José Mateos.
La razón y otras dudas.
Pre-Textos. Valencia, 2007.
La razón y otras dudas.
Pre-Textos. Valencia, 2007.
Como un raro híbrido que escapa a las clasificaciones se puede definir La razón y otras dudas, el último libro de José Mateos que publica Pre-Textos en su colección Textos y pretextos.
Hay en él algo de novela, de ensayo fragmentario, de literatura aforística y de diario, y tiene su indisimulado modelo en el machadiano Juan de Mairena. Y de la misma manera que no se debe confundir un heterónimo con un seudónimo, tampoco se debe identificar sin más matices a José Mateos con don Juan Espectro ni con don Eugenio Liendres, los dos heterónimos que vertebran este libro.
Un libro hecho con anotaciones y pensamientos que son la crónica del extravío de quien está solo y fuera del mundo, en un edificio que es la sede de la Escuela Popular de Docta Ignorancia que recuerda aquella Escuela Popular de Sabiduría Superior que según Mairena debería tener sólo dos cátedras: la de Sofística y la de Metafísica. De la actividad de esa Escuela de Docta Ignorancia proceden estas páginas que anotan, a través de sus decires y desdecires, recogidos por un discípulo suyo, y de las divinanzas escogidas de entre sus papeles dispersos, lo que dice la voz heterónima de Don Juan Espectro sobre el manicomio de las ideas modernas.
Una institución pedagógica destinada a combatir todas las soluciones y respuestas indudables frente a las falsas ilusiones de la razón.
Una verbena del no saber, una travesía por la perplejidad y la duda en la que lo importante es el desarrollo de la aptitud para el asombro, la curiosidad y la ignorancia a través de disciplinas como Lecturología, Física de lo imposible, Lenguas mudas y sobre todo Interrografía y Dudología para cultivar el rechazo del dogmatismo, pero también del relativismo y del escepticismo, porque unos y otros renuncian a la búsqueda que forma el espíritu humano.
Con los apuntes de sus clases y, después de su muerte en 1985, con las anotaciones de su diario y con los aforismos de las divinanzas, a lo largo de esas páginas se va desarrollando el pensamiento conservador y disperso de un antimoderno (Juan Espectro), un laberinto de incertidumbre donde existe la sed pero no el agua, y hay preguntas pero no respuestas.
Desconciertos y paradojas que recorren el libro desde el título al nombre de la institución de la docta ignorancia, escuela erigida por Don Juan Espectro, profesor de Metafísica, como Abel Martín, el maestro de Juan de Mairena.
Es la fe en la duda, la defensa de la capacidad creadora de la paradoja, o la duda como forma paradójica de la fe, de clara estirpe unamuniana en este heterónimo que es una síntesis de Mairena y San Manuel Bueno y tiene sus demonios intelectuales en los padres de la modernidad, en los filósofos de la sospecha, en Schopenhauer, Nietzsche, Freud o Cioran. Y hasta un antagonista un tanto simplón en ese Joaquín Metomentodo, condiscípulo del autor y caricatura gruesa del pensamiento progresista.
En una segunda parte paralela aparecen los decires y desdecires del señor don Eugenio Liendres también recogidos por un discípulo suyo y seguidos de las divinanzas.
Y así como Mairena superaba a su maestro Abel Martín, así también el lector encuentra la segunda parte, centrada en las reflexiones sobre poesía y arte de Don Eugenio Liendres, profesor de literatura y discípulo de Espectro, más interesante que la primera.
Las reflexiones sobre literatura, arte y poesía de este escritor regular y fino, pintor aficionado, quizá sean lo más fresco y apreciable del libro, lo más libre de apriorismos. Y sobre todo el donoso y polémico escrutinio que refleja las opiniones de un lector y lo retrata también como escritor.
Hay en él algo de novela, de ensayo fragmentario, de literatura aforística y de diario, y tiene su indisimulado modelo en el machadiano Juan de Mairena. Y de la misma manera que no se debe confundir un heterónimo con un seudónimo, tampoco se debe identificar sin más matices a José Mateos con don Juan Espectro ni con don Eugenio Liendres, los dos heterónimos que vertebran este libro.
Un libro hecho con anotaciones y pensamientos que son la crónica del extravío de quien está solo y fuera del mundo, en un edificio que es la sede de la Escuela Popular de Docta Ignorancia que recuerda aquella Escuela Popular de Sabiduría Superior que según Mairena debería tener sólo dos cátedras: la de Sofística y la de Metafísica. De la actividad de esa Escuela de Docta Ignorancia proceden estas páginas que anotan, a través de sus decires y desdecires, recogidos por un discípulo suyo, y de las divinanzas escogidas de entre sus papeles dispersos, lo que dice la voz heterónima de Don Juan Espectro sobre el manicomio de las ideas modernas.
Una institución pedagógica destinada a combatir todas las soluciones y respuestas indudables frente a las falsas ilusiones de la razón.
Una verbena del no saber, una travesía por la perplejidad y la duda en la que lo importante es el desarrollo de la aptitud para el asombro, la curiosidad y la ignorancia a través de disciplinas como Lecturología, Física de lo imposible, Lenguas mudas y sobre todo Interrografía y Dudología para cultivar el rechazo del dogmatismo, pero también del relativismo y del escepticismo, porque unos y otros renuncian a la búsqueda que forma el espíritu humano.
Con los apuntes de sus clases y, después de su muerte en 1985, con las anotaciones de su diario y con los aforismos de las divinanzas, a lo largo de esas páginas se va desarrollando el pensamiento conservador y disperso de un antimoderno (Juan Espectro), un laberinto de incertidumbre donde existe la sed pero no el agua, y hay preguntas pero no respuestas.
Desconciertos y paradojas que recorren el libro desde el título al nombre de la institución de la docta ignorancia, escuela erigida por Don Juan Espectro, profesor de Metafísica, como Abel Martín, el maestro de Juan de Mairena.
Es la fe en la duda, la defensa de la capacidad creadora de la paradoja, o la duda como forma paradójica de la fe, de clara estirpe unamuniana en este heterónimo que es una síntesis de Mairena y San Manuel Bueno y tiene sus demonios intelectuales en los padres de la modernidad, en los filósofos de la sospecha, en Schopenhauer, Nietzsche, Freud o Cioran. Y hasta un antagonista un tanto simplón en ese Joaquín Metomentodo, condiscípulo del autor y caricatura gruesa del pensamiento progresista.
En una segunda parte paralela aparecen los decires y desdecires del señor don Eugenio Liendres también recogidos por un discípulo suyo y seguidos de las divinanzas.
Y así como Mairena superaba a su maestro Abel Martín, así también el lector encuentra la segunda parte, centrada en las reflexiones sobre poesía y arte de Don Eugenio Liendres, profesor de literatura y discípulo de Espectro, más interesante que la primera.
Las reflexiones sobre literatura, arte y poesía de este escritor regular y fino, pintor aficionado, quizá sean lo más fresco y apreciable del libro, lo más libre de apriorismos. Y sobre todo el donoso y polémico escrutinio que refleja las opiniones de un lector y lo retrata también como escritor.
Santos Domínguez