José Antonio Ramírez Lozano.
Los celos de Zenobia.
Pre-Textos. Valencia, 2016.
“Yo tengo escondida en mi casa, por su gusto y el mío, a la Poesía. Y nuestra relación es la de los apasionados", escribía Juan Ramón Jiménez en la antología Poesía española que publicó Gerardo Diego en 1932.
De esa declaración arranca la trama de Los celos de Zenobia, la novela corta con la que José Antonio Ramírez Lozano obtuvo el Premio Juan March Cencillo que acaba de editar Pre-Textos.
Metáfora hecha carne trascendida en las morbideces de Jean-Marie, Francina, Susana Almonte y Louisa Grimm se manifiesta una polifonía de personajes femeninos que habitan la primera época de poesía impura juanramoniana. Voces y actitudes que provocan los celos de Zenobia y la obsesión de un Juan Ramón Jiménez empeñado obsesivamente en depurar su obra, en olvidarse de su primera etapa y de su segundo apellido.
Desde que Cervantes incorpora la novela corta italiana al español, la acompaña de un elemento nuevo que será fundamental desde entonces: el diálogo, que cumple también una misión central en los quince capítulos breves en los que se organiza el relato.
Una trama soportada en su domesticidad, menos que intrahistórica, por Juan Ramón, Zenobia y Juan Guerrero Ruiz y por la que circulan también Unamuno y Azorín, los Machado y Sánchez Mejías, Neruda y algunos nombres del 27.
Una peripecia que dura hasta que la sensual inquilina, harta de su encierro y de una dieta purgativa, huye al sur, a Casablanca, para acabar en un café cantante donde "se fue desnudando", como quería Juan Ramón de su obra. Y otra vez la metáfora se hace carne.
Por debajo del tono irónico y desenfadado del relato, una mirada a los entresijos de la creación poética, al cielo y al infierno de la palabra y a la lucha por la expresión.
Santos Domínguez