5/2/13

Henry James. Novelistas



Henry James.
Novelistas.
Traducción de Amelia Pérez de Villar.
Páginas de Espuma. Madrid, 2012.

El efecto- por no decir la principal obligación- de la crítica es que nuestra asimilación y disfrute de lo que alimenta nuestro intelecto sea lo más consciente posible, escribe Henry James en La nueva novela, uno de sus ensayos críticos fundamentales.

Henry James es uno de los iniciadores de una fecunda estirpe de críticos y escritores anglosajones que hicieron compatible la perspicacia de sus análisis con la brillantez de su principal actividad creativa.

A esa tradición crítica, bien alejada de aquella otra formada por escritores frustrados que tan bien conocemos aquí, pertenecen nombres tan fundamentales como T. S. Eliot, W. H. Auden y, entre nosotros, Clarín, Salinas, Cernuda o Gil de Biedma.

Una parte significativa de la obra crítica de Henry James acaba de aparecer en la colección Voces/Ensayo de Páginas de Espuma con traducción de Amelia Pérez de Villar.

Novelistas es un volumen que se publicó en 1914 con quince ensayos críticos de diverso calado sobre autores imprescindibles como Stevenson, Zola, Flaubert o Balzac, maestros indiscutibles de la novela del siglo XIX, y sobre otros nombres menores como los de George Sand, a la que admiró mucho y le dedicó abundantes páginas, D’Annunzio o Dumas hijo.

Desde el reconocimiento de su deuda con un autor tan radicalmente alejado del mundo jamesiano como Stevenson -que nunca borró sus huellas, y esas huellas han resultado ser, seguramente, nuestro mejor compañero. Las hemos seguido hasta aquí, de año en año, de estadio en estadio, con la misma sensación de encantamiento con la que él nos hizo seguir a algún héroe acorralado entre el brezo- hasta el estilo impredecible y despreocupado de la señora Oliphant, autora de muchos centenares de obras en las que la habilidad sustituye al arte, James pasa revista a la fuerza arrolladora del naturalismo en Zola, declara su  admiración por Flaubert, que hace compatibles el Romanticismo y el Realismo, o destaca la capacidad de Balzac para reflejar en sus novelas la densidad compleja de la realidad.

Desde el entusiasta ensayo que abre el libro con una efusiva semblanza personal de Stevenson y un espléndido análisis de su mundo narrativo y su correspondencia, hasta el imprescindible y a veces polémico La nueva novela, la conciencia de la técnica narrativa, el conocimiento de los resortes del relato y la inteligencia de Henry James recorren las páginas de un volumen fundamental para conocer la teoría y la práctica de la novela desde dentro, a través de uno de los escritores más lúcidos y decisivos en la transición de la novela decimonónica a la novela contemporánea.

Santos Domínguez