a la antigua tragedia como del que subyace a la reflexión misma de María Zambrano”), el pensamiento y la escritura de la duermevela, los delirios habaneros y la soledad o la mirada con los ojos cerrados del sueño y la noche.

María Zambrano, discípula de Ortega y Gasset, transformó la razón vital de su maestro en razón poética y exploró las relaciones entre pensamiento y poesía, entre filosofía y creación, entre la razón y el conocimiento poético en la mística o el Romanticismo hasta llegar a Valèry, con quien la poesía deja de ser sueño y se convierte en exactitud.

“Filosofía y poesía -escribe Miguel Morey en “Divagaciones sobre el interrogar”- han acercado tanto sus caminos, han estado tan cerca de compartir un mismo afán salvífico que no cuesta demasiado comprender que se soñara con hermanarlas en una sola escritura creadora que acogiera, a la vez, la radicalidad última del interrogar poético y el interrogar filosófico -trascendidos ambos en un tercer espacio de interrogación denominado ahora, con un bello oxímoron (la figura más propia de la tragedia y de la mística): razón poética.”

Y porque filosofía y poesía, pensamiento y palabra se funden armónicamente en la razón poética de María Zambrano, estos textos prestan atención no sólo al pensamiento, sino también a la calidad de la escritura de María Zambrano, a “un ideal de excelencia en la prosa de pensamiento” que define así Miguel Morey:
 
El puro milagro de una prosa que mientras se deshace se enciende; lugar de encuentro donde la visión y la mirada se reflejan... Se diría que aquella impresión primera ya presentía esta idea cuando tildaba de mágica a la prosa de Zambrano, por el modo en que se la veía venir como rodeada por un velo que tamizara la luz con sus ondulaciones, y avanzar así ceremoniosa, solemnemente, hasta que de pronto, una ráfaga repentina disipaba todos los tornasoles y daba paso a una claridad que parecía clavarse en el fondo de la pupila, profundamente simple sin embargo...
A esta impresión primera se corresponde el título de este libro, que remite al universo de los cuentos de hadas; y que tal vez fuera la primera respuesta que se encontró para la pregunta: ¿a qué suenan las palabras de María Zambrano? De primeras, sonaban a una voz que iba hablando desde el otro lado, más allá de un muro imposible de sortear, a menos que, con cuidado, volviera uno sobre sus propios pasos y se fueran siguiendo las indicaciones que iban apareciendo, traspasando umbrales por el laberinto, probando a ver, aceptando la guía, sintonizando frecuencias; y entonces sí, sucedía que poco a poco finalmente iba sonando ya más nítida la voz, más clara, cristalina en ocasiones, cercana…
 
La calidad de la prosa de María Zambrano y la sutileza de su pensamiento son constantes de una obra y una actividad intelectual que se prolongó durante más de sesenta años de indagación en las conexiones entre filosofía y lenguaje, entre razón y revelación, entre el misterio y el secreto, entre la palabra y la música. Estos ensayos, además de ser invitaciones a su lectura, exploran su universo deslumbrante.
 
Santos Domínguez