28/9/18

Antología de Aldana


Francisco de Aldana.
El ímpetu cruel de mi destino.
Edición de Enrique Baltanás.
Renacimiento. Sevilla, 2018.


Yo soy un hombre desvalido y solo, 
expuesto al duro hado cual marchita 
hoja al rigor del descortés Eolo; 

mi vida temporal anda precita 
dentro el infierno del común trafago 
que siempre añade un mal y un bien nos quita. 

Oficio militar profeso y hago, 
baja condenación de mi ventura 
que al alma dos infiernos da por pago. 

Los huesos y la sangre que natura 
me dio para vivir, no poca parte 
dellos y della he dado a la locura, 

mientras el pecho al desenvuelto Marte 
tan libre di que sin mi daño puede, 
hablando la verdad, ser muda el arte. 

Son cinco de los ciento cincuenta tercetos encadenados que componen la Carta a Arias Montano, que Francisco de Aldana fechó en el serventesio final: "de Madrid, a los siete de setiembre, / mil y quinientos y setenta y siete." 

Ese texto, su cima poética, es un “gran poema místico sobre la contemplación de Dios, donde enuncia su propósito de buscar un lugar donde retirarse del mundo", como explica Enrique Baltanás en el prólogo de El ímpetu cruel de mi destino, la antología de Aldana que ha preparado para la editorial Renacimiento. 

Ese poema horaciano y neoplatónico, una de las cumbres de la poesía española del Siglo de Oro, es -añade Baltanás- “un poema complejo, muy rico de elementos autobiográficos paisajísticos, teológicos y aun filosóficos. "

Organizada en cuatro apartados temáticos -Del amor, De la vida militar, Desengaños y Juicio-, esta antología recoge una muestra representativa de la poesía de aquel capitán poeta al que elogiaron Cervantes -que lo llamó ‘divino’ en La Galatea- y Quevedo y que murió el 4 de agosto de 1578 en la Jornada de Alcazarquivir, en la que desapareció el rey don Sebastián de Portugal.

Hasta entonces sólo había publicado un soneto. Parte de su poesía se perdió antes de que su hermano Cosme publicase en 1589 dos desordenados tomos con la obra de Francisco de Aldana, uno de los grandes poetas del Renacimiento español, napolitano de origen extremeño, ejemplo de cortesano cuya vida compagina las armas y las letras y autor de una obra de tono confidencial y temática variada en la que conviven lo amoroso y lo moral, las tradiciones pastoriles o la mitología clásica y el humanismo cristiano.

“Durante cuatro siglos –se lamentaba Cernuda- la posteridad no ha tenido espacio, atención ni gusto para reconocer al autor de la Epístola a Arias Montano como uno entre nuestros grandes poetas.”

Y en Desolación de la quimera lo evocó en una de las estrofas de A sus paisanos:

Contra vosotros y esa vuestra ignorancia voluntaria,
Vivo aún, sé y puedo, si así quiero, defenderme.
Pero aguardáis al día cuando ya no me encuentre
Aquí. Y entonces la ignorancia,
La indiferencia y el olvido, vuestras armas
De siempre, sobre mí caerán, como la piedra,
Cubriéndome por fin, lo mismo que cubristeis
A otros que, superiores a mí, esa ignorancia vuestra
Precipitó en la nada, como al gran Aldana.


Santos Domínguez

26/9/18

Herrera Petere. Acero de Madrid





Ochenta años separan esas dos portadas de Acero de Madrid, la obra con la que José Herrera Petere (Guadalajara 1909 -Ginebra 1977) obtuvo en 1938 el Premio Nacional de Narrativa.

Entre la primera, con una bella fotocomposición de Mauricio Amster para la editorial Nuestro pueblo, y la edición de Libros de La Ballena de 2017, con prólogo de Alberto Garzón y apéndice de Alejandro Pérez-Olivares, tuvo otra edición en Laia en 1979 esta “admirable epopeya”, como la definió Antonio Machado, que Herrera Petere dedica a la resistencia de Madrid y al Quinto Regimiento.


Con un peculiar cruce de literatura y propaganda que responde a las excepcionales circunstancias en que fue escrita, Acero de Madrid es el primer título de una trilogía de la guerra que completan Puentes de sangre, centrado en la travesía del Ebro por el ejército republicano, y Cumbres de Extremadura, que se ambienta en la guerrilla republicana que hostigaba la retaguardia de los sublevados.

Está dedicado a su hermano Emilio, aviador republicano muerto sobre Belchite en combate con la aviación italiana, y en el prólogo, fechado el 22 de febrero de 1938, ya anticipaba el autor el tono de su libro: “En el aire – escribía- está una poesía épica o una novela, un género literario que equivalga al antiguo que cantaban las epopeyas de las ciudades, las odiseas de los navegantes y el heroísmo de los pueblos.” 

Organizada en tres partes, la primera arranca en febrero de 1936 con la victoria electoral del Frente Popular y se cierra el 17 de julio, en los primeros momentos de la sublevación contra la Segunda República. Entre esos dos momentos, se reproduce la reacción de las clases altas y la preparación del golpe, cuando “el río de la traición corría, sonoro y rico, por los subterráneos de todos los cuarteles, de todos los edificios oficiales” y cuando el enfrentamiento entre dos Españas parece inevitable: “Tú mirabas en la primavera de 1936 cómo dos olas iban a separarse y a juntarse luego con tremendo furor, con fulgor de lucha, como dos montañas de piedras, presididas por el sol de la Historia, y decías: ‘¿Qué será de mí entre todo esto?’ De aquí iba a salir el objeto de tu vida.”

La segunda parte evoca con trazos breves, párrafos rápidos y descripciones enérgicas la defensa de Madrid y la lucha en la sierra de Guadarrama y la creación de las Compañías de Acero, que se integraron en el Quinto Regimiento.

Entre la crónica intrahistórica, el homenaje y la arenga propaganda, la tercera parte de esta novela coral arranca en el frente de Oropesa-Talavera bajo las bombas de la aviación alemana y, tras la caída de Toledo, la huida del gobierno republicano a Valencia, la resistencia de Madrid y la disolución del Quinto Regimiento para integrarse en el Ejército Popular de la República.

Cierran la novela dos epílogos. En uno de ellos se lee: “Los traidores que dominan la mitad de su territorio se encuentran en un callejón sin salida. No tienen reservas africanas, no tienen requetés, no tienen falangistas, no tienen hombres. No pueden ganar la guerra. Les faltan artefactos de sangre.” 

Y en el otro: “La artillería dispara continuamente sobre Madrid; los tanques intentan cruzar el Manzanares; los aviones aplastan barrios enteros, con sus mujeres, sus niños, sus viejos. Casas de siete pisos son partidas en dos; tiernos comedores y alcobas madrileñas quedan al aire, en carne viva; monstruosas bombas de cuatrocientos y quinientos kilos revientan en el empedrado de las calles, y hacen volar adoquines y miembros humanos: cabezas de mujer, piernas y brazos de niños. 
Madrid, la ciudad valiente, la ciudad serena y ejemplar, con las tripas fuera, resiste y resiste. Sus calles céntricas están cuajadas de agujeros, como ojos vacíos al fondo de los canales se ve la pupila, negra y húmeda, del túnel del Metro, abierta al sol. Sus barrios extremos están desmantelados, ruinosos, humeantes. 
¡Pero Madrid resiste, resiste, resiste! 
Pero Madrid resiste, resiste y pasará. 
¡PASAREMOS!”

En el entierro de Herrera Petere, fallecido el 7 de febrero de 1977 en Ginebra, María Zambrano leyó un texto en el que destacó su “pura voz que viene del alba de la historia (...) voz que traía y dejaba encinares y olivares, cumbres, puertos, ríos de aquella tu tierra de sueño y de alma.” 

Santos Domínguez

24/9/18

Dostoievski. Los años de prueba


Joseph Frank.
Dostoievski.
Los años de prueba 
(1850-1859).
Traducción de Jaime Retif del Moral.
Fondo de Cultura Económica. México, 2010.

“El 21 de diciembre se dictaron las disposiciones finales del caso, y por órdenes de Nicolás I, se envió a las autoridades militares un paquete con instrucciones relacionadas con el procedimiento que debería seguirse al anunciar las sentencias. La ley exigía que se efectuara una fingida ejecución cuando, como en este caso, la sentencia de muerte se había conmutado debido a un acto de imperial clemencia; pero esta ceremonia, en la mayoría de los casos, era sólo una formalidad ritual. No obstante, en esta ocasión el zar dio instrucciones explícitas de que se informara a los prisioneros que sus vidas habían sido perdonadas solamente después de que se hubieran completado todos los preparativos para el fusilamiento. Esta vez Nicolás preparó cuidadosamente el escenario para producir el máximo efecto sobre las confiadas víctimas de su regia solicitud. De esta manera, Dostoievski experimentó una extraordinaria aventura emocional: creyó que se encontraba a unos cuantos segundos de una muerte segura, y después resucitó milagrosamente de la tumba.” 

Así describe Joseph Frank el acontecimiento decisivo en la vida de Dostoievski: el simulacro de fusilamiento que sufrió en la Plaza Semenovski de San Petersburgo el 22 de diciembre de 1849. 

Ese es uno de los episodios centrales de Los años de prueba (1850-1859), segundo de los cinco tomos en que se organiza la monumental biografía de Dostoievski que publica el Fondo de Cultura Económica.

Un volumen que aborda los diez años siberianos sufridos por Dostoievski tras su detención en abril de 1849 y hasta su retorno a San Petersburgo diez años después, en diciembre de 1859. Condenado a muerte por pertenecer al círculo de Petrashevski, se le conmutó la pena capital por la de ocho años de trabajos forzados que se rebajaron finalmente a cuatro años que se completaron con la obligación de un servicio militar posterior como soldado raso en un regimiento de Siberia. 

Fueron diez años improductivos en creatividad, pero decisivos para Dostoievski, que salió de Siberia siendo otro, porque aquella media hora en el patíbulo que evocaría en El idiota y las experiencias carcelarias que reflejaría años después en sus Memorias de la casa muerta, provocaron en el novelista su conversión religiosa, la aparición y el agravamiento de sus crisis epilépticas y un cambio radical de actitud y de ideología.

“Lo que Dostoievski había sentido en esos momentos culminantes -escribe Frank- era la necesidad de perdonar y de ser perdonado, y el deseo de abrazar a otros con amor sincero e incondicional. Por supuesto, tales valores no habían estado ausentes en la sensibilidad moral de Dostoievski; pero en aquellos momentos de suprema necesidad estos valores habían adquirido un significado inmenso: eran el mayor consuelo humano. Y si la expiación, el perdón y el amor estaban destinados a tener prioridad sobre todos los demás valores en el universo artístico de Dostoievski, era seguramente porque había encontrado en ellos una verdad que le brindó apoyo en el más angustioso predicamento de su vida.
En efecto, es la penetrante percepción de Dostoievski de la espantosa fragilidad y transitoriedad de la existencia humana la que pronto le permitirá describir con poderosa urgencia, no igualada por ningún otro escritor moderno, el condicional y absoluto mandamiento cristiano de amor mutuo, que todo lo perdona y todo lo abarca.”

A miles de kilómetros de los centros culturales y literarios de Rusia, aislado totalmente durante cuatro años, sin posibilidades de enviar ni recibir correspondencia, estos años de soledad son fundamentales para entender su literatura posterior, porque, como señaló él mismo, fueron años decisivos para “la regeneración de mis convicciones.” 

En la carta que escribió a su hermano Mijail el 22 de febrero de 1854, una semana después de salir de la prisión, Dostoievski hace esta descripción de las condiciones de su cautiverio:

“Vivíamos apretujados, todos juntos en una sola barraca. Imagínate una construcción de madera, vieja y ruinosa, que se suponía debía haber sido derribada mucho tiempo atrás, que ya no era adecuada para usarse. En verano había una intolerable proximidad; en invierno, un frío insoportable. Todos los pisos estaban podridos. La mugre en los pisos tenía casi tres centímetros de espesor. Uno podía resbalarse y caer. Las ventanitas estaban tan cubiertas de escarcha que era imposible leer en ningún momento del día. Casi tres centímetros de hielo en los cristales. Goteras en el techo, corrientes de aire por todas partes. Nos hallábamos apiñados como sardinas en lata. En la estufa cabían seis leños, pero no había tibieza (el hielo dentro de la barraca casi no se derretía), sino sólo insufrible humo. Y esto duraba todo el invierno. Los reos lavaban en la barraca su ropa, y todo el lugar estaba salpicado con agua. No había espacio para darse la vuelta. Desde el anochecer hasta el amanecer era imposible no comportarse como cerdos porque, después de todo; ‘somos seres humanos vivientes.’ Dormíamos sobre tablas desnudas y se nos permitía únicamente una almohada. Extendíamos sobre nuestros cuerpos el abrigo de piel de oveja, durante la noche permanecían descubiertos nuestros pies. Temblábamos toda la noche. Pulgas, piojos, cucarachas, a montones. En invierno usábamos abrigos cortos de piel de oveja, con frecuencia de la peor calidad, que casi no proporcionaban ningún calor; y en nuestros pies, botas de media caña.”

Esa es una de las dos cartas extensas que vertebran este segundo tomo. La otra es la que le escribió el 18 de enero de 1856 a su confidente literario Apollon Maikov, que le influyó mucho en su paso del occidentalismo al eslavismo y a la reivindicación de las tradiciones rusas. Una carta “en la que -señala Frank- Dostoievski se descubre a sí mismo en forma más completa que en ningún otro documento de esa época.”

En el ambiente carcelario de odio y degradación moral y física, Dostoievski tomó notas que utilizaría años después en sus Memorias de la casa muerta. Tras su libertad en febrero de 1854, una primera pasión amorosa, María Dimitrievna; la ansiedad por reingresar en los ambientes literarios y las controversias sobre el idealismo en el arte y la función social de la literatura. Y al final de esta década, en 1859, su reincorporación al panorama editorial con la publicación de dos obras menores, dos novelas siberianas: El sueño del tío y La aldea de Stepanchikovo.

La colosal obra de Joseph Frank no es una biografía convencional, sino un proyecto ambicioso hecho realidad que desborda los límites del género y fusiona el seguimiento biográfico con el análisis literario y la contextualización sociocultural e histórica de la narrativa de Dostoievski.

Como en el resto de los tomos, lo que hace Joseph Frank en Los años de prueba es mucho más que una biografía, porque desborda los límites del género al hacer un análisis crítico riguroso y pormenorizado de las obras de Dostoievski y de las circunstancias personales y el contexto sociopolítico y cultural en que surgieron. 

De esa manera se explica -en palabras del autor- “el proceso creativo mediante el cual la vida es transformada en arte” con un método que subordina “la vida privada de Dostoievski a la descripción de su interdependencia con la historia literaria y sociocultural de su época” y que “sólo puede ser llevado a cabo si la vida es constantemente observada a la luz de la obra, y en íntima relación con ésta, en lugar de la manera más acostumbrada de considerar la obra como un producto más o menos fortuito de la vida.” 

Santos Domínguez

21/9/18

Juan Ramón Jiménez. Antología poética


Juan Ramón Jiménez.
Antología poética.
Selección y prólogo de Antonio Colinas.
Alianza Editorial. Madrid, 2018.

“En esta edición muy personal de la poesía de Juan Ramón Jiménez hemos seguido el criterio de que en ella están representados todos los libros del poeta. En este sentido, es el criterio cronológico de la creación de los mismos el que hemos seguido para ordenarlos”, escribe Antonio Colinas en la Nota a la nueva edición de la Antología poética de Juan Ramón Jiménez en El libro de bolsillo de Alianza Editorial.

La que acaba de aparecer es una versión revisada que se hace eco de las nuevas ediciones y estudios sobre la poesía de Juan Ramón y de la recuperaciones de libros inéditos que se han publicado desde que apareciera en 2001 la primera edición de esta antología que, en palabras de Colinas, es la de “un fervoroso lector, no la de un especialista”, que ofrece una “selección breve en dimensiones, mas abarcadora en el tiempo, de su obra.” 

Esta antología de más de cuatrocientas páginas puede leerse como una iniciación a la poesía de Juan Ramón Jiménez, cuya obra ocupa miles de páginas, pero es también una inmejorable ocasión para la relectura, para recorrer la poesía de Juan Ramón, sometida por su autor a un proceso de depuración permanente, a través de textos que forman parte de una Obra total y sucesiva que fue construyendo meticulosamente y en la que cada libro es un eslabón imprescindible.

Sucesión y continuidad, intensidad y emoción, pureza y exigencia son los ejes que vertebran la poesía juanramoniana, un viaje a la plenitud de la conciencia, una exigente aventura poética hacia el fondo de sí mismo en busca de la belleza absoluta.

Desde el primer Juan Ramón, melancólico y musical, decadente y sensorial de la época sensitiva al profundamente renovador del Diario de un poeta recién casado, que abre el camino a la desnudez expresiva de su época intelectual, en la que ejerció un magisterio decisivo sobre el 27 y la poesía posterior en una etapa que culmina La estación total con las canciones de la nueva luz, un libro central en su trayectoria, publicado ya en el exilio, aunque recoge poemas escritos hasta 1936.  

Juan Ramón había pasado de la influencia magistral al aislamiento antes de emprender el exilio en que construyó la zona más ambiciosa y plena de su obra, la época suficiente de su Lírica de una Atlántida con libros como En el otro costado, Una colina meridiana, Dios deseado y deseante con Animal de fondo, y De ríos que se van.

Una poesía del conocimiento en la que Juan Ramón funde naturaleza y conciencia en una búsqueda metafísica de lo absoluto cuyas claves están presentes ya en Espacio, un poema fundamental en la poesía española del siglo XX, del que se reproduce en esta antología el Fragmento primero, que termina así:

¡Espacio y tiempo y luz en todo yo, en todos y yo y todos! ¡Yo con la inmensidad! Esto es distinto; nunca lo sospeché y ahora lo tengo. Los caminos son sólo entradas o salidas de luz, de sombra, sombra y luz; y todo vive en ellos para que sea más inmenso yo, y tú seas. ¡Qué regalo de mundo, qué universo májico, y todo para todos, para mí, yo. ¡Yo, universo inmenso, dentro, fuera de ti, segura inmensidad! Imájenes de amor en la presencia concreta; suma gracia y gloria de la imajen, ¿vamos a hacer eternidad, vamos a hacer la eternidad, vamos a ser eternidad, vamos a ser la eternidad? ¡Vosotras, yo, podemos crear la eternidad una y mil veces, cuando queramos. ¡Todo es nuestro y no se nos acaba nunca! ¡Amor, contigo y con la luz todo se hace, y lo que haces, amor, no acaba nunca!

Santos Domínguez




19/9/18

Teoría y práctica de los estudios culturales


David Walton.
Teoría y práctica de los estudios culturales.
Traducción de Pilar Cáceres.
Carpe Noctem. Madrid, 2018.


“Tras una breve introducción a los estudios culturales (británicos), este libro abarca, en primer lugar, el estructuralismo y el postestructuralismo para, luego, adentrarse en el posmodernismo y más allá de él. Dicha estrategia engloba los teóricos más importantes y las cuestiones que han preocupado a los académicos que trabajan dentro de este campo: el género, las clases sociales, la sexualidad, la raza/etnia, la ideología, las políticas de la identidad, el poscolonialismo, el discurso, la cultura popular, la historia, los medios de comunicación, el consumismo, la comodificación, la globalización, los nuevos movimientos sociales y el neoliberalismo, escribe David Walton en la introducción de Teoría y práctica de los estudios culturales, que publica Carpe Noctem con traducción de Pilar Cáceres. 

Una obra que aborda las diversas y sucesivas corrientes intelectuales que han articulado la teoría y la evolución de los estudios culturales. Del estructuralismo a la semiótica, del psicoanálisis a la deconstrucción posmoderna, este es un manual pensado para diversos tipos de lectores, pues -señala Walton en la Introducción, ‘Para qué sirve este libro’- “está dirigido a aquellos lectores con un cierto conocimiento de los estudios culturales que deseen asentar las bases sobre cómo se relacionan la teoría y la práctica cultural. Sin embargo, también les resultará útil a quienes tengan escaso o ningún conocimiento del análisis cultural, aunque sí la suficiente experiencia académica como para abordar la teoría y la práctica cultural a un nivel más profundo.” 

Por eso, por su concepción de manual o de introducción a los estudios culturales y a sus métodos hermenéuticos, Walton prescinde del abstruso lenguaje técnico para iniciados y explica que “uno de sus objetivos consiste en describir las teorías en un estilo accesible, a pesar de su complejidad.” 

Cada uno de los quince capítulos en que se organiza incluye no sólo una parte expositiva de cada una de las tendencias y enfoques en los estudios culturales, sino también el desarrollo de un ejemplo práctico y el apoyo de varios archivos de ayuda. Cierran cada una de las secciones una conclusión muy sintética, un resumen de las ideas esenciales desarrolladas en el capítulo y una relación de lecturas complementarias. 

Articulado en una estructura progresiva en la que cada capítulo añade complejidad al anterior, el libro ofrece un mapa detallado de las tendencias en los estudios culturales, pero es también por su orientación práctica una invitación a entrar en ese territorio, porque su intención es -afirma Walton- “ayudar a los lectores a desarrollar sus propias destrezas interpretativas, ya que no solamente se describen y explican los conceptos, sino que lo anterior va acompañado de ejemplos prácticos.” 

Desde el giro lingüístico estructuralista de Saussure a la semiótica de Eco o Barthes, desde Althusser y las definiciones de la ideología al postestructuralismo de Derrida, a la deconstrucción, la teoría y práctica de la intertextualidad o el psicoanálisis lacaniano, desde la definición de la condición posmoderna en Lyotard, Habermas o Baudrillárd, Walton ofrece en las más de cuatrocientas páginas de este libro un recorrido que culmina en un capítulo final sobre la cartografía cognitiva, un concepto que se define en el amplio glosario que resume y fija los conceptos básicos en los que se sustentan los estudios culturales. 

Santos Domínguez

17/9/18

Soldados de Salamina


Javier Cercas.
Soldados de Salamina.
Edición de 
Domingo Ródenas de Moya.
Cátedra Letras Hispánicas. Madrid, 2017.


Soldados de Salamina podría resumirse como la historia de un tipo de mi generación que al principio del relato, como tanta gente de mi generación en los años del cambio de siglo, está harto de casposas novelas y películas sobre la guerra civil y piensa que ésta es algo tan remoto y tan ajeno a su vida como la batalla de Salamina, y que al final del relato comprende su error, comprende que la guerra civil no es pasado sino presente o una dimensión del presente sin la cual el presente -el presente colectivo pero también el individual- es inexplicable”, escribía Javier Cercas en el epílogo a la edición revisada y corregida de Soldados de Salamina que se publicó en 2015.

Ese texto figura como uno de los seis apéndices que cierran la edición de la novela en Cátedra Letras Hispánicas. 

Preparada por Domingo Ródenas de Moya, que toma como base esa segunda edición, se reproducen en los apéndices una serie de materiales que orientan al lector hacia una mirada más amplia sobre el origen y la repercusón de Soldados de Salamina: ‘El sueño de los héroes’, el artículo de Mario Vargas Llosa que apareció en El País el 3 de septiembre de 2001, que fue el primer reconocimiento importante de la novela; el irónico ‘Decálogo apócrifo del escritor de éxito’ que Cercas publicó cinco años después; un artículo de Eugenio Montes el 9 de febrero de 1939 en La Vanguardia sobre el fusilamiento fallido de Rafael Sánchez Mazas y dos poemas, uno de Borges y otro de Thomas Hardy.

Esos seis apéndices rematan esta estupenda edición anotada de Soldados de Salamina elaborada por Domingo Ródenas de Moya, que ha puesto al frente de ella un largo estudio introductorio de casi doscientas páginas que constituyen la mejor aproximación crítica a la novela de Javier Cercas. Aborda en ellas Soldados de Salamina como un fenómeno de sociología literaria por sus constantes reediciones y reconocimientos nacionales e internacionales; describe la trayectoria previa de Cercas y su evolución desde la publicación de esta novela, la primera en la que se materializa la teoría del punto ciego a la que el novelista dedicó un libro imprescindible para entender su concepción de la técnica narrativa.

El núcleo de ese estudio introductorio es el análisis pormenorizado de Soldados de Salamina, desde el recurso que integra autobiografía y ficción en la figura de un narrador-protagonista que se llama Javier Cercas al tema del heroísmo o la reivindicación de la memoria.

Tras destacar que en Soldados de Salamina confluyen “la historiografía, la memoria y la imaginación literaria con el compromiso moral con los olvidados”, en esa introducción Domingo Ródenas recuerda que "la asombrosa difusión y repercusión de la novela puso de manifiesto, además, que era posible concebir un maridaje hasta ese momento muy difícil entre un producto literario sofisticado, de riguroso diseño formal y semánticamente complejo, y las grandes cifras de ventas. Alta literatura y bestseller encontraban en Soldados de Salamina un inopinado punto de acuerdo y, sin que ello sea contradictorio, de conflicto.”

Esta edición es una inmejorable manera de volver a una novela imprescindible, de la que el propio autor afirmaba en Diálogos de Salamina, el libro que recogía las conversaciones con David Trueba, que dirigió la adaptación al cine: 

“La novela, básicamente, habla de los héroes, de la posibilidad del heroísmo; habla de los muertos, y del hecho de que los muertos no están muertos del todo mientras haya alguien que los recuerde; habla de la búsqueda del padre, de Telémaco buscando a Ulises; habla de la inutilidad de la virtud y de la literatura como única forma de salvación personal.”

Santos Domínguez

14/9/18

El poema extranjero



Celebro lo perdido, y por perdido doy cuanto gano, 
y en la eterna batalla que es mi vida,
soy un rey vencido, y mis soldados soy caídos en combate. 
Y aunque luché incansable desde el alba al ocaso, 
mi reino no es mayor que esta pequeña piedra.

Esa es la versión que Juan Peña hace de ‘Lo que he vivido’, de Yeats. Es una de las quince traducciones que reúne en El poema extranjero, el volumen que publica La Isla de Siltolá en su colección Nuevas traducciones, que va precedido de una nota del autor en la que señala:

“He pretendido que estas traducciones sean lo más fieles posible al texto original. En ocasiones, sin premeditación, se me ha impuesto la traducción de una emoción más que la traducción literal de las palabras que crearon esa emoción. De ahí que mis errores se deberán no sólo a mi impericia filológica, sino a que yo, como lector, acaso haya leído una emoción equivocada en un poema extranjero.”

Y es precisamente ese hilo de emoción el que une estas quince estupendas versiones de poemas extranjeros como la Oda a una urna griega, El infinito, Correspondencias o El viaje a Bizancio, que revelan la capacidad del traductor, poeta él mismo, para captar la voz personal que vibra en los versos de estos textos.

Sin faltar al irrenunciable deber de ser fiel a cada una de las potentes voces poéticas traducidas (Hölderlin, Keats, Leopardi, Baudelaire, Yeats, Kipling, Rilke, Dylan Thomas), Peña deja en estas traducciones su impronta de poeta, su conciencia del lenguaje y su sentido del ritmo para hacer que los poemas extranjeros adquieran vida propia en sus versiones evitando el peligro de hacer meras transcripciones más o menos literales, prosaicas o incapaces de transmitir la fuerza del original.

Santos Domínguez

12/9/18

Retrato del novelista adulto


Colm Tóibín.
The Master. 
Retrato del novelista adulto.
Traducción de María Isabel Butler de Foley.
Lumen. Barcelona, 2018.


Algunas veces, por la noche, soñaba con personas que ya habían muerto, rostros familiares u otros, medio olvidados, que evocaba fugazmente. Cuando se despertaba, antes del amanecer, no se oía ningún sonido ni se percibía movimiento alguno durante varias horas. Se tocaba los músculos del cuello, agarrotados, y notaba que tenía los dedos rígidos y entumecidos, aunque no le dolían. Al mover la cabeza, oía el crujido de las vértebras. Estoy como una puerta desvencijada, se decía. Sabía que necesitaba dormir. No podía permanecer despierto tantas horas. Quería dormir, penetrar en una deliciosa ausencia de luz, en una oscuridad que no fuera excesiva, un lugar apacible, sin amenazas ni gente, sin presencias desasosegantes…

Así comienza The Master. Retrato del novelista adulto, la espléndida novela que Colm Tóibín publicó en 2004 y que acaba de recuperar Lumen con la traducción que María Isabel Butler de Foley publicó en 2006 en Edhasa.

Una novela excepcional sobre Henry James que reconstruye desde dentro la biografía del novelista en cuatro años esenciales en su vida y en su madurez creadora: entre enero de 1895 y octubre de 1899, entre su fracaso público como dramaturgo y el momento en que se retira para empezar a escribir sus mejores obras, aunque el horizonte temporal se amplía con las frecuentes rememoraciones del pasado, con una evocación de los años anteriores, determinantes en su formación, y al ambiente familiar que le marcará decisivamente. 

Con una mirada interior, atenta más que a los hechos externos a los recuerdos, a los sueños, a la conciencia y al análisis psicológico, Colm Tóibín se pone en la piel de Henry James para presentar con una admirable sutileza el sustrato vital que alimentó su escritura y sobre el que se construye su mundo literario.

Por eso, The Master no es un simple retrato novelado del autor del Retrato de una dama, sino un relato que aborda en profundidad la relación de la vida y la ficción, los fantasmas personales del escritor, el sentimiento de pérdida y la escritura como curación, la conciencia del artista, su sexualidad oculta y reprimida, la importancia de la memoria y el retorno del pasado que explica el presente.

Aunando la sutileza con la hondura psicológica y con una admirable destreza para construir una narración muy fluida en su desarrollo, Tóibín reconstruye el trazado de un personaje complejo como Henry James, aborda su frialdad sentimental, su ambigüedad sexual y emocional o sus contradicciones con una maestría que quizá alcanza su momento más alto con la inolvidable escena en la que Henry James se deshace en la laguna de Venecia de los vestidos de su amiga muerta:

A la luz del crepúsculo, parecía que una ballena o algún objeto oscuro y redondo procedente de las profundidades, había aparecido en la superficie del agua. Tito cogió el remo con ambas manos, dispuesto a defenderse. Y entonces Henry vio de qué se trataba. Algunos de los trajes habían subido a la superficie de nuevo, como globos negros, evidencia del extraño entierro marino que acababan de realizar, con sus brazos y vientres hinchados de agua. Al volver la barca, Henry se dio cuenta de que un tono grisáceo se había asentado sobre Venecia. Pronto la neblina cubriría la laguna. Tito había movido ya la góndola hacia el objeto flotante; Henry le observaba mientras Tito trataba de tocarlo con el remo, empujando el traje hinchado bajo la superficie y manteniéndolo allí. Entonces dirigió su atención a otro traje que había subido, parcialmente, a la superficie, y lo empujó hacia abajo también, trabajando con feroz fuerza y determinación. No cesó de empujar, aguijonear y tratar de hundir traje por traje, pasando después al siguiente. Finalmente, escudriñó el agua para asegurarse de que no había aparecido ningún otro, y de que todos ellos se hubieran quedado bajo la oscura superficie del agua. Entonces, uno más apareció, de repente, hinchado y flotando a unos pies de ellos.
—¡Déjalo! —gritó Henry.

Santos Domínguez

10/9/18

Hombres imprudentemente poéticos




Valter Hugo Mãe.
Hombres imprudentemente poéticos.
Traducción de Martín López-Vega.
Prólogo de Xuan Bello.
:Rata-. Barcelona, 2018.

:Rata- Books publica Hombres imprudentemente poéticos, de Valter Hugo Mãe, con traducción de Martín López-Vega.

Una novela en cuatro partes, organizada en capítulos breves que resaltan la intensidad lingüística de su prosa narrativa y la sutileza estilística de su escritura.

Ambientada en un Japón imaginado y mitológico, su tono es el de una leyenda antigua o el de una parábola sobre la soledad construida con una visión profundamente humana e en torno a personajes como Itaro, el artesano, que lee las profecías de la muerte a través de los animales, y su vecino y enemigo Saburo el alfarero. A partir de ese conflicto, se van sucediendo una serie de breves escenas narrativas centradas en personajes como Matsu, la joven ciega, hermana de Itaro, o la criada Kame. Y un telón de fondo común: el bosque del silencio al que entran los suicidas al pie del monte Fuji.

Con la delicadeza de la escritura, el minucioso trabajo de la palabra, la atención al detalle, a la imagen y al ritmo de la frase, la tonalidad poética de la novela es una revelación de las epifanías de la luz y la naturaleza.

“Estamos -escribe Xuan Bello en el prólogo- ante un prodigio donde palabra, intuición y descripción se agavillan en un haz en busca de la iluminación del lector. Hombres imprudentemente poéticos es una novela concebida como un poema, tal y como se han concebido todas las grandes novelas dignas de mención.”

Un libro de inolvidable belleza levantada sobre la levedad de su entramado argumental y sobre un sentido simbólico que se proyecta en los temas del libro: la muerte y la memoria, la naturaleza y la vida, el bien y el mal, el amor y la soledad, el pasado y la esperanza.

Santos Domínguez



7/9/18

Memorias de ultratumba


Chateaubriand.
Memorias de ultratumba.
Selección y prólogo de Arturo Ramoneda.
Traducción de J. Zamacois.
Alianza editorial. Madrid, 2018.

“Chateaubriand une, sin cesar, en las Memorias de ultratumba, sus experiencias pasadas y presentes, lo individual y lo universal, su vida doméstica y su existencia de estadista”, escribe Arturo Ramoneda en el prólogo que precede a su significativa selección que reedita El libro de bolsillo de Alianza Editorial con traducción de J. Zamacois. Una selección que en algo más de quinientas páginas recoge lo más significativo de las Memorias de ultratumba 

Desde un castillo en la Bretaña francesa hasta Praga pasando por el exilio en Londres, desde el Antiguo régimen hasta la restauración de la monarquía pasando por la revolución francesa, el Terror de 1793 y el bonapartismo, las Memorias de ultratumba son la crónica de un cambio de siglo crucial en la historia de Europa.

Chateaubriand (1768-1848), padre del Romanticismo francés y apóstol de la antimodernidad, reflejó en ellas no sólo esas transformaciones, sino su propia perplejidad ante el final de un mundo y el inicio de otra época. Se movió entre dos aguas, la del pasado feudal y aristocrático y la modernidad burguesa. Y lo hizo asumiendo las contradicciones entre sus ideales rousseaunianos y su actividad contrarrevolucionaria, llena de resabios feudales y prejuicios de clase.

Intentó superar esa contradicción situándose en la distancia de la otra orilla, la de estas Memorias de ultratumba con las que Chateaubriand, sobrepasado antes por el cambio histórico que por el tiempo biológico, escribió la elegía por el fin de una sociedad, una cultura y una política y se convirtió en el profeta de la secta de los antimodernos.

Redactó sus 44 libros a lo largo de treinta años, entre 1811 y 1841, entre la poesía y el terror, como tituló Marc Fumaroli un estudio sobre Chateubriand. Y en ellas la perspectiva histórica se superpone al testimonio autobiográfico, de manera que hay una constante interrelación de su historia personal y de la historia de Francia, de memoria y presente, de lo individual y lo universal. Por eso, las Memorias de ultratumba exceden el límite temporal de la autobiografía y abarcan un siglo de historia y completan una epopeya de la modernidad escrita por un antimoderno, de la que, con menos talento literario, formaron parte escritores como De Maistre y Bonald.

Así se van sucediendo las referencias a la infancia y la adolescencia en Bretaña y el recuerdo de la Revolución de 1789, la experiencia del soldado contrarrevolucionario, el exiliado en Londres y el viajero por Oriente, el escritor y el político, la vida de Napoleón y la caída de la restaurada monarquía borbónica hasta completar un resumen de su pensamiento y un análisis de la nueva Europa que se estaba diseñando vista desde la perspectiva de quien se sentía fuera de lugar en el nuevo tiempo histórico.

Por encima de la diversidad de tiempos, espacios y temas, las Memorias de ultratumba reflejan una intensa unidad narrativa y se someten a un diseño general revisado y reelaborado en varias ocasiones como una febril obra en marcha, con una tensión entre historia e individuo, entre presente y pasado semejante a la que se produce en ellas de cruce de novela y ensayo.

Con la actitud victimista y desorientada que caracteriza a la melancolía romántica, fiel al modelo del héroe maltratado por el destino adverso, Chateaubriand hace desfilar por el mundo y por su mundo las jornadas revolucionarias y la figura de Dante, Dios y la muerte, el exilio y las traiciones, la imaginación y las conspiraciones, las cataratas del Niágara y Napoleón, los Borbones y los canónigos de Würzburg, Praga y Cádiz, el cólera y la vida en París.

El Louvre de la literatura llamó Francis Ponge a estas Memorias que sirvieron de ejemplo a Proust en su recuperación del tiempo perdido y que llevaba inverosímilmente Maqroll el Gaviero en sus viajes, más por la simpatía de Mutis que por el escaso gusto lector del personaje.

Porque, como recuerda Arturo Ramoneda al final de su prólogo, esta obra ha tenido siempre una buena acogida en el ámbito hispánico, de Pérez Galdós a Álvaro Mutis, de Baroja a Ortega y Gasset o a Luis Alberto de Cuenca.

Santos Domínguez

5/9/18

Dostoyevski. Los demonios



F.M. Dostoyevski.
Los demonios.
Edición de Ricardo San Vicente.
Traducciones de Luis Abollado y Ricardo San Vicente.
Prólogo de Augusto Vidal.
Epílogo de Monika Zgustova.
Galaxia Gutenberg. Barcelona, 2017.

Con edición de Ricardo San Vicente, Galaxia Gutenberg publica Los demonios, la que  para Pietro Citati es la mejor novela de Dostoyevski, superior en perfección y en intensidad a Crimen y castigo y a Los hermanos Karamazov.

Es una crítica profética del socialismo y el anarquismo y de las construcciones de la utopía que tiene como telón de fondo la fuerte presencia en la sociedad rusa de aquellos demagogos de la nueva fe integrados en los círculos revolucionarios de los que formó parte el propio Dostoyevski.

En ese sentido, es un ajuste de cuentas con su propio pasado, con una militancia que le llevó a la condena a muerte y a un largo cautiverio de trabajos forzados en Siberia. Tenía 50 años cuando la publicó con un gran éxito de ventas y una acogida polémica, pues le valió el rechazo de la izquierda y el reconocimiento entre los sectores reaccionarios, que empezaron a invitarle a publicar en sus medios y a participar en sus fiestas.

“En Los demonios Dostoyevski quería demostrar que el ateísmo y el socialismo son ajenos al pueblo ruso y hasta incompatibles con su naturaleza. Según Dostoyevski, en Rusia era inútil intentar establecer un régimen social sin Dios, basado exclusivamente en la ciencia y en la razón”, escribe Augusto Vidal en su prólogo sobre la historia y la prehistoria de Los demonios, una novela en la que –concluye- “la preocupación política, ‘tendenciosa’, llevó a Dostoyevski a olvidarse, quizá por primera y última vez, de los ‘humillados y ofendidos’, por los que tuvo siempre tanto interés, tanta comprensión y tanto afecto.”

Además de una obra crucial en la trayectoria de Dostoyevski, Los demonios es una  brillante manifestación de su capacidad como novelista: la arquitectura de su construcción en tres partes, la modulación de la intriga, la densidad de la acción, la intensidad de los diálogos, la complejidad de los personajes, la importancia de los puntos de vista y de las voces de los personajes hacen de esta novela una de las cimas de su narrativa.

Lo político y lo psicológico se entrecruzan en dos tramas desarrolladas por personajes brutales y fascinantes -Verjovenski y Shátov, Stavroguin y Tijon- en torno a los que se construye esta novela política en la que el análisis psicológico convive con la crítica ideológica y moral.

La edición incluye en apéndice la confesión de Stavroguin que Dostoyevski retiró de la versión definitiva de la novela, y se cierra con un epílogo –‘La novela que anticipó nuestra época’- de Monika Zgustova, que presenta Los demonios como una novela premonitoria, “una de las novelas más modernas del siglo XIX”, porque anticipa no sólo las corrientes literarias posteriores, sino la situación de Rusia y Europa a lo largo del siglo XX y el fenómeno del terrorismo contemporáneo: “Los demonios se puede leer en clave de una defensa de la libertad y como una crítica acérrima, una advertencia y una premonición del Estado totalitario que tardaría medio siglo en producirse.”

Santos Domínguez

3/9/18

Gaston Bachelard. El aire y los sueños


Gaston Bachelard.
El aire y los sueños.
Traducción de Ernestina de Champourcin. 
Fondo de Cultura Económica. México, 2018. 

“Por el aire toda la vida y todos los movimientos son posibles”, escribe Gaston Bachelard en El aire y los sueños, que publica en su colección Breviarios el Fondo de Cultura Económica con traducción de Ernestina de Champourcin. 

Un Ensayo sobre la imaginación del movimiento -ese es su subtítulo- en el que se explora la relación de la poesía con la imaginación a través de su capacidad de crear imágenes y de someterlas a un proceso dinámico de transformación. 

Se cumplen ahora setenta y cinco años de la primera edición, sesenta de esta primera traducción en 1958 al español, de un libro que sigue desplegando toda su lucidez analítica y conserva intactas su capacidad de sugerencia y su potencia iluminadora. 

Para Bachelard la imagen no es una forma evasiva, sino el vehículo del viaje psíquico de lo real a lo imaginario, que en la poesía se resuelve en transformación verbal, en revelación de un nuevo sentido de la palabra poética. 

Paralelamente, el mundo de los sueños, lo onírico, se presenta como un espacio de vuelo libre, como ámbito de la ingravidez de la imaginación creadora y aérea. 

El sueño de vuelo en Rilke y en Shelley, la poética de las alas en Blake, en quienes alas y vuelo son imágenes dinámicas de la libertad, la presentación de Nietzsche como poeta del aire frío o la caída imaginaria en los cuentos de Poe son algunos de los temas que Bachelard analiza como reflejos de la imaginación aérea entre estos "grandes soñadores de la verticalidad." 

Sus análisis de las imágenes ascensionales y de la aspiración de verticalidad, de la imaginación aérea y el vuelo ingrávido proyectan una mirada distinta, profunda y enriquecedora, sobre la poesía desde la filosofía y la psicología. 

Bachelard, uno de los pensadores más sutiles y hondos del siglo XX, reivindicó en toda su obra la imaginación como la potencia humana fundamental, por encima de la razón. Y en este El aire y los sueños estudió la relación estrecha entre poesía e imaginación y describió las variantes de una poética aérea basada en la capacidad creadora de la imaginación y del lenguaje poético, porque "el hombre literario es una suma de la meditación y de la expresión, una suma del pensamiento y del sueño."

Ese es el ámbito en el que Bachelard ve volar a la poesía. 

Santos Domínguez