Boris A. Novak.
El jardinero del silencio y otros poemas.
Selección y prólogo de Laura Repovš.
Traducción de Laura Repovš
y Andrés Sánchez Robayna.
Galaxia Gutenberg. Barcelona, 2018.
Mientras los padres viven, con sus cuerpos
están entre la muerte y nosotros, sus hijos:
miramos el destino como a través de un velo.
Sentí dolor al ver tus manos secas
cuando moriste, oh padre mío único:
aún tuyas, y ahora ajenas, se sumieron
tan hondas que no pude yo alcanzarlas,
en el aire, muy cerca, aquí, en la fuente
de las lágrimas, donde tiendo mi rostro y lloro.
Aquella tarde grande, aterradora,
justo al lavar tu cuerpo ya marchito,
por devolver bella inquietud al mundo,
yo asumí claramente, como un cristal, perplejo,
mi propia muerte humana: ahora el padre soy yo,
yo la herida desnuda que exasperadamen
va protegiendo al hijo del golpe del granizo
con la sola extinción del cuerpo propio
que crece en la memoria hacia el futuro
y canta, ritmo en danza, la nieve del adiós.
Vuelo hacia el otro lado, según la ley del ave
migratoria, y llorando, vuelvo a ti,
padre mío.
Ese es uno de los textos que forman parte de El jardinero del silencio y otros poemas, la antología poética del esloveno Boris A. Novak (Belgrado, 1953), poeta y traductor, ensayista y catedrático de Literatura comparada en la Universidad de Liubliana.
Con selección y prólogo de Laura Repovš, autora también de la traducción junto con Andrés Sánchez Robayna, esta antología que publica Galaxia Gutenberg recoge cuarenta años de escritura y muestras de quince libros de Novak en un volumen que toma su título de un libro de 1990 en el que ya se presagiaba el tono elegíaco que atraviesa su poesía, anclada en la memoria personal y colectiva, en versos como estos:
¡Oh niño en el jardín,
el jardín en la rosa
y la rosa en la mano de ese niño,
oh juego, infancia de la muerte!
Ya en Maestro del insomnio, el libro de 1995 al que pertenece el poema Padre, se percibe el paso del tono hímnico que predominaba en libros anteriores al tono elegíaco, sombrío y comprometido que en la poesía de Novak traza esa Geografía de la nostalgia con el que titularía significativamente uno de sus libros posteriores.
No es el único rasgo evolutivo de una obra que transita desde la impersonalidad neovanguardista a la autobiografía y al rigor formal, en una trayectoria que recorre la conciencia del tiempo y que alcanza la culminación en La puerta sin retorno, un ciclo de poesía épica desarrollado a lo largo de veinte años que se contiene en tres volúmenes: Geografía de la nostalgia, El tiempo de los padres y Las residencias de las almas.
En ese ciclo que ha ido apareciendo entre 2014 y 2017 Novak perfila un mapa de la memoria del mundo y recorre espacios y tiempos, pueblos y escuelas, bosques y cementerios, mares y cárceles, recurre a la alegoría de la vida como navegación en un viaje por el pasado y el presente, por la vida y la literatura, las historias de la infancia y las guerras, lo público y lo íntimo, lo colectivo y lo personal a lo largo de 99 cantos que tienen como referencia el modelo dantesco de la Divina Comedia.
Atravesada por la reivindicación de la dignidad de la memoria individual y cultural y por una concepción curativa de la literatura, en la poesía de Novak forma y contenido aparecen unidos en la orquestación del sonido y el sentido del poema, porque “el sonido significa y el significado suena”, afirma el poeta, autor de una obra en la que se conjugan también la palabra y la memoria para ordenar y dar sentido al mundo en una Gramática del alma, que así se titula el texto de Las residencias de las almas que termina con estos versos:
Miro el hondo secreto, más desnudo que nunca,
que me susurra levemente: El alma es el verbo
El alma es el verbo
El alma es el verbo
Santos Domínguez