Luis Alberto de Cuenca.
Poesía 1979-1996.
Edición de Juan José Lanz.
Cátedra. Madrid, 2006.
Seguir la evolución de la poesía de Luis Alberto de Cuenca (Madrid, 1950) es hacer un recorrido por la poesía española desde los años setenta para comprobar la influencia que su obra ha ejercido en muchos autores.
En efecto, el cambio de rumbo que se produce en los años ochenta en la poesía española tiene su mapa en La caja de plata (1985) y su hoja de ruta en El otro sueño (1987), El hacha y la rosa (1993) y Por fuertes y fronteras (1996).
Las versiones últimas de esos cuatro libros centrales en la trayectoria de su autor son las que se recogen en esta Poesía 1979-1996 que publica Cátedra Letras Hispánicas, en una edición muy rigurosa y muy trabajada por Juan José Lanz.
Las mañanas triunfantes es el título de una de las secciones de El otro sueño. Un título que orienta sobre el sentido del cambio estético que se había producido en La caja de plata, que se publicaba en 1985 y reunía poemas escritos entre 1979 y 1983. Con La caja de plata se abría el balcón a la brisa de la calle y se trazaba un camino por el que trancurre no sólo un itinerario personal, sino el rumbo de la mejor poesía que se escribiría en esos años.
Se pasaba así, como indica Lanz, de una estética nocturna a otra diurna, de lo oscuro a lo claro. O, como decía Felipe Benítez Reyes, se empezaba a hablar en plata, a hacer compatible cultura y claridad en esa línea clara que procede de la terminología del cómic y que se convirtió en una seña de identidad de la poesía de Luis Alberto de Cuenca hasta el punto de que ese, Linea chiara, es el título de la edición italiana de su poesía que se publicó en Bari en el año 95.
Entre La caja de plata y Por fuertes y fronteras transcurre esta etapa central en la que se funden cultura y vida, comunicación y conocimiento, lenguaje poético y lenguaje cotidiano para dar lugar a una poesía figurativa que tiene sus referencias temáticas en asuntos como el amor, la memoria o la amistad, su marco espacial en los ambientes urbanos y sus modelos formales en la narratividad y el hiperrealismo.
Realidad y deseo, memoria y presente, lenguaje coloquial y alusiones cultas, vida y arte, experiencia y literatura dan las claves de una poética de la fusión que se canaliza en un cambio de tono y de sujeto poético, en el paso del culturalismo a una desenvoltura mundana compatible con el clasicismo.
Fusiones que integran en una síntesis enriquecedora el cómic y la poesía helenística, a Euforión de Calcis y a Tintín, el jazz y la canción de gesta, y a Guillermo de Aquitania con Gerard de Nerval.
La distancia y la ironía son las claves de un cambio que Masoliver definió certeramente como un egocidio. Como consecuencia de esa actitud egocida, el personaje interpuesto sustituye al yo autobiográfico o confesional y el sujeto lírico del poema es una voz doliente a veces, otras canalla, casi siempre melancólica y elegiaca.
La gravedad del tono se intensifica en el libro que cierra el ciclo. Tras El hacha y la rosa, que es el exponente máximo de estas claves literarias, Por fuertes y fronteras es un libro cuya estructura narrativa, sometida a un hilo argumental y a un tiempo unitario, transcurre en una jornada, entre el canto del gallo y la puesta de sol y narra una experiencia de crisis. La angustia y el desengaño son los motores de una búsqueda interior, de un itinerario ascético de depuración espiritual y estilística, de anclajes vitales e integración fructífera de literatura y vida en un brindis vitalista en el que se funden pasado, presente y futuro, melancolía y optimismo, humor y seriedad.
Con la convicción de que la nostalgia es un burdo pasatiempo, el poeta levanta su copa en ese brindis final:
¡Larga vida al fantasma del recuerdo!
Santos Domínguez