10 octubre 2015

Víctor Jiménez. La mesa italiana


Víctor Jiménez.
La mesa italiana.
Renacimiento. Sevilla, 2015.

Los otros todos que nosotros somos es un verso de Octavio Paz que Juan Lamillar evoca en el  estupendo prólogo que abre La mesa italiana, el último libro de Víctor Jiménez, que publica Renacimiento en su colección mayor, Calle del Aire.

Con la difícil naturalidad del tono cercano y confesional que recorre estos textos, con su acostumbrada maestría en el uso de estrofas clásicas o de ritmos populares, Víctor Jiménez reúne en torno a esa mesa italiana a aquellos seres sucesivos que ha ido siendo en un ejercicio admirable de contención expresiva y de expansión sentimental, sístole y diástole de la palpitación poética de un autor que a lo largo de su ya amplia trayectoria vuelve a acreditar eso que muy pocos logran: ser un poeta con animal de fondo, alguien que tiene algo que contar, un poeta que conoce el secreto del final intenso de los poemas y hace contagiosa la emoción dolorosa de versos como estos: porque hay vidas que duran lo que quiere la muerte /y muertes hay que duran lo que quiere la vida.

Y así como a veces nos reconocemos en lo que han escrito otros o en los paisajes que dibujaron los maestros, Víctor Jiménez se reconoce y se reconstruye mirándose en el espejo de su memoria cinematográfica, “para desplegar – como señala Lamillar- una geografía (una cinematografía) personal de circunstancias y sentimientos” a través de la evocación de unos títulos –El viajero del tiempo, Senderos de gloria o La sombra de una duda- que podrían cifrar su vida y la memoria de su infancia, su juventud perdida o su presente en las desoladas secuencias de esta efímera / cartelera, tal vez, de incertidumbres. 

Santos Domínguez

09 octubre 2015

Clara Janés. Movimientos insomnes



Clara Janés.
Movimientos insomnes.
Antología poética 1964-2014.
Selección e introducción de Jaime Siles.
Galaxia Gutenberg. Barcelona, 2015.



El poeta está siempre aprendiendo y debe estar atento a las resonancias misteriosas que le asaltan, lleguen de donde lleguen. Poesía es, sí, un saber del “no saber” y, en último término, una forma de humildad, porque exige un total despojamiento. De eso se trata, de una disposición entregada. Por ello, creo con Cioran que “equivale a desaparición”: la desaparición del poeta en el poema, escribe Clara Janés en el epílogo Enséñame a hablar, hierba que ha escrito para cerrar la reunión de medio siglo de su escritura poética en la espléndida y amplia antología Movimientos insomnes, un volumen que edita Galaxia Gutenberg en su imprescindible colección de poesía.

Una antología preparada por el poeta y crítico Jaime Siles, que resalta la dificultad de hacer la selección de textos de una obra tan unitaria como la de Clara Janés, porque como recuerda Jaime Siles en su introducción "el verdadero poeta por mucho que evolucione es siempre uno y el mismo /.../ Por eso insistimos en que la poesía de Clara Janés no puede ser vista desde ni a través de sus partes, sino como lo que es: una totalidad. /.../ La lectura de Clara Janés es toda una experiencia que pone al límite nuestra comprensión y que exige el máximo de nuestro conocimiento. Pocas obras se parecen tanto a su autor y pocos autores se parecen tanto a su obra. "

Emparentada con la razón poética de María Zambrano, la de Clara Janés es una poesía de la búsqueda, un viaje al infinito y al no ser, una inmersión en el no saber sabiendo sanjuanista, una forma de conocimiento que a través de la conjunción de música y palabra enlaza con el impulso creador de Orfeo. 

Palabra interior que se proyecta en una poesía que busca la transcendencia y la revelación en lo oscuro, la construcción de lo que Siles define como “un puente hacia el absoluto que pone en comunicación el cosmos con el yo.”

Palabra que levanta el vuelo hacia un más allá invisible e intuido, hacia la transparencia y lo inefable, hacia una belleza que, desde lo inaccesible del misterio, nos sostiene todavía.

Palabra que convoca lo oculto y se yergue como testigo: 

Muda voz 
que todo lo dijiste en tu silencio
hasta el silencio tuyo
y eres perfume ahora
que a mi desmayo acude,
con un nimbo de luz 
aviva la flor blanca
que habla del misterio.

Santos Domínguez

07 octubre 2015

Joseph Campbell. Diosas



Joseph Campbell.
Diosas. 
Misterios de lo divino femenino.
Traducción de Cristina Serna.
Atalanta. Gerona, 2015.

En 2013  la mitóloga Safron Rossi recopiló las diversas conferencias que Joseph Campbell pronunció entre 1972 y 1986 sobre lo divino femenino y las editó en un volumen que ahora publica en español Atalanta con traducción de Cristina Serna.

Se cubre así una laguna llamativa en la bibliografía de Campbell, que escribió decisivamente sobre los arquetipos masculinos en la mitología y las religiones, pero que no llegó a componer una obra sobre las divinidades femeninas, aunque en más de veinte conferencias abordó las figuras, la simbología, los temas y la iconografía de la Gran Diosa –la Diosa Blanca de la que escribió memorablemente Graves– como metáfora de la transformación y el universo, de la vida y la muerte, exploró su evolución histórica en distintas épocas y culturas y sus variantes en diversos lugares y mitologías –incluidas esas "mitologías prosaicas" que son las teologías.

Ese es el hilo conductor de este volumen organizado cronológicamente desde el Paleolítico, en que la diosa se identifica con la naturaleza, hasta la cultura medieval europea, cuando se transmuta en la figura de la Virgen María o se proyecta en la idealización del amor cortés y en los arquetipos neoplatónicos del Renacimiento.

Entre esos límites cronológicos, Campbell sigue la evolución de la Diosa Madre creadora en el Neolítico y en Creta, de las divinidades  sumerias y egipcias –Ishtar e Isis-, analiza su presencia en el panteón griego y en la Odisea, o la reconoce en la Diosa del pasado y del futuro de los cultos mistéricos de Eleusis o en los ritos dionisíacos y órficos.

Ilustrado con más de ciento cincuenta imágenes que reflejan la figura y subrayan la presencia de lo divino femenino, Diosas rastrea, en palabras de Campbell, "el florecimiento de una Gran Diosa en las muchas diosas de la imaginación mítica" desde la Gran Diosa neolítica, esencial en la primera concepción mítica del mundo -esa es la raíz más antigua de la mitología-, a través de su creciente importancia desde el nacimiento de la civilización en Mesopotamia y Egipto, desde los valles del Tigris, el Éufrates y el Nilo en donde se generan una serie de concepciones míticas que representan la fecundidad, la transformación y el crecimiento:

"Las mitologías de la naturaleza y las centradas en lo social se hallan en conflicto entre sí: las mitologías del Dios ponen el acento en lo social, mientras que las de la Diosa lo ponen en los aspectos del mundo natural."

Arquetipos míticos que son una personificación femenina de la naturaleza cósmica, representación del universo que es Tierra y Cielo a la vez, en sus distintas variantes como metáforas de la fecundidad y del triunfo de la vida sobre la muerte: las Venus paleolíticas, Isis, la diosa madre de Osiris, Madre de Dios como Cibeles, como la diosa Kali de la India, como la Virgen María. 

Afrodita, Hera, Atenea, Ártemis, Astarté, Deméter, Perséfone, centros simbólicos de la energía cósmica o madres protectoras, diosas de la vida y de la muerte, de la fertilidad y la venganza, preludios de la mitología básica del cristianismo, manifestaciones variables de la naturaleza esencialmente única de esa divinidad femenina pese a las transformaciones históricas y culturales que sufre lo mitológico, lo religioso y lo cultural desde que "en una época muy tardía de la historia de la humanidad se desarrolló el arte de la agricultura y la domesticación de los animales, lo que produjo un cambio de autoridad: la ecuación biológica pasó de lo masculino a lo femenino. Las grandes preocupaciones ya no eran la caza y la matanza de animales, sino la siembra y la recolección; y puesto que la magia de la Tierra y la de las mujeres son la misma-pues ambas dan la vida y la alimentan-, no sólo el papel de la Diosa pasó a ser de capital interés para la mitología, sino que también aumentó el predicamento de las mujeres en los poblados."

Y así, frente a las mitologías de la divinidad masculina, que inciden sobre todo en lo social, las mitologías de la Diosa hacen hincapié en el mundo natural, porque "los dioses representan los principios místicos, las posibilidades de la experiencia humana, y asumen formas diferentes como reflejos de la vida espiritual en las diversas culturas según su entorno, historia e idiosincrasia. Con el mito, que representa la gama invisible de los reflejos de la psique, ocurre lo mismo que con la forma humana, que se proyecta de diferentes maneras en las diversas partes del mundo. 
(...)
Cuando se trata de la mitología de la Diosa, de lo que se habla es de la Madre Naturaleza, y esta mitología de la Madre Naturaleza es profunda, es universal."

Santos Domínguez

05 octubre 2015

Mujica Láinez. De milagros y de melancolías


Manuel Mujica Láinez. 
De milagros y de melancolías.
Prólogo de Luis Antonio de Villena.
Drácena. Madrid, 2015.


Publicada por primera vez en 1968 e inexplicablemente inédita hasta ahora en España, De milagros y de melancolías, la novela de Manuel Mujica Láinez que acaba de editar Drácena con prólogo de Luis Antonio de Villena, forma parte, junto con Crónicas reales y El viaje de los siete demonios, de un ciclo narrativo irónico que Mujica Láinez compuso después de sus novelas más conocidas y exigentes, Bomarzo y El unicornio. 

En esa trilogía burlesca, el humor desatado, la ironía, la libertad creativa y la actitud distante ante la Historia y la realidad contrastan con las anteriores Bomarzo y El unicornio, en las que la documentación y el rigor histórico se ponían al servicio de la narración. Frente a la Historia se impone ahora la antihistoria, el enfoque humorístico que muestra la realidad bajo una luz satírica y la parodia de la literatura hispanoamericana desde sus orígenes en las crónicas de Indias hasta la narrativa del realismo mágico. 

Desenfadada, escéptica y burlona, De milagros y de melancolías comienza como una contracrónica de Indias con la fundación de una ciudad imaginaria –San Francisco de Apricotina del Milagro- que es todas las ciudades porque no es ninguna en concreto, sino una metáfora utópica del mundo americano:

La historia de esta ciudad es un rosario de milagros y de melancolías; el final se abre al inquieto presentimiento de que siempre ocurrirá asi, de que este habrá de ser el destino de nuestra pobre América.

A partir de ese momento fundacional, impulsado por Don Nufrio de Bracamonte e inmortalizado por el cronista Diego Cintillo, se narran seis momentos a través de seis personajes arquetípicos –el fundador, los gobernadores, el liberador, el caudillo, el civilizador y el líder- que resumen las claves de su evolución histórica antes de un Epílogo espiritista y una divertida Bibliografía apócrifa. 

Ese enfoque humorístico desdibuja los límites entre la realidad y la invención en un tiempo ucrónico y con una actitud paródica que se proyecta no solo en el argumento sino también en el tratamiento del tiempo, en el que abundan los anacronismos deliberados, o en el sesgo con que se contempla a los personajes. Basta fijarse en los nombres de los gobernadores -don Íñigo Zamudio Zubizarreta y Zumalacárregui, don Laín Láinez y Veintelibros, don Pánfilo Espesura de los Alcornoques o don Florindo Bergamota y Solvente-, el poeta Octaviano Panida Sistro, el enano Bravaverga, el profesor Jamaisplus o los generales que protagonizan los episodios de inestabilidad, caudillajes y guerras civiles tan característicos de la inestabilidad política latinoamericana:

Durante los años que comprende la Negra Anarquía, el general Loredán Conchilla Vitimoco derrotó al general Melchor Adastra, en Tucla, y el general Melchor Adastra derrotó al general Loredán Conchilla Vitimoco, en Miraflor de los Batuques; el general licenciado Ramsés Otero Otero (Teruteru) derrotó al general Cupertino Perásper, en Santa Fe la Nueva, y el general Cupertino Perásper derrotó al general licenciado Ramsés Otero Otero (Teruteru) en Santa Isabel de Ávila; el general Manlio Perlones derrotó al general Loredán Conchilla Vitimoco, en Los Burros, y el general Loredán Conchilla Vitimoco derrotó al general Manlio Perlones, en Fraile Comido; el general Melchor Adastra derrotó al general licenciado Ramsés Otero Otero (Teruteru), en Santa Ana de la Buena Coca, y el general licenciado Ramsés Otero Otero (Teruteru) derrotó al general Melchor Adastra, en Pucahuaca. Y así sucesivamente. Las combinaciones matemáticas posibles son veinte, y se cumplieron todas. Cada uno de los generales derrotó a sus cuatro camaradas enemigos y fue derrotado por ellos. Hubo, en consecuencia, mientras se desarrollaban los oscuros años mencionados, igual número de vencedores y de vencidos.

Una novela –escribe Luis Antonio de Villena en el prólogo- “muy de su autor, pero asimismo algo extraterritorial.”

Y como en manos de un maestro ningún material es menor, esta es una obra que no desmerece del conjunto de la narrativa de Mujica. La continua diversión del lector a través de sus casi quinientas páginas es un reflejo de la actitud relajada y divertida con que su autor acometió este De milagros y de melancolías, una de las novelas imprescindibles de esta temporada.

Santos Domínguez

02 octubre 2015

Narcís Comadira. El arte de la fuga


Narcís Comadira.
El arte de la fuga.
Antología del autor.
Edición bilingüe de Jaume Subirana.
Cátedra Letras Hispánicas. Madrid, 2015.



Todo yo era de plomo, la estancia se encogía,
Yo, de plomo, corría; tú, Muerte, te acercabas,
de plomo, aterradora, para aplastarlo todo.
Pero yo de pronto te decía: tú no vencerás nunca:
te venceré con palabras.

Así termina El sueño, uno de los poemas que Narcís Comadira (Gerona, 1942) ha seleccionado para El arte de la fuga, la antología bilingüe que publica Cátedra Letras Hispánicas con edición de Jaume Subirana, que define a Comadira como “un poeta transcendido. Le transciende la lengua /.../, le trasciende el sentido, o la búsqueda del sentido. Le trasciende el inmortal resplandor de las cosas que viven en su poesía. Le trasciende, en fin, por mediación de sus versos, la vida.”

Organizada por el propio autor con un criterio temático, no cronológico, esta antología que toma su título de uno de los libros más significativos de su autor, resume el mundo poético de Comadira a través de sus motivos centrales: lugares, hechos, emblemas o poéticas.

Traducidos la mayor parte de ellos por José María Micó, el volumen contiene también versiones de sus poemas firmadas por José Agustín Goytisolo, Corredor-Matheos, Jordi Virallonga o Vicente Molina Fox, autor de un breve prólogo -Clara sombra- en el que resalta la mezcla que hay en esta poesía entre la predominante línea clara y otra más sombría que asoma en ciertas zonas.

Pintor además de poeta, la poesía de Comadira tiene un alto componente figurativo. Poesía del lenguaje y de la mirada que se resume en un texto como Misterio, que en dos únicos versos define toda una concepción poética:

El Lenguaje se ha hecho carne:
y se le han hecho ojos las metáforas.

Expresada con variedad de ritmos, de registros lingüísticos, de tonos y de temas -el arte y la ciudad, el mar y la memoria, el paisaje y la escritura- la de Comadira es una poesía de la forma más que de la idea, poesía de la mirada hacia fuera -la contemplación- y de la mirada hacia dentro -la reflexión-, poesía del presente y poesía elegíaca.

Mirada y memoria, contemplación y reflexión, experiencia y conciencia atraviesan estos textos y articulan, con una difícil suma de sutileza y densidad, una poesía interrogativa en busca de respuestas entre la duda y la ironía, la experiencia y el sentimiento del tiempo, entre la libertad y el terror como tituló significativamente uno de sus libros.

Una poesía que tiene sus señas de identidad, como explica Dolors Oller en su epílogo sobre la poética de Comadira, en “la pertinaz dedicación a una lengua y a la escritura como reserva de memoria.”

“Desde la luz solar mediterránea –añade-, la poesía de Comadira, clásica en sus figuraciones corpóreas y posmoderna en la recuperación de temas y motivos vigentes en su tópica, llega a una intersección expresionista de la emoción y de la forma, de la forma con la idea, y de la idea con el pensamiento poético que acompaña todo el ámbito de su escritura: el deseo, la memoria, la naturaleza y la forma.”

Así ocurre en Lastre, uno de los textos de esta antología:

Soy uno que nació
en el invierno de 1942,
en pleno corazón de una ciudad de pórticos.
De la lluvia y del sol eran refugio
y de nuestra timidez adolescente.
Había un río fangoso
lleno de carpas negruzcas
y un ritmo de campanas
inexorable y lento.
La lluvia del otoño resbalaba
por el adoquinado
de los enfermos callejones;
se helaban los charcos en invierno,
pues los inviernos eran fríos. Y oscuros.
Éramos un rebaño de niños friolentos
junto a humosas estufas de agrios aserrines.
Temblábamos de miedo tras los cristales sucios
mientras nos educaban en una lengua extraña.

(...)

Después, ya todo fue convencional,
hogar y patria. Nunca jamás volvió
la ilusión perdida. Ya todos para siempre
fantasmas errabundos por la vida,
emasculados de Dios, aferrados al secreto.

Santos Domínguez

30 septiembre 2015

Carlos Fidalgo. La sombra blanca


Carlos Fidalgo.
La sombra blanca.
Reino de Cordelia. Madrid, 2015.

En los campos de Flandes las amapolas se mecen
entre las cruces, fila sobre fila,
que marcan nuestro sitio; y en el cielo 
las alondras, aún cantando embravecidas,
vuelan sin oírse apenas entre los cañones.

Somos los Muertos. Hace pocos días 
vivimos, sentimos el amanecer, vimos el brillo del ocaso,
amamos y fuimos amados, y ahora aquí yacemos 
en los campos de Flandes. 

Retomad la disputa que fue nuestra: 
estas débiles manos os entregan 
la antorcha; levantadla ben alto.
Y si falla esta fe que compartimos
no podremos dormir, aunque crezcan las amapolas
en los campos de Flandes.

Ese poema de John McCrae, que aparece aquí en la versión de Borja Aguiló y Ben Clark, prefigura el tono y la voz narrativa que recorren La sombra blanca, una espléndida novela corta que Carlos Fidalgo publica en Reino de Cordelia.

Una novela de fantasmas ambientada, como ese poema, en la Primera Guerra Mundial y atravesada por una realidad invisible que, entre el misterio, la fantasmagoría y el terror, recuerda al mejor Henry James, el de la distancia corta de los relatos y las novelas breves.

Con un título alusivo al legendario espectro femenino que avisaba del peligro o de la proximidad de la muerte y a la ceguera provocada por los gases tóxicos o los bombardeos que abrasaban los ojos de los soldados y los aislaba y los hacía más vulnerables o los colocaba en un territorio de frontera entre la vida y la muerte, La sombra blanca es una novela coral en la que se suceden varias voces narrativas que se superponen o se disuelven en la niebla.

Entre esas voces plurales en situaciones límite que hablaban en el poema del canadiense McCrae, hay dos que adquieren una especial relevancia y acaban confluyendo: la del soldado escocés Elgin Gairloch, el hilo conductor de la narración, y la del Teniente Kilbride.

Unas voces que se construyen en capítulos breves y se expresan con una intensidad de lenguaje que se hace presente desde el Preludio:

Ahora sé que soñé contigo. Soñé que caminabas sobre la playa, como un ángel, y que la resaca no te mojaba los pies.
Soñé que eras una sombra blanca. Ligera como la niebla.
Soñé que nada te tocaba el alma, porque estabas muerta.
(...)
Y yo cierro los ojos. Me sumerjo otra vez en el sueño. Y te veo.
Estás envuelta en una mortaja. El agua no te moja los pies. El mar no se atreve a tocarte.

Una intensidad expresiva que se manifiesta a lo largo del juego de voces que vertebra el relato y lo recorre de principio a fin para culminar en la última línea del Epílogo:

Y me doblo como una arruga del tiempo.

Un ejército de voces espectrales de soldados desorientados y muertos en el asalto a sus trincheras o bajo los bombardeos alemanes. Unas voces que acaban habitando esa arruga del tiempo, que se dobla sobre sí mismo y dejan en el suelo o en el aire un rastro de pétalos antes de llegar a la orilla de un lago donde una sombra blanca que sale de la niebla –esa  muerte blanca- los envuelve en un sudario.

Una novela que confirma a Carlos Fidalgo como un narrador maduro, consciente de la importancia que tienen en la narración breve el manejo del tiempo y la tensión del lenguaje para producir aquel efecto único del que hablaba Poe como condición esencial del relato. 

Santos Domínguez

29 septiembre 2015

Universos y paradojas de Italo Calvino



Carlo Ossola.
Italo Calvino: Universos y paradojas.
Traducción de Francisco Campillo García.
Siruela. Madrid, 2015


Cuando se cumplen treinta años de la muerte de Italo Calvino, Carlo Ossola publica un espléndido ensayo sobre su mundo literario. Titulado Italo Calvino: Universos y paradojas y traducido por Francisco Campillo García, traza un recorrido por la inagotable colección de arena que es la obra del autor de Las ciudades invisibles, una obra central que se estudia también en la parte central de este volumen.

Una introducción ejemplar a la obra de uno de los autores imprescindibles de la segunda mitad del siglo XX; una interpretación global de su narrativa; una invitación a la relectura de libros esenciales como Nuestros antepasados o Palomar y finalmente un repaso a un mundo literario consistente que se mueve entre la narrativa y el ensayo, entre el realismo y lo fantástico, entre el testimonio y la alegoría, entre la naturaleza y la historia.

La editorial Siruela, que tiene como una de las joyas de su catálogo la biblioteca Calvino, culmina esa línea con la publicación de este título, llamado a ser una obra de referencia en la bibliografía sobre el autor de La bonanza de las Antillas.


Santos Domínguez

28 septiembre 2015

Goethe. La vida como obra de arte


Rüdiger Safranski,
Goethe. 
La vida como obra de arte.
Traducción del alemán de Raúl Gabás.
Tusquets. Barcelona, 2015.

Un sabio escribe sobre un genio un libro monumental. 

Eso es Goethe. La vida como obra de arte, de Rüdiger Safranski, que publica Tusquets en su colección Tiempo de Memoria con traducción del alemán de Raúl Gabás. 

Un retrato en el que, como es habitual en Safranski, como hizo en Romanticismo o en Schiller o La invención del idealismo alemán, sobre el rigor de fondo pesa más el impulso narrativo que la seca erudición para construir un relato que va más allá de la figura de Goethe, de su vida, su obra y su pensamiento para ahondar en el estudio del espíritu alemán porque, como avisa desde la primera línea del ensayo, Goethe es un acontecimiento en la historia del espíritu alemán. 

Organizado en treinta y cuatro capítulos, con dos intermedios y unas consideraciones finales y completado con un apéndice cronológico y otro bibliográfico, Safranski ha puesto al frente del libro un significativo fragmento de una carta del 20 de septiembre de 1780, en la que Goethe le escribe a Lavater:

Este deseo vehemente de elevar tan alto como sea posible en el cielo abierto la pirámide de mi vida supera todo lo demás y apenas permite un instante de olvido. No puedo demorarme, tengo ya unos años; es posible que el destino me parta por la mitad y la torre babilónica quede truncada. Digamos por lo menos que fue proyectada con audacia.

Y a partir de ahí, desde la descripción de su difícil nacimiento hasta el momento final el 22 de marzo de 1832 cuando a las doce del mediodía, Goethe se recostó cómodamente hacia la esquina izquierda del sillón, Safranski desarrolla un estudio tan sólido como imprescindible sobre uno de los nombres fundamentales – tan sólido como imprescindible también- de la literatura universal, un concepto que Goethe fundó y promovió con la lucidez que sólo existe en quienes iluminan su tiempo y proyectan esa luz inextinguible sobre el futuro.

Un ensayo en el que en busca del yo profundo de Goethe, Safranski levanta una narración dinámica que funde obra, época, arte y sistema de un clásico que por serlo es un hombre representativo de su tiempo, pero también un contemporáneo constante que mantuvo con firmeza que tenemos el arte para no perecer en la realidad.

Goethe se definía a sí mismo  como un singular colectivo, como alguien que adoptó como principio la máxima de acoger en sí tanto mundo como pudiera elaborar,  creador de una obra que además de expresar la afirmación de su individualidad aspiraba a reflejar el espíritu de su tiempo porque -explica Safranski- desde su punto de vista es imposible sin más pensarse fuera del mundo, como los filósofos hacen a veces por razones metodológicas. Él estaba siempre fuera en el mundo, por más que también permaneciera concentrado en sí mismo. Su orientación es objetiva por completo. La auténtica inteligencia creadora era para Goethe algo con lo que la naturaleza se observa a sí misma y la poesía se produce a sí misma. En cada caso pensaba lo subjetivo desde lo objetivo. Forma parte de este tema el que en las cartas de los últimos años omitiera por completo el “yo”.

Clásico y romántico, aunó escritura y vida, pensamiento y sentimiento, ciencia y arte, naturaleza y filosofía, autobiografía y creación, autorreflexión y mirada al mundo. Complejo y plural, la perspectiva vital y creadora de Goethe aspira siempre a la integración de lo proteico: para los piadosos Goethe era demasiado pagano, a los moralistas les parecía erótico en exceso, y los demócratas lo consideraban demasiado aristocrático.

Entre la admiración por Shakespeare y la amistad decisiva con Schiller, Safranski dibuja la figura poliédrica de un Goethe que se mueve entre la rutina administrativa y la dedicación a la poesía, entre la conciencia de sí mismo y las turbulencias amorosas, describe los problemas digestivos originados por la cerveza y el café, pero a la vez habla de la fuerza creadora del genio, explora los espacios y los ambientes en los que transcurrió su vida: de Leipzig a Italia, de Weimar a Jena, su estilo de vida- el ocio ocupado-, su obra plural, de Werther a Fausto, de la poesía de las Elegías romanas al tratado de óptica en Teoría de los colores, de Las afinidades electivas a su autobiografía Poesía y verdad, donde recuerda a propósito de la relación entre la realidad y la poesía:

Si me sentía aliviado y esclarecido por el hecho de haber transformado la realidad en poesía, mis amigos se confundían por cuanto creían que era necesario transformar la poesía en realidad.

Una incansable fuerza creativa que resume así Safranski: Recorrió, pues, su vida una inquietud creadora. A los veintidós años dice que aspira siempre a ir hacia delante y, por eso, olvida lo que está escrito y tiene que apropiárselo de nuevo; y, al hacerlo, lo apropiado se le presenta como algo extraño. Es cierto que en la edad madura recogía con cuidado sus escritos y, cuando era posible, pedía que le devolvieran sus cartas; quería tener lo propio en torno a él. Con todo, confiaba gustosamente a otros la tarea de encontrar una unidad compacta, una conexión interna. Dudaba de que se diera en él algo así, y decía que el sentido y el significado de sus obras es lo que estas presentan en cada caso, y que eso es comprensible por sí mismo. Se apoyaba en el instante creador, y la vida era para él una serie de esos instantes, que se reflejan en las obras particulares. En conjunto pueden ofrecer una gran “confesión”, pero también acerca de esta hemos de decir que su sentido se abre, no sólo desde el final, sino a partir de todo momento que mueve.

Publicado hace dos años en Alemania, Goethe. La vida como obra de arte es ya una referencia insoslayable en la bibliografía sobre una figura tan decisiva como Goethe, un ejemplo iluminador de lo lejos que puede ir quien asume como tarea de la propia vida el proyecto de llegar a ser lo que él es. 

Santos Domínguez

26 septiembre 2015

María Sanz. Oboe d'amore



María Sanz.
Oboe d'amore.
Colección Melibea. Talavera de la Reina, 2015.

Continúas viviendo / como quien no ha nacido, escribe María Sanz en uno de los poemas de Oboe d'amore, el libro con el que obtuvo el ultimo premio de poesía Rafael Morales que publica la colección Melibea de Talavera de la Reina. 

Con el tono de tristeza serena que se asocia al instrumento musical aludido en el título, los poemas intimistas y melancólicos de Oboe d'amore funden la armonía musical y una nostalgia que se acompasa en el brillo de sus potentes imágenes y se modula en su afinado ritmo clásico.

Poesía de interiores con otoño y lluvia al fondo como imágenes de la desolación convertida por María Sanz en alta poesía que conjura el paso del tiempo, en música que se levanta contra el silencio, en unos poemas de espejo frente al espejismo del deseo, en unos textos donde la voz poética conversa con su eco en un tono desnudo y nada complaciente.

Tema y variaciones, arte de la fuga en este Concierto para rosas, elegía / con oboe d’amore en el otoño, / dulce lamentación de los sentidos / cuando la tarde, exhausta, se diluye.


Santos Domínguez

25 septiembre 2015

Mercedes Roffé. Carcaj : Vislumbres



Mercedes Roffé.
Carcaj : Vislumbres.
Vaso Roto. Madrid, 2014.

Entre este comienzo:

en sueños
contempla la maniobra 
incierta
de algo / alguien
más allá de lo humano
o aún por serlo

y este final:

ser

espuma, túnel, viento
ley de los llanos cúpula
germinal
en que resuena, armónica
la nada
sobre el murmurante encaje 
de la noche

los poemas de Carcaj : Vislumbres, de Mercedes Roffé (Buenos Aires, 1954) que publica Vaso Roto invitan al lector a visitar un ámbito intransferible habitado por una voz poética que los construye en un arriesgado ejercicio de funambulismo por un incierto lugar intermedio que levanta puentes sobre el abismo, entre el sueño y la vigilia, entre lo real y lo irreal.

Afilados como las flechas del carcaj, evanescentes como si los dictara un sueño, los textos de Carcaj : Vislumbres, dotados de una aguda conciencia perceptiva, excavan siempre en lo hondo, vislumbran el espacio sonámbulo de las revelaciones.

Recortados y exigentes, los versos breves de este poema-libro, de intensa carga verbal y depurada contención expresiva, dibujan un mapa interior a través de alusiones simbólicas –niebla o bosque, playa o nieve, buque o estepa-, trazan con su certera agilidad una trayectoria que explora en lo hondo, en los límites del sentido y el conocimiento, son una inmersión en lo oscuro, la reconstrucción de un sueño con su lógica onírica y su sincopada sintaxis de yuxtaposiciones desde un tiempo sin tiempo, desde el tiempo interior de la conciencia.

Organizado en las dos partes que la autora delimita explícitamente y deja sugeridas en las dos palabras del título, Carcaj : Vislumbres construye un discurso poético alejado de toda narratividad, pero tocado de una intensa emoción transitiva que, más allá del mundo percibido, alude al mundo intuido, entrevisto y vislumbrado, ese rumor que vence y se despliega / súbito / sonámbulo / oblicuo / renuente / : / huyente arquitectura / música extrema

Consciente de que la poesía se hace con palabras, no con ideas, Mercedes Roffé levanta en este libro un sólido edificio verbal a partir de unos textos que fundan su propia realidad, que son una forma de conocimiento, un descenso al origen y al fondo opaco de la noche, tanteos en la sombra en busca del sentido de un sujeto poético que se va construyendo -crece en silencio / no perturbes / la transformación / del pez- a medida que encuentra su lugar en el mundo, su tonalidad verbal, su conciencia propia a partir de una mirada hecha de palabras. Una mirada como la que evocó Octavio Paz cuando escribió: “No veo con los ojos, las palabras son mis ojos.”

Poesía emparentada con la poesía del silencio y su ambición metafísica que prescinde de lo figurativo y va más allá de la mera transcripción de la realidad o de la descripción de experiencias racionales –no preguntes / por aquello que se halla / más allá de la razón- para convertirse en un viaje al otro lado, a lo que se vislumbra detrás de la niebla, tras la estela luminosa y elíptica que dejan los poemas sagitarios de este carcaj de imágenes que iluminan las sombras con su estrategia interrogativa hasta que 

tras el alba 

los rumores del viento amanece  
—diáfano 
leve 
pertinaz—
un sujeto y su verbo


Santos Domínguez

23 septiembre 2015

Anatomía de la melancolía



Robert Burton. 
Anatomía de la melancolía.
Selección y prólogo de Alberto Manguel.
El libro de bolsillo. Alianza Editorial. Madrid, 2015.


Robert Burton (1577-1640) publicó en 1621 la Anatomía de la melancolía, un tratado enciclopédico sobre ese rasgo presente con frecuencia en el temperamento humano. Asociado al genio, atributo o soporte de la locura en otras ocasiones, se ha manifestado en lo que los antiguos llamaron hipocondria y los modernos, spleen.

Contemporáneo de John Donne y de Shakespeare, bibliotecario en Oxford, Burton invirtió todo el tiempo libre que le dejaba su profesión sedentaria y relajada en recoger la sabiduría de su época y en proyectar sobre esos textos su propia sabiduría, tan desmesurada como esta obra inabarcable, como este libro de arena entretenido y profundo, lleno de talento literario, de buen juicio y de buen estilo.

Compendio de una magnífica biblioteca del siglo XVII en la que se da cita la sabiduría en forma de resúmenes históricos, consideraciones filosóficas, anécdotas literarias, mitos y leyendas, citas poéticas, informaciones científicas, meditaciones teológicas, juicios médicos sobre el ejercicio inmoderado, pronósticos de la melancolía y entretenidas digresiones sobre la curación por el amor o la música.

Eso y mucho más es la Anatomía de la melancolía, de Robert Burton, que publica parcialmente Alianza en El libro de bolsillo, con prólogo y selección de textos de Alberto Manguel, que como Virgilio a Dante nos guía por esta poblada selva de varia lección.

Santos Domínguez

21 septiembre 2015

Kafka. La condena. La muralla china


Franz Kafka.
La condena.
Traducción de Carmen Gauger.
El libro de bolsillo. Alianza Editorial. Madrid, 2015.


Franz Kafka.
La muralla china.
Traducción de Adan Kovacsis.
El libro de bolsillo. Alianza Editorial. Madrid, 2015.

El destino de Kafka – escribió Borges – fue transmutar las circunstancias y las agonías en fábulas.

En estos dos volúmenes que publica el libro de bolsillo de Alianza Editorial se reúnen todos los relatos de Kafka con dos nuevas traducciones de Carmen Gauger y Adan Kovacsis que se atienen a las recientes ediciones críticas de la obra de Kafka.

Bajo el título La condena se editan, junto con ese texto imprescindible y con la novela corta En la colonia penitenciaria, todos los cuentos que el propio Kafka preparó en vida y agrupó en distintos volúmenes –Contemplación, Un médico rural y Un artista del hambre- entre 1913 y 1924, más otros cuatro relatos que publicó en revistas y no incluyó en libros.

Contemplación fue el primer libro que publicó Kafka. Apareció poco después de haber escrito La condena y La metamorfosis, y contiene textos menos conocidos, pero igualmente memorables, como Deseo de ser piel roja o el excelente Para que reflexionen los jinetes.

En los relatos de Un médico rural está ya, sintetizado y complejo a la vez, el Kafka canónico y maduro, el escritor nocturno que cuestiona angustiosamente el mundo y se interroga por su lugar en él, el oscuro oficinista que se desdibuja o se desdobla en máscaras irónicas o se atrinchera en el interior de sí mismo y anticipa en Ante la Ley una semilla de El proceso o deja en sus páginas varias parábolas inolvidables (Chacales y árabes, Un mensaje imperial o Un informe para una Academia) sobre el sinsentido y los límites de la expresión, sobre la crisis de la identidad y la razón.

En el otro volumen, La muralla china, se recogen los relatos póstumos, inconclusos y fragmentarios la mayoría, que Max Brod reunió en los años 30 en dos libros: Durante la construcción de la muralla china y Descripción de una lucha. Entre ellos figuran textos tan significativos e imprescindibles como El silencio de las sirenas, El escudo de la ciudad, La verdad sobre Sancho Panza,  o El cazador Gracchus.

No es un Kafka menor, porque no hay un Kafka pequeño, sino un autor fundamental que con estos textos, breves pero no pequeños, estaba inaugurando una de las direcciones fundamentales del cuento contemporáneo.

 Santos Domínguez

19 septiembre 2015

Otto Nückel. Destino


Otto Nückel.
Destino.
Una novela en imágenes.
Sans Soleil Ediciones.
Barcelona, 2015.

“Las narrativas pictóricas son tan antiguas como el nacimiento mismo de las imágenes: dos o más dibujos juntos, por primitivos que éstos fueran, creaban una secuencia o proponían una posible historia que el mirante construía con su imaginación. Sin necesidad de remontarnos a la Prehistoria, hace aproximadamente un siglo, cuando comenzaba a gestarse la sociedad tecnificada que hoy conocemos, surgieron una se-rie de ilustradores fuertemente concienciados por las problemáticas de su tiempo que decidieron denunciar las injusticias o mostrar sus ideas gracias al lenguaje universal de las imágenes”, escribe Gorka López de Munain en el prefacio que ha escrito para presentar la edición de Destino. Una novela en imágenes, que acaba de publicar Sans Soleil Ediciones.

Antecedente de la novela gráfica actual, la novela sin palabras fue una modalidad artística que estuvo muy de moda en los años treinta con figuras tan significativas como Max Ernst o como Otto Nückel, que publicó en 1926 esta novela en imágenes con más de doscientos grabados articulados en diecisiete secuencias que narran con trazo minucioso y enorme capacidad expresiva la trágica vida de una mujer desde su infancia hasta su suicidio. En medio, una visión amarga de la vida de una mujer marcada por las muertes trágicas del padre alcohólico y de la madre abandonada.

La pobreza, la prostitución, la cárcel por arrojar al río a un hijo no deseado, un mundo adverso habitado por seductores y borrachos, antes de un crimen y una huida son algunos de los momentos más intensos de una historia desoladora contada con una técnica expresionista que recuerda mucho al cine alemán de la época en el tratamiento de los claroscuros pronunciados y efectistas y en el trazo de líneas duras y de ángulos agresivos que son una metáfora visual de una realidad agresiva y hostil.

"Estas novelas gráficas mudas – añade Gorka López de Munain en el prefacio-conectaban rápidamente con la cultura popular ya que se difundían con gran velocidad y tenían un hondo impacto. No era necesario saber leer y tampoco demandaban grandes conocimientos: cualquier persona podría disfrutar de estos libros gracias a la capacidad expresiva que sus autores sabían conferir a las obras. Es importante recordar que estas novelas se enmarcan en una época en la que el cine era mudo –hasta finales de la década de los años veinte no empezarán a exhibirse películas con el sonido sincronizado– y los periódicos tenían viñetas muy populares y seguidas en las que por medio de recursos visuales se explicaban noticias o situaciones político-sociales de relevancia. Por tanto, existía un terreno propicio para que naciera este particular género que, años más tarde, desembocaría en la actual novela gráfica."

Santos Domínguez



18 septiembre 2015

La noche y su artificio


Cristina Peri Rossi.
La noche y su artificio.
Cálamo Poesía. Palencia, 2014. 

Amo la noche y su artificio
ausente la luz diurna
brillantes los faros
soliloquio de semáforos
que guiñan sus tres ojos
y parpadean en la inmensidad nocturna
negra como mar, escribe Cristina Peri Rossi en el poema que abre y da título a su último libro de poesía, La noche y su artificio, que publica Cálamo. 

Nocturnos y eróticos, urbanos y lésbicos, los poemas de La noche y su artificio establecen un triple diálogo: con el yo lírico como expresión de una intensa voluptuosidad, con la amante sobre la que se proyecta el deseo y finalmente entre unos textos y otros como piezas de una secuencia amorosa vertebrada sobre la conciencia de la fugacidad y la pérdida.

Esa noche del título, la noche de Barcelona, es el escenario –más espacial que temporal-  de la efusión amorosa, pero también de la soledad y la pérdida. Es la noche bipolar del encuentro y el desencuentro, la noche turbulenta, libre y desordenada, en la que se mueve un personaje lírico tan cambiante y a veces tan confuso como esa noche feroz y sentimental / de emociones intensas y soledades íntimas.

Santos Domínguez

16 septiembre 2015

Manual de español urgente


Fundéu BBVA.
Manual de español urgente.
Coordinador Javier Bezos López.
Debate. Barcelona, 2015. 

Treinta años después de la primera edición y tras siete años desde la anterior actualización, el Manual de español urgente de la Fundéu que acaba de publicar Debate bajo la coordinación de Javier Bezos López llega a su decimonovena edición.

No se trata de una mera actualización, sino de un reajuste imprescindible que representa, como explica en el Prefacio Joaquín Müller-Thyssen Bergareche, una nueva etapa que marca una prudente pero necesaria distancia con la estructura del manual que se ideó en 1985.

Una edición que propone respuestas a los avances tecnológicos y a la revolución permanente en torno a internet y a las redes sociales, que han abierto nuevos horizontes al mundo de la comunicación interpersonal y social. 

Se busca, pues, un equilibrio entre el respeto a la tradición del modelo de trabajo que impulsó la Fundación del Español Urgente (Fundéu BBVA) y la modernidad a la que tiene que dar respuesta la lengua con una gran variedad de mecanismos de adaptación a las novedades del mundo actual:

Un mundo al que la lengua, el español en nuestro caso -añade el Prefacio-, se va adaptando para no quedarse atrás y dar respuesta a los millones de usuarios que, en contra de las voces de alarma que a menudo se escuchan, sí prestan especial atención a la corrección lingüística, pues les va en ello el prestigio que aspiran a tener ante el grupo del que forman parte o al que se dirigen.

Porque así como la lengua actúa como un organismo vivo en su capacidad de adaptación de respuestas rápidas, así también este Manual de consulta rápida es una obra viva, organizada en dos bloques: uno relativo a la redacción –ortografía, puntuación, pronunciación, léxico y estilo, observaciones gramaticales, topónimos y antropónimos además de dos nuevas secciones: una dedicada a la ortotipografía y otra acerca de internet.

Y en ese primer bloque, entre muchas otras, recomendaciones como que se evite el exceso que supone el sesquipedalismo –necesariedad en vez de necesidad- o el defecto de la eliminación de artículos –Llueve en Pirineos- o el error de coordinarlos –Las y los ciudadanos-, el uso de la pasiva y del gerundio o la corrección al adaptar extranjerismos o al incorporar palabras latinas.

El segundo bloque, presentado como un glosario que permite una consulta precisa y rápida, se ha reorganizado -indican los editores- por completo e incluye por orden alfabético la información sobre siglas, abreviaturas, gentilicios, topónimos, mayúsculas, etc., que antes se encontraba dispersa por varios capítulos.

Un apéndice recoge finalmente de manera concisa las novedades de la ortografía académica del 2010. 

Santos Domínguez



14 septiembre 2015

Alfonso Armada. Sarajevo



Alfonso Armada. 
Sarajevo. 
Diarios de la guerra de Bosnia.
Fotografías de Gervasio Sánchez.
Prólogo de Clara Usón.
Malpaso. Barcelona, 2015.

“Contra el olvido, la memoria, por eso libros como esta extraordinaria crónica de Alfonso Armada son tan necesarios”, escribe Clara Usón en el prólogo de Sarajevo, el espléndido libro que edita Malpaso con el diario y las crónicas que Alfonso Armada publicó en El País entre el 19 de agosto de 1992 y el 26 de julio de 1993 como enviado especial a la guerra de Bosnia en el Sarajevo asediado por los serbios y aterrorizado por los francotiradores.

Con una tipografía diferente que permite diferenciar esos dos relatos, el del corresponsal y el del diario, este libro ofrece una doble mirada sobre aquella guerra en Bosnia Herzegovina: una, más exterior, la de la crónica periodística, y otra más íntima, la de las anotaciones del diario. La escritura se convierte así en un refugio, en una forma de vencer el miedo a las bombas y a los francotiradores, pero también en una incursión en el corazón del horror desde una perspectiva global ilustrada con las fotografías de Gervasio Sánchez que se reúnen en el cuadernillo central.

Han pasado más de veinte años, pero la actualidad de un libro como este está doblemente justificada: primero porque en el fondo todas las guerras civiles son la misma guerra y segundo y sobre todo porque a la ignominia de la pasividad durante meses de las instituciones internacionales no puede sumarse la del olvido.

Santos Domínguez

12 septiembre 2015

El domador de zapatos


José Antonio Ramírez Lozano.
El domador de zapatos.
Diputación de Badajoz. Badajoz, 2015.

A Patiño nada le hacía más ilusión que unos zapatos. Aún recuerda aquellos prestados de la primera comunión.

Esa primera vez que el protagonista calza unos zapatos, aunque fueran ajenos, el 20 de mayo del cuarenta y cinco, es el punto de partida de El domador de zapatos, una novela corta o un cuento largo con el que José Antonio Ramírez Lozano vuelve a acreditar su solvencia narrativa y ese gusto por contar que caracteriza toda su obra, incluso la poética.

Pero además de una evocación de la posguerra de alpargatas de esparto, El domador de zapatos contiene una mirada comprensiva hacia la condición humana, propensa a la insatisfacción y a la envidia. Envidia no sólo la menor del muchacho que vive de prestado como una horma humana mejor que la del maestro zapatero Tranquino al que lo encomienda su madre, sino la de Antonino, el niño rico y gordo, que envidia las alas que tiene Patiño en los pies para bailar.

Ese muchacho de andares patosos de palmípedo acabará arrastrando babuchas antes de que se produzca el milagro final que hay en todos los cuentos. También en este que tiene algo de Cenicienta vuelta del revés.

Santos Domínguez

11 septiembre 2015

Pedro Luis Casanova. Fósforo blanco


Pedro Luis Casanova.
Fósforo blanco.
La Isla de Siltolá. Sevilla, 2015.

He aquí el poema: 
su palabra es imagen que oímos,
lo que queda del ser
cuando nada resiste
y el olvido asume realidad y tiempo:
es su tacto en la desolación
lo que emociona y nos salva de las rejas del frío. 

Esos versos pertenecen a Aguas madres, uno de los poemas con los que Pedro Luis Casanova fabrica los materiales poéticos de Fósforo blanco, que publica La Isla de Siltola en su colección Tierra.

Es el tercero de los libros de un poeta que alcanza aquí una sólida madurez, el dominio de una poética que queda delimitada desde el primer verso del libro: 

Cierro los ojos, abro la mirada.

Porque frente a la insoportable levedad de la palabra y frente al juego de ingenio con el que algunos confunden la poesía, la consistencia estética y la exigencia ética de la propuesta de Casanova transforman en fuego, no en juego, una poesía en la que conversan la compasión y la lucidez de la denuncia, la dureza expresiva y el hallazgo verbal, el dolor y la memoria como centro de la identidad.

Porque el poeta sabe desde antes de escribir ese primer verso que cuando abra los ojos y cierre la mirada dará paso al engaño, a una memoria que miente cuando aniquilados los recuerdos / comienza la visión de lo que nunca ha sucedido.

Ese es el verdadero eje de este Fósforo blanco: la construcción de la identidad a base de una intensa excavación en la memoria, con una labor de minero en busca del origen, en busca del fondo de sí mismo, de su identidad. Infancia y confesiones a través de una iluminación en lo hondo: 

Dime al fin
quién soy; si acaso no soy yo quien arde
sin voz en estas sombras: cal y hollín
cuya miseria en paz sin paz respira.

En medio de un teatro de sombras se levanta la voz potente y la mirada visionaria de un poeta que es profesor de Física y Química y autor de un libro torrencial que arrastra al lector con el alto voltaje de su palabra. 

Como en los procesos químicos, la memoria funciona en estos poemas como un reactivo que devuelve transfigurada la realidad, como en los primeros versos de Alquimia, el poema que cierra el libro:

Vuelcas
una sobre otra la materia
de los tubos, la íntima violencia
que pudiera estallar en los matraces: una ciencia rendida
cuando late en tu luz la ceremonia de lo ausente.
Y analizas
los posos, no con la intención del farmacéutico o la curandera
por salvar la tragedia que en la piel de la palabra
se revela.

Revelación de la memoria propia y de la colectiva a través de iluminaciones y hallazgos que recorren este explosivo y quemante Fósforo blanco, un libro muy bien construido sobre una pensada estructura ternaria -tres partes de 9 +9 + 3 × 3-, sobre la que se levanta la memoria que abrasa como la quemadura que provoca el fósforo blanco:

Nada es sin el candil
que proyecta en mi cara
los barrotes del tiempo.
Nada.

Sólo la luz de una campana ardiendo.

Luz blanca de revelaciones que alumbran un libro en el que se perciben, como señala Juan Carlos Mestre en su prólogo, “huellas de una travesía por el sufrimiento y el desamparo, pero huellas también de un definitivo regreso a la casa ética adonde el fulgor y la fiebre son algo más que la suma de todas las partes del fuego. Hay iluminación de los confines en este libro literalmente extraordinario, nuevo en su intacta propuesta de dificultad y averiguación, de excavaciones en la exterioridad del ser y de ávida intimidad trascendida de su propia experiencia.”

Es la experiencia reconstruida de una primera persona que acaba invocando al otro y proyectando su ambición expresiva y su mirada crítica sobre la realidad española, tan solanesca aún:

Buscad en la pintura ese hondo calabozo de profetas:
ah, resplandor que no nos guía
hacia el linaje de lo claro ni lo hermoso,

escribe en el Homenaje a Gutiérrez Solana, uno de los mejores textos de un libro lleno de cimas como los espléndidos En la catedral de Jaén o Canción de Viernes santo, dos poemas centrales del libro.

A este último pertenecen estos versos admirables:

Entras al ojo de la noche con las suelas mojadas.
Tu corazón, sobre los estatutos de un sueño vigilante,
llora mordido por la lluvia:
Y esta ciudad sin cruz, ni pueblo, ni pasado.
Hoy llueve contra ti,
contra la estampa a cuyo olvido huyes
como se incendia una locura
del secreto que amaste y nunca,
ante nosotros consumó su verdad.

Santos Domínguez

09 septiembre 2015

Alfredo Rodríguez. La pasión de la libertad


Alfredo Rodríguez.
La pasión de la libertad.
Nuevas conversaciones en París con José María Álvarez. 
Ediciones Ulises. Sevilla, 2015.

Vivir solo para celebrar la belleza se titula el capítulo central de los siete en los que Alfredo Rodríguez ha organizado La pasión de la libertad, el nuevo libro en el que se reúnen sus conversaciones con José María Álvarez. 

Tras Exiliado en el arte, que publicó Renacimiento hace dos años, esta segunda entrega, que aparece en Ediciones Ulises, profundiza en los temas, los libros, las concepciones estéticas y las actitudes éticas del autor de Museo de cera, que se podrían sintetizar en el título de ese capítulo. 

Vuelve a brillar en estas páginas la inteligencia polémica de José María Álvarez y la capacidad de Alfredo Rodríguez para indagar en lo más hondo de la vida y la obra de su maestro reconocido con un conocimiento de su poesía que hace de este volumen un libro indispensable para acercarse a un mundo literario tan peculiar como imprescindible.

La complicidad entre los dos interlocutores hace que esta obra vaya más allá de la mera reunión de conversaciones para convertirse en un análisis riguroso de los motivos y las claves literarias sobre las que se levantan los libros y los poemas de José María Álvarez.

Santos Domínguez

07 septiembre 2015

Miguel Naveros. La derrota de nunca acabar



Miguel Naveros. 
La derrota de nunca acabar.
Narrativa Bartleby. Madrid, 2015

Es el primer volumen de cuentos que publica el poeta y novelista Miguel Naveros con once relatos sobre la memoria de los derrotados en la guerra civil agrupados en La derrota de nunca acabar, que edita Bartleby en su colección de narrativa.

Once relatos que, como explica su autor al final del libro, tienen su origen en la fascinación que desde su infancia ejercieron en él las historias que contaban su padre y sus amigos, que se consolaban de su condición de derrotados con el ejercicio del recuerdo y el relato.

De esa memoria oral de la guerra y la posguerra de los vencidos se nutren estos cuentos de exilios y de pérdidas, de derrotas y resistencias con los que Naveros reconoce la deuda que tiene con quienes perdieron la guerra, pero no la memoria oral que hizo suya el autor de estos cuentos.

Once textos protagonizados por once personas que se llaman Miguel en los que conviven la ficción y la realidad, la narratividad y el lirismo con una enorme variedad de enfoques y formas: desde el relato clásico a las escenas dialogadas, desde una entrevista de periódico a un monólogo o a la carta abierta del relato que da título al conjunto. O un fragmento de las memorias de un poeta llamado Miguel Naveros en un relato titulado significativamente El triunfo de la derrota.

Para que la memoria de la derrota se imponga sobre la derrota de la memoria y sobre el olvido.

Santos Domínguez

04 septiembre 2015

Santiago Montobbio. Hasta el final camina el canto


Santiago Montobbio.
Hasta el final camina el canto.
El Bardo. Barcelona, 2015.

Tras veinte años de silencio, Santiago Montobbio escribió en 2009 una asombrosa cantidad de poemas: cerca de mil textos acumulados compulsivamente como un poseído por la palabra y el ímpetu creativo, en un proceso de escritura febril que había empezado en primavera y se repitió en el verano y el otoño hasta casi completar ese millar de poemas del que este tercer volumen recoge una cuarta parte, la que se compuso entre el 31 de julio y el 17 de agosto. 

Publicados ya dos tomos bajo el título La poesía es un fondo de agua marina y Los soles por las noches esparcidos, esta tercera entrega -Hasta el final camina el canto-  recoge casi doscientos cincuenta textos de esa escritura torrencial y volcánica, unidos con los anteriores no sólo porque responden a un mismo momento creativo y a idéntico ímpetu, sino porque insisten en la exploración de temas y actitudes que Santiago Montobbio había mostrado en ellos.

Por ejemplo el equilibrio entre la mirada exterior y la interior, que se anuncia como resumen y obertura en los primeros versos del libro:

No hay casi biografía. Todo
sucede por dentro.

Y  a partir de ahí, una serie de líneas de fuerza que vertebran temáticamente el libro: la perplejidad de la mirada ante la irrupción del misterio, el destello de la revelación en el paisaje, la evocación del pasado y el constante discurrir de lo exterior a lo interior, de la reflexión personal al diálogo con los otros, de las playas y los pinares a la conciencia de la temporalidad o al sentido revelador del lenguaje y la reivindicación de la poesía como forma de consuelo y de conocimiento, como actitud interrogativa ante el mundo en textos como este:

¿ADÓNDE LLEGO? ¿ADÓNDE VUELO? 
¿Adónde soy? Adónde, a nada, 
a nadie, al todo hecho astillas 
en que canto y en que me vivo. 
Llego, vuelo y soy. Arribo, alcanzo. 
Hiero. Tiemblo. Y pueblo el mundo 
de adioses y miradas 
y enredaderas que trepan por la nada 
adonde me cifro y llego, en donde 
soy respiro y aliento íntimo 
de una herida última 
en la que la palabra germina. 
Su desierto me nombra y me calcina. 
Por él yo avanzo. Y mientras ando 
o canto me deshago. Así 
te llegan mis huesos, o así 
te los entrego. Un firmamento 
de misterios. 

Tiempo y verso como ejes que se anuncian desde el mismo título con el final y el canto. Lo resume así el poeta en su nota introductoria:

“Porque está el final con esta conciencia y de este modo, como ha de estar en la poesía: como horizonte y anhelo, como búsqueda infinita y que no termina y que por eso mismo hasta allí va y camina, hasta el final, la raíz o la fuente, que es también el fondo de agua marina que dice que es la poesía el primer libro y los soles por las noches esparcidos de los poemas el segundo, y tras ellos y para completarlos y continuarlos solo decir y añadir con ello una verdad: Hasta el final camina el canto.”

Así el canto de camino hasta los versos que cierran el libro:

No vuelven las sombras. Con los días y los poemas 
se van, y vienen otras. Son también sombras, 
pero otras. La música de las palabras 
las retrata, y se suceden como un río 
cuya agua es una soledad en la que canta.

Santos Domínguez

02 septiembre 2015

The Woods




The Woods.
Volumen 1. La Flecha
Creado y escrito por James Tynion IV.
Ilustrado por Michael Dialynas.
Colores de Josan Gonzalez.
Diseñado por Scott Newman.
Medusa Cómics. Madrid, 2015.

Creado y escrito por James Tynion IV (Batman Eterno) e ilustrado por Michael Dialynas (Amala’s Blade), La Flecha es el primer volumen de The Woods, en el que se recopilan los cuatro primeros números de esta serie, con la que la editorial Hidra lanza en España un nuevo sello de cómics, Medusa Cómics, orientado al público adulto con la intención de sacar unos veinte títulos al año de editoriales americanas.

The Woods  se inicia el 16 de octubre de 2013, cuando centenares de estudiantes y profesores del Instituto Bay Point de Milwaukee desaparecen sin dejar rastro para ser trasladados en el espacio y en el tiempo: a incontables años luz de distancia y más allá de los límites del universo conocido.

Medio millar de personas situadas en medio de un bosque primigenio en una inquietante aventura de supervivencia narrada con solvencia y sentido del ritmo y dibujada con una extraordinaria calidad plástica.

Santos Domínguez