2/10/09

Víctor Jiménez. El tiempo entre los labios


Víctor Jiménez.
El tiempo entre los labios.
Antología, 1984-2008.

Edición y prólogo de Fernando Guzmán Simón.
Renacimiento. Sevilla, 2009.

Temporalidad y palabra aparecen, ya desde el título, en esta antología que recoge veinticinco años de escritura poética de Víctor Jiménez (Sevilla, 1957) y publica Renacimiento en su colección Calle del aire.

Desde el título, tomado del poema El idioma de las nubes (... Ya sabes,/el tiempo entre los labios) y que evoca el tiempo que moría entre los brazos en la Epístola moral a Fabio, el libro se inserta en una tradición elegiaca que enlaza con la literatura clásica y con la poesía del barroco sevillano.

Y escribo libro a propósito, porque el antólogo ha hecho una elección inusual en las antologías: ha seleccionado y reordenado los poemas y los ha puesto a dialogar entre ellos y con el lector de una manera distinta a como estaban en los libros originales. Ha renunciado a anotar, en una decisión arriesgada pero creativa, la procedencia de los textos y los ha organizado en siete núcleos temáticos marcados por la temporalidad y ha dejado como centro una fugaz flor de un día.

Esa decisión de Fernando Guzmán Simón permite hacer una lectura nueva y exenta, propone una lectura que prescinde de alusiones temporales y de referencias evolutivas para ofrecer un libro nuevo, que no es mera suma ni selección, y que sugiere una nueva arquitectura de los poemas en el conjunto de El tiempo entre los labios y revela la profunda coherencia de la poesía de Víctor Jiménez.

La unidad temática, la mirada introspectiva y una gran variedad de formas y tendencias métricas recorren estos textos en los que conviven en armonía el arte mayor y el arte menor, la rima y el verso blanco, la estrofa y el verso libre, la tonalidad clásica y la inflexión neopopularista.

Esa variedad formal contrarresta la intensa unidad temática y la continuidad de tono contenido de unos poemas en los que el tiempo se proyecta como en un espejo o en una galería machadiana en lo cotidiano del reloj o la lluvia, en la infancia y la juventud, en el espacio asociado a la pérdida que es el barrio de San Bernardo, en los umbrales de la tarde o en los trenes que pasan hacia el sol poniente.

¿Se canta lo que se pierde?, se pregunta el poeta. Y cuestiona la declaración de Machado para darle la vuelta en lo que más que una negativa es una matización: Se pierde lo que se canta.

Palabra en el tiempo, sí, pero sobre todo palabra contra el tiempo de un poeta empeñado en levantar un dique frágil de palabras frente a la destrucción y la fugacidad.

La poesía, que es en Víctor Jiménez sombra de lo vivido / y lo soñado, aspira a ser cántico de luz que entre las sombras / disipe con sus haces esta niebla / y alumbre con su voz mi noche oscura y el poeta se ve a sí mismo como un vendedor de imposibles y añoranzas, autor de este Tango para engañar a la tristeza:

A la ausencia, al olvido, a la nostalgia
mi corazón les pone letra y música
de tango algunas noches, tú lo sabes:
veinte años no es nada. Aunque, a las claras,
bien sabe a quién engaña pretendiendo
engañar, como a un necio, a la tristeza.


Santos Domínguez