11/11/19

Chéjov. Cuentos

Antón Chéjov.
Cuentos.
Edición de Jesús García Gabaldón.
Cátedra Letras Universales. Madrid, 2019.

"El arte de Chéjov es el arte del retrato. En este sentido, cabe afirmar que, ante todo, caracteriza Chéjov como artista su peculiar poética de la mirada. No podía ser de otra forma en un artista figurativo, esencialmente realista. Pues Chéjov no inventa, sino que describe. Pero ese plástico describir suyo se basa no ya en técnicas pictóricas, sino fundamentalmente fotográficas e incluso cabría añadir, cinematográficas. Aunque no solo en ellas. Hay una excepcional e innovadora maestría de la palabra y de la composición (narrativa, musical, dramática) en los cuentos, relatos, novelas cortas y dramas de Chéjov. Pero lo que realmente da unidad y sentido a su obra es su intuitiva y profunda visión -radiografía, acaso- de la crisis del sujeto moderno", escribe Jesús García Gabaldón en la introducción de la espléndida antología de cuentos de Chéjov que ha traducido para Letras Universales Cátedra.

Una selección irreprochable que "presenta todas las etapas de la evolución literaria de Antón Chéjov y que brinda una imagen representativa de estructuras genéricas, técnicas narrativas, personajes y temas. La elección obedece, además, a otros dos factores combinados: de un lado, naturalmente, el juicio de gusto; de otro lado, el propósito de presentar al lector en español aquellos cuentos de Chéjov que puedan ser más próximos a su sensibilidad y a su pensamiento actuales." 

Ordenados cronológicamente, entre la Carta a un vecino erudito y La novia, se reúnen en este volumen treinta cuentos que contienen lo más significativo del universo narrativo de Chéjov. Relatos como Muerte de un funcionario, El camaleón, Ostras, Vanka, Las grosellas, Iónych o La dama del perrito

Natalia Ginzburg resumió los cuentos de Chejov con una imagen intuitiva y precisa: su obra es la de alguien que nos abre una puerta o una ventana y nos deja mirar dentro de la casa por un momento. Luego, la misma mano que la había abierto, cierra la ventana o la puerta. 

Narrador de voz baja, Anton Chéjov construyó su universo literario con lo fugaz y lo secundario. En sus relatos abiertos conviven misteriosamente la levedad y la intensidad, la emoción y la distancia, se armonizan la ironía y la piedad, el humor y la tristeza bajo una mirada compasiva y honda, menos optimista que piadosa, que vive en el matiz y en la sutileza con que el escritor construye a los personajes, en las contradicciones de sus comportamientos y en la economía de sus elipsis sugerentes que dejan los finales abiertos. 

La mirada sutil de Chéjov, que a diferencia de Dostoievski o Tolstoi nunca contempla a los personajes desde arriba, sino cara a cara, teje un hilo invisible y persistente que une, en la melancolía invisible y en la tonalidad persistente de su literatura, a Chéjov con Cervantes y con Shakespeare en la construcción de un universo narrativo en el que conviven ricos y pobres, sinceridad y simulación en una indagación honda y fundacional en la condición humana. 

Una mirada magistral que vive en el matiz y en la sutileza con que construye a los personajes, en las contradicciones de sus comportamientos y en la economía de la elipsis, en la intensa emoción que habita en lo trivial, en la desesperanza contenida, en la ausencia de patetismo gesticulante, en unos silencios que son más significativos que las palabras que los ocultan. 

Está aquí el Chéjov imprescindible, capaz de sugerir con una enorme economía de medios, un Chéjov a caballo siempre entre el humor y la melancolía, entre la crítica y la emoción, entre la compasión y la ironía, un autor que proyecta su mirada sobre un mundo habitado por personajes que se mueven entre la esperanza y las frustraciones, incapaces de comprender la reglas opacas con las que funciona el mundo. 

Alguna vez se ha dicho que sus relatos son una enciclopedia de la vida rusa. No es exactamente así. Son una enciclopedia de la vida. Y eso es lo que lo convierte en un clásico universal.

Santos Domínguez