Saki. Cuentos completos.
Alpha Decay. Barcelona, 2005.
Apaguen ese maldito cigarrillo.
Esas fueron las últimas palabras que se le oyeron a Hector Hugh Munro, que utilizó en su actividad literaria el seudónimo Saki.
Bueno, no fueron exactamente esas palabras, sino la versión inglesa de la frase: Put that bloody cigarrette out.
Fue lo último que dijo. Era el 13 de noviembre de 1916 y el sargento Munro se las dirigía a un inconsciente al que no se le había ocurrido otra cosa que fumar en una trinchera. La brasa del cigarrillo debió de servir de orientación letal a un francotirador que atinó en la cabeza del sargento.
Hay quien interpreta el episodio en clave humorística, con un curioso sentido del humor, un tono más oscuro que el del humor negro. En cualquier caso, entonces sí que fumar era peligroso para la salud.
Saki tenía entonces 46 años y había publicado ya cuatro volúmenes de cuentos. Dejaba otros dos libros sin publicar, Los juguetes de la paz y El huevo cuadrado y otros bocetos.
Esos seis libros de cuentos y algunos otros relatos dispersos los reúne la editorial Alpha Decay en un amplio tomo que recopila los Cuentos completos de Saki, en la colección Alfanhuí , que la editorial barcelonesa dedica a la narrativa.
El volumen reúne por primera vez en castellano todos los relatos de Saki, el seudónimo literario de Hector Hugh Munro (1870-1916), escritor de origen escocés nacido en Birmania y educado en Inglaterra.
Propenso al humor negro, ácido y divertido, Saki está considerado uno de los maestros del humor inglés. Como el mayor humorista inglés del siglo XX lo definió una vez Graham Greene. De su influencia habla el hecho de que Tom Sharpe y Roald Dahl se consideren sus discípulos y de que Borges se declarase devoto lector de esos relatos, aparentemente leves y delicados cuya íntima trama es amarga y cruel.
Fue en el difícil terreno del cuento donde Saki escribió sus textos más duraderos, ejemplo de brevedad y eficacia. Se trata de un conjunto de media docena de libros, desde el inicial Reginald (1904) a los póstumos Los juguetes de la paz (1919) y El huevo cuadrado y otros bocetos (1924) pasando por otras colecciones como Las crónicas de Clovis o Animales y superanimales.
Precedidos de un prólogo de Juan Gabriel López Guix, que ha coordinado esta cuidadísima edición y a un eficiente equipo de traductores, son casi ciento cincuenta los textos que se recogen en este volumen, que incorpora en apéndice algunos relatos que no habían aparecido en libro.
Cuentos generalmente cortos que frecuentan un humor negro cercano a la crueldad. Irónico siempre, cruel a veces, Saki escribe sus historias sin énfasis ni afectación. Fue conservador y antisemita, misógino y homosexual y todas esas características de sus actitud vital se reflejan con mayor o menor crudeza en unos cuentos de finales casi siempre sorprendentes, pero de lógica implacable.
A Saki se le empezó a traducir en Sudamérica (fue Bioy Casares el primero), sobre todo a partir de los años sesenta, y no se incorpora a los catálogos de editoriales españolas hasta los años ochenta, cuando Anagrama y Alfaguara publican algunas antologías de sus relatos.
Muy superior a sus discípulos y muy incorrecto políticamente, esta es una buena ocasión para descubrirlo. Uno de esos discípulos, Tom Sharpe, define con razón estos cuentos como adictivos. Casi todos, añado, son inolvidables.
Santos Domínguez