22/6/15

Ospina. El año del verano que nunca llegó


William Ospina.
El año del verano que nunca llegó.
Literatura Random House. Barcelona, 2015.

En 1816 a la primavera no la relevó el verano, sino una sucesión de nevadas y frentes de hielo que convirtieron a aquel verano que no llegó en el más frío del milenio. En medio de aquel clima enloquecido que provocó inundaciones y pestes y se convertía en un solo azote de frío desde los litorales de China hasta las más inaccesibles comarcas de Nueva Inglaterra transcurre la última novela de William Ospina, El año del verano que nunca llegó, que acaba de publicar Literatura Random House.

Aquellos atardeceres de barro y sangre que pintó Turner vieron morir bandadas de pájaros desorientados sobre los campos de batalla de las guerras napoleónicas, heridos por el recuerdo aún reciente de Waterloo.

Benjamin Franklin ya no vivía por entonces, pero años antes había intuido la relación directa entre las catástrofes naturales, el frío fuera de temporada y erupciones volcánicas como la que se produjo en la isla indonesia de Sumbawa, en medio del mar de Bali. Aquella gigantesca erupción del volcán en 1815, la más grande de los últimos mil años, fue la causante de un invierno universal que nubló las islas griegas, pobló de lobos los pinares de Transilvania y llenó de ceniza los crepúsculos mediterráneos.

Cerca de Ginebra, a orillas del lago Lemán, bajo esa extensa nube de sombra, un grupo de cinco extranjeros se reunía en la villa Diodati el 16 de junio de 1816: Lord Byron, su médico John Polidori, y Clara Clairmont, su amante adolescente, que le presentó a su hermanastra Mary Wollstonecraft (que luego sería Mary Shelley), y al poeta Percy Shelley.

Aquella larga noche que duró tres días oscuros como una sola noche nacieron algunas de las pesadillas más recordadas de los tiempos modernos, dos mitos fundamentales de la modernidad: la criatura de Frankenstein y el vampiro, vastas criaturas de soledad y de rebeldía que brotaron de las pesadillas de Mary Wollstonecraft y las angustias de Polidori.

De eso trata esta novela portentosa escrita con una prosa envolvente que hipnotiza al lector con una fluidez y una potencia plástica admirables y basada en una historia que unía cosas extremas, abarcaba medio mundo, conjugaba fenómenos geológicos y meteorológicos con hechos históricos, personajes literarios y criaturas fantásticas.

Así resume Ospina el engranaje de la obra, la coherencia de su articulación narrativa, que reúne en su materia novelística rasgos ensayísticos, de crónica histórica o diario de viaje en una construcción que recuerda la labor prometeica de Frankenstein cuando reúne las piezas de su criatura:

Me sorprendió que la erupción de un volcán a mediados de 1815, en Indonesia, hubiera sido una de las causas eficientes del nacimiento en Occidente de la moderna leyenda del vampiro y de la pesadilla del ser viviente hecho con fragmentos de cadáveres.

Sentí el extraño agrado de ver cómo se unían en una sola historia, que yo presentía vagamente, las vidas de Byron y Shelley con la catástrofe de una erupción volcánica en los mares del sur, con un tsunami en las costas de Bali, con esa nube de azufre y ceniza y cristales volcánicos que ennegreció el cielo de la península de Indochina y que los monzones se fueron llevando hacia el norte, desatando el cólera en la India y ahogando muchedumbres en las inundaciones del Yangtsé y del río Amarillo.

Santos Domínguez