Carlos Giménez.
Todo Los profesionales.
Debolsillo. Barcelona, 2011.
Todo Los profesionales.
Debolsillo. Barcelona, 2011.
Como ya hizo con Paracuellos y con Malos tiempos (36-39), como próximamente hará con Barrio, Debolsillo reúne en un volumen toda la serie de Los profesionales, de Carlos Giménez. Cinco álbumes -a los que se añade Rambla arriba, Rambla abajo- sobre los dibujantes de historietas en la España de los años sesenta.
El dibujo y el diálogo se compenetran en un relato gráfico de extraordinaria eficacia narrativa, en la crónica intrahistórica de aquellos años difíciles a través de quienes sobrevivían y combatían o resistían sobre el telón de fondo de la España franquista de los veinticinco años de paz. La narración gráfica de unos años cruciales, la recreación de la memoria a través de la historieta de los dibujantes de historietas.
Tras la reconstrucción de la vida diaria durante la guerra civil o la durísima posguerra en un orfanato del Auxilio Social, en Los profesionales Carlos Giménez sigue compaginando experiencia e invención, que se alimentan mutuamente como el dibujo y el texto para dejar un testimonio vital, una interpretación de la memoria recreada en imágenes y palabras de unos tiempos difíciles.
Imágenes y palabras que construyen una crónica lúcida y exacta que va directa al corazón de la realidad a través de Pablo García, que llega a Barcelona con una carpeta llena de dibujos y de sueños. Una mezcla de humor e ironía, de crítica y ternura que construyen un cómic total, en palabras de Vázquez Montalbán, que veía en aquel dibujo y en aquel relato de una memoria urbana, un “viaje cotidiano entre la memoria y el deseo, la nostalgia y la esperanza.”
De esos cruces hablaba también Juan Marsé en el prólogo de Todo Paracuellos cuando evocaba en sus episodios la suma de fantasía e imaginación, que Carlos Giménez pone al servicio de la crónica, del documento que, además de entretener y conmover, ha de constituir un testimonio más, una pieza más en ese gran tapiz que la memoria colectiva está viendo de recuperar, pese a quien pese, para un mejor entendimiento en esta España de secular desmemoria.
Memoria y homenaje a quienes se abrían paso como dibujantes en aquella Barcelona de los años sesenta que era el centro de la industria del tebeo, la historieta, el cómic o como quiera denominarse esta mezcla de imagen y palabra que forma parte de la cultura contemporánea.
Lo explicaba nítidamente Carlos Giménez en el texto de la viñeta inicial de Los profesionales:
Esta serie pretende contar, un poco por encima, cómo eran allá por la década de los sesenta las agencias de historietas de Barcelona, cómo eran algunos de los dibujantes españoles que entonces empezaban a ser profesionales. Cómo vivían, cómo pensaban, cómo era el mundillo en el que se movían.
La recopilación en un solo tomo de esta celebrada serie es una nueva invitación a comprobarlo.
El dibujo y el diálogo se compenetran en un relato gráfico de extraordinaria eficacia narrativa, en la crónica intrahistórica de aquellos años difíciles a través de quienes sobrevivían y combatían o resistían sobre el telón de fondo de la España franquista de los veinticinco años de paz. La narración gráfica de unos años cruciales, la recreación de la memoria a través de la historieta de los dibujantes de historietas.
Tras la reconstrucción de la vida diaria durante la guerra civil o la durísima posguerra en un orfanato del Auxilio Social, en Los profesionales Carlos Giménez sigue compaginando experiencia e invención, que se alimentan mutuamente como el dibujo y el texto para dejar un testimonio vital, una interpretación de la memoria recreada en imágenes y palabras de unos tiempos difíciles.
Imágenes y palabras que construyen una crónica lúcida y exacta que va directa al corazón de la realidad a través de Pablo García, que llega a Barcelona con una carpeta llena de dibujos y de sueños. Una mezcla de humor e ironía, de crítica y ternura que construyen un cómic total, en palabras de Vázquez Montalbán, que veía en aquel dibujo y en aquel relato de una memoria urbana, un “viaje cotidiano entre la memoria y el deseo, la nostalgia y la esperanza.”
De esos cruces hablaba también Juan Marsé en el prólogo de Todo Paracuellos cuando evocaba en sus episodios la suma de fantasía e imaginación, que Carlos Giménez pone al servicio de la crónica, del documento que, además de entretener y conmover, ha de constituir un testimonio más, una pieza más en ese gran tapiz que la memoria colectiva está viendo de recuperar, pese a quien pese, para un mejor entendimiento en esta España de secular desmemoria.
Memoria y homenaje a quienes se abrían paso como dibujantes en aquella Barcelona de los años sesenta que era el centro de la industria del tebeo, la historieta, el cómic o como quiera denominarse esta mezcla de imagen y palabra que forma parte de la cultura contemporánea.
Lo explicaba nítidamente Carlos Giménez en el texto de la viñeta inicial de Los profesionales:
Esta serie pretende contar, un poco por encima, cómo eran allá por la década de los sesenta las agencias de historietas de Barcelona, cómo eran algunos de los dibujantes españoles que entonces empezaban a ser profesionales. Cómo vivían, cómo pensaban, cómo era el mundillo en el que se movían.
La recopilación en un solo tomo de esta celebrada serie es una nueva invitación a comprobarlo.
Santos Domínguez