17/5/08

Razón de mudo



Agustín Villar.
Razón de mudo.
Editora Regional de Extremadura. Mérida, 2008.


La de Agustín Villar (Salamanca, 1944) es una de las voces más interesantes, matizadas y rigurosas de la literatura que se escribe en Extremadura. Su ya larga trayectoria, acreditada en una variedad de registros que van de la poesía a la narrativa breve y pasa por el aforismo, culmina en su último libro, Razón de mudo.

Subtitulado Aprender a esperar, Razón de mudo es el resultado de un largo trabajo de cinco años de escritura rigurosa, una suma de géneros, literatura híbrida y mestiza que funde diversas técnicas y enfoques en sus textos: relato, autobiografía, poema en prosa, dietario y pensamiento aforístico son los diversos matices que adquiere la voz de Agustín Villar .

Literatura del fragmento y del yo que tiene su origen más poderoso en Cioran o Canetti y que dio lugar en la trayectoria del autor a dos libros (Ocelos y Crepusculario menor) en los que la reflexión da lugar a una mirada crítica que se dirige a la realidad. Una mirada hacia fuera, pero también, y quizá de manera más radical, hacia dentro. Una mirada distanciada y autocrítica que practica, a la manera kantiana, una crítica del juicio y de la razón práctica y que no elude ningún territorio, pero que está más cómoda en determinados lugares: la memoria, la reflexión sobre la escritura y la lectura, el compromiso ético y estético.

Entre lo íntimo y lo público, entre los textos construidos en tercera persona y aquellos en los que se combinan la segunda y la primera, Razón de mudo se construye con una estructura muy meditada que integra diversas piezas y se instala en el lugar en que se unen lo que está fuera y lo que está dentro, el yo y los demás, a medio camino entre quien mira el mundo y quien se mira a sí mismo desde fuera con la distancia del sueño y el relato, o se escucha desde lejos mientras reflexiona, mientras dice:

Es preciso aprender a esperar. A veces, la espera es una tensión, el aguardo del misterio de la palabra oculta. Otras, es una exigencia, un urgir el pensamiento, entre el azogue y la añoranza de la escritura que se reclama. Y casi siempre se instalan el silencio y la quietud. Razón de mudo.

Santos Domínguez