17/4/17

Aurora Luque. Antología esencial


Aurora Luque. 
Médula. 
Antología esencial.
Antología y prólogo de Francisco Ruiz Noguera.
Fondo de Cultura Económica. Madrid, 2014.


Gastar en otra luz
aunque pase la vida, vigilante,
su factura de abismo. Conocer la región 
en que los laberintos se destejen,
donde pueda el Deseo
firmar un alto el fuego con la Muerte.

Así termina Camaradas de Ícaro, el poema que abre el libro de igual título de Aurora Luque. Es uno de los que forman parte de la amplia selección Médula. Antología esencial 1982-2014 que preparó para la colección de poesía del Fondo de Cultura Económica Francisco Ruiz Noguera, autor también de una estupenda introducción -’Para una lectura de la poesía de Aurora Luque’- que propone un clarificador recorrido por el mundo poético de la autora.

Están en ese poema algunos de los temas centrales de la poesía de Aurora Luque, que se vertebra, como señala Ruiz Noguera, en torno a tres ejes: la comunicación entre la Grecia clásica y la actualidad, el diálogo entre la vida y la literatura y la cartografía del deseo que trazan libros tan significativos en su trayectoria como Carpe Noctem o La siesta de Epicuro.

Tres ejes temáticos, porque desde el punto de vista formal es la conciencia del lenguaje como instrumento de búsqueda, como forma de conocimiento más hondo de la realidad, lo que caracteriza la expresión poética de Aurora Luque.

Poesía afirmativa en la que la cultura se hace vida, no letra muerta, y la memoria convoca el pasado y el presente en la propuesta de una “poética solar” donde confluyen lo vivido y lo recordado, la contemplación y el sueño, la literatura y la vida. Como en esta 'Cosecha', de Transitoria:

Recoge la cosecha de los días,
su cereal, su polen,
sus bayas inservibles, sus cortezas amargas, 
su reseca raíz, sus vainas huecas,
su escasísima pulpa azucarada. 

En las cuadradas cajas pon la fruta 
selecta que le agrada a la memoria. 

En un proceso evolutivo cada vez más inclinado al vitalismo celebratorio de esa poética solar que a la nostalgia, dialogan el arquetipo intemporal del mito y el hecho cotidiano, lo clásico y lo contemporáneo, la tradición grecolatina y la experiencia personal, lo mediterráneo y lo epicúreo, la elegía y la oda.

Así en el “Epitafio” que cierra Transitoria: 

Si de algún modo muero,
en las crudas heladas del olvido 
o de muerte oficial,
reléeme esta nota, por favor,
y quémala conmigo. 

La vida no iba en serio ni siquiera más tarde. 
Y no se tarda mucho en comprender
que se trataba solo de unos juegos
para aparcar la muerte. 
Ni siquiera fue un río
pues me tocaron tiempos muy duros de sequía 
aunque el mar esperaba, siempre radiante, al fondo.

He creído en los mitos y he creído en el mar. 
Me gustaron la Garbo y los rosales de Pestum, 
ame a Gregory Peck todo un verano
y preferí Estrabón a Marco Aurelio. 

La labor poética de Aurora Luque es inseparable de su actividad como traductora. La traducción, ha escrito, “es hermana carnal de la creación poética.” Y por eso en esta antología se reserva una sección para sus traducciones de Safo, Catulo o Calímaco.

En el epílogo –organizado en cuatro apartados que resumen su universo poético: ‘Los poetas, camaradas de Ícaro’; ‘El poema, incubadora de utopías’; ‘Un lema: carpe noctem’ y ‘Una poética solar’- Aurora Luque defiende la poesía que “recarga de sentido las palabras vacías” y define al poeta como “un explorador que arriesga, un camarada de Ícaro.”

Santos Domínguez