12/1/07

Del Imperio a la Decadencia



Henry Kamen

Del Imperio a la Decadencia

Temas de hoy. Historia

Madrid, 2006

Cuando un libro tiene como propósito explícito derribar los principales mitos de la historia de España ya es para echarse a temblar, pues en la mayoría de las ocasiones o se trata de la obra de alguien comprometido (de forma venal casi siempre) con alguna opción política marginal o de algún francotirador que aspira a superar su enanismo intelectual encaramándose sobre la pila de cadáveres de quienes, injustamente por supuesto, le preceden (y no sólo temporalmente) en la república de las letras.


No creo que sea este el caso del profesor Kamen, pero si tenemos en cuenta que sobre algunos de estos mitos (el de la nación española, el mito de la España imperial, el mito de la Inquisición…) se han escrito auténticas montañas bibliográficas, la empresa no carece ni de mérito ni de riesgo.


El libro consta de siete capítulos (uno por cada mito tratado) en los que la nota común es revisar el pasado buscando las obras y autores fundacionales de cada mito: Menéndez Pelayo apóstol del mito de la España Cristiana, Blanco White y Américo Castro denunciando la devastación cultural provocada por el Santo Oficio, Cánovas como notario de la decadencia española bajo el reinado de los Austrias menores…


De estos siete capítulos puede criticarse que en todos se desvela el mito y se denuncia la intencionalidad política de sus autores, pero en ninguno, lamentablemente, se ofrecen pistas para descubrir la realidad que esos mitos ocultaban. Quizás no era esto último propósito de su libro, pero resulta frustrante enterarse de que la Inquisición no supuso ninguna traba para el desarrollo intelectual de España, o conocer que la legislación aprobada por Felipe II limitando la salida al extranjero a los universitarios castellanos nada tuvo que ver con la posterior irrelevancia española en los campos de la ciencia; y que el profesor Kamen no nos proporcione las pruebas que le llevan a rechazar estos mitos.


Peor nos lo pone en el capítulo 6, en el que aborda el mito del Idioma Universal, cuestionando la vanidad de los españoles al medir el valor de nuestro idioma, que hemos utilizado, según Kamen, como sucedáneo de nuestro Imperio desaparecido (Imperio que por otra parte, según el historiador británico, nunca existió o nunca fue hispánico, o algo así: me temo que se impone una relectura).


Y gracias a este capítulo 6 nos enteramos de que el castellano nunca tuvo carácter universal, ni la lengua fue compañera del Imperio. De que apenas lo hablaba nadie en el pasado y no tantos lo hacen en la actualidad, a pesar de que sorprendentemente en las páginas 234-235 afirme Kamen: “El hecho de que en el siglo XXI el castellano sea el idioma principal de hasta una quinta parte de la raza humana es una fuente de orgullo continuo para los españoles”, lo que según cálculos moderados supondría la friolera de 1.200 millones de hispanohablantes en nuestro mundo actual. Pero más sorprendente es aún que en la página 262 califique como “delirante” un artículo del periódico El País del año 2000 por afirmar que “cerca de cuatrocientos millones de personas hablan hoy castellano en el mundo”. Sospecho que el profesor Kamen no se ha molestado en contrastar datos de fácil acceso, pues sólo entre México, España, Argentina, Colombia y Venezuela suman ya más de 250 millones de habitantes, en su inmensa mayoría hispanohablantes. Y que pueblan nuestro planeta ya más de 6.000 millones de personas.


En resumen, un libro interesante por su intento de desvelar mitos históricos, pero decepcionante porque o no lo consigue, o porque cuando parece hacerlo no proporciona una explicación alternativa.

Jesús Tapia