14/4/09

Poesía en la canción popular latinoamericana


Darío Jaramillo Agudelo.
Poesía
en la canción popular
latinoamericana.

Pre-Textos. Valencia, 2008.

En su colección de temática musical La Huella Sonora, Pre-Textos publica Poesía en la canción popular latinoamericana, un divertido ensayo en el que el poeta y novelista colombiano Darío Jaramillo Agudelo hace un recorrido por la historia de la canción popular latinoamericana a través de sus tres manifestaciones fundamentales: el tango, el bolero y la ranchera.

Sus textos, pensados para ser oídos en esos ritmos, contienen con frecuencia rasgos propios de la poesía canónica, la escrita para ser vista. Al rastreo de esa poesía que contiene las canciones latinoamericanas, al análisis temático de su planteamiento amoroso y al cifrado retórico en que se apoyan dedica Darío Jaramillo la primera parte de un estudio desenfadado y profundo que desvela las claves de una estética y una mentalidad social de la que surgen estos textos. Unos productos cardiocéntricos, con repetidas alusiones a los tres reinos, frecuentes invocaciones astrales, expresiones de felicidad inefable o lamentos del abandono en la voz del desvalido o el traicionado.

La segunda parte es el reverso del método, un recorrido geográfico por el cancionero que pasa por Cuba, Argentina, México y hace escalas breves en Puerto Rico y otros países para analizar los valores poéticos de algunas de sus canciones más populares. Una antología comentada de los destellos verbales de los boleros y los tangos. Buenos Aires, México y La Habana, los lupanares del tango, los mestizajes armoniosos del bolero o la manufactura industrial de la ranchera para aplicar ese reverso del método que consiste en despojar a los textos de la música. Y entonces el análisis provoca resultados paradójicos: unos mejoran, otros pierden todo poder de fascinación.

Lo que no pierde esa capacidad es el conjunto de comentarios -entre el afecto y la ironía- de Darío Jaramillo, que a través de canciones como Macorina, Lágrimas negras, Veinte años, Nosotros, Niebla del riachuelo, Cambalache, La última curda, Sabor a mí o Un mundo raro, habla de Armando Manzanero (Manzanero es enumerativo), Agustín Lara (un loco que se creía Agustín Lara) o de Santos Discépolo (Esta noche me emborracho me lleva nada menos que a un uruguayo ajeno al tango, el conde de Lautreamont).

Heredero reconocido del Cancionero General de Hernando del Castillo, Darío Jaramillo realiza con este libro su aportación a los numerosos cancioneros que se han ido publicando a lo largo de casi quinientos años. Cinco siglos que han cambiado la métrica, el tono, el estilo, los temas y las mentalidades, pero no los componentes que caracterizan el cardiocentrismo de la canción y sus componentes retóricos.

Este es un libro de poesía -escribe Darío Jaramillo en la explicación inicial-, sí, de una poesía subcultural, no reconocida como tal, sin duda emparentada con el canon literario (...), pero en todo caso forjadora de comportamientos y de modos de sentir que se esculpieron en el centro del alma de los habitantes de todo un continente.


Santos Domínguez