27 junio 2025

Antidio Cabal. Ciudad. Reposo en la Hélade

 

Antidio Cabal.
Ciudad.
Reposo en la Hélade.
Edición de Antonio Jiménez Paz. 
El sastre de Apollinaire. Madrid, 2025.



SERENIDAD 

Si no fuera porque existe la nada, 
me desesperaría.

Es uno de los poemas de Ciudad (1977), el primero de los dos libros inéditos de Antidio Cabal (Las Palmas, 1925-Costa Rica 2012) que publica El sastre de Apollinaire junto con Reposo en la Hélade (1983-1985) con edición de Antonio Jiménez Paz, que destaca que ambos libros forman parte de la Lírica del yo de un “poeta con identidad literaria propia y transgresor en su propuesta personal.”

Reflexiva y desnuda, directa y conversacional, la poesía existencial de Antidio Cabal indaga en la la identidad personal y en la búsqueda de sentido de la vida. El tiempo y el conocimiento de sí mismo recorren esta ontología poética en la que se cruzan el pensamiento y el sentimiento para expresar la conciencia de los límites, la percepción de la finitud en textos que a veces toman un sesgo distante e irónico como este Codicilo: 

Ahora tengo vestido y nombre, 
los llevaré al funeral.

La insurrección existencial se expresa con frecuencia en este libro con textos brevísimos que están más cerca de la meditación o el aforismo que el poema, como en Patología:

El reposo del espíritu no me va bien.

Es la rebelión que se convierte en motor de los textos como ya anunciaba al final del texto preliminar, que termina con estas palabras: “Prometeo permanece en el ser y en el ente.”

Reposo en la Hélade, el otro libro inédito que recoge este volumen, revela las mismas preocupaciones esenciales y existenciales, el mismo fondo meditativo, expresado ahora a través de la influencia de la filosofía y la tragedia griegas. 

“Cuando descubrí a Grecia, regresé a Grecia, descubrí lo que había, me descubrí a mí en mí”, explica Antidio Caba en el texto liminar. Y de ahí que ahora el vehículo poético sea una nueva perspectiva con la que abordar la reflexión sobre el sentido de la existencia, sobre el ser y el tiempo a través de la mirada interpuesta de Esquilo, los presocráticos y Sócrates o de la voz del Hoplita de la Anábasis que cierra el libro: 

Somos los diez mil 
que gritamos un día 
¡el mar, el mar, el mar! 
con inmensa caricia, 
era nuestro camino líquido 
para volver a nuestra casa viva, 
hemos dejado el polvo de Persia, vamos en las naves 
con caballos y liras,

regresamos al punto de partida, 
donde nació nuestra carne,

nada traemos de lo que ha sido nuestra vida, 
raras comidas, palabras indefinidas, servidumbres sociales, 
nada más que haber estado ahí, donde no hay filosofía 
y no había teatro,

cómo curarnos de haber estado ahí, 
empezar a olvidar mientras volvemos, 
regresamos a darnos nuestra propia cita.


Santos Domínguez