Mercedes Roffé.
Carcaj : Vislumbres.
Vaso Roto. Madrid, 2014.
Entre este comienzo:
en sueños
contempla la maniobra
incierta
de algo / alguien
más allá de lo humano
o aún por serlo
y este final:
ser
espuma, túnel, viento
ley de los llanos cúpula
germinal
en que resuena, armónica
la nada
sobre el murmurante encaje
de la noche
los poemas de Carcaj : Vislumbres, de Mercedes Roffé (Buenos Aires, 1954) que publica Vaso Roto invitan al lector a visitar un ámbito intransferible habitado por una voz poética que los construye en un arriesgado ejercicio de funambulismo por un incierto lugar intermedio que levanta puentes sobre el abismo, entre el sueño y la vigilia, entre lo real y lo irreal.
Afilados como las flechas del carcaj, evanescentes como si los dictara un sueño, los textos de Carcaj : Vislumbres, dotados de una aguda conciencia perceptiva, excavan siempre en lo hondo, vislumbran el espacio sonámbulo de las revelaciones.
Recortados y exigentes, los versos breves de este poema-libro, de intensa carga verbal y depurada contención expresiva, dibujan un mapa interior a través de alusiones simbólicas –niebla o bosque, playa o nieve, buque o estepa-, trazan con su certera agilidad una trayectoria que explora en lo hondo, en los límites del sentido y el conocimiento, son una inmersión en lo oscuro, la reconstrucción de un sueño con su lógica onírica y su sincopada sintaxis de yuxtaposiciones desde un tiempo sin tiempo, desde el tiempo interior de la conciencia.
Organizado en las dos partes que la autora delimita explícitamente y deja sugeridas en las dos palabras del título, Carcaj : Vislumbres construye un discurso poético alejado de toda narratividad, pero tocado de una intensa emoción transitiva que, más allá del mundo percibido, alude al mundo intuido, entrevisto y vislumbrado, ese rumor que vence y se despliega / súbito / sonámbulo / oblicuo / renuente / : / huyente arquitectura / música extrema
Consciente de que la poesía se hace con palabras, no con ideas, Mercedes Roffé levanta en este libro un sólido edificio verbal a partir de unos textos que fundan su propia realidad, que son una forma de conocimiento, un descenso al origen y al fondo opaco de la noche, tanteos en la sombra en busca del sentido de un sujeto poético que se va construyendo -crece en silencio / no perturbes / la transformación / del pez- a medida que encuentra su lugar en el mundo, su tonalidad verbal, su conciencia propia a partir de una mirada hecha de palabras. Una mirada como la que evocó Octavio Paz cuando escribió: “No veo con los ojos, las palabras son mis ojos.”
Poesía emparentada con la poesía del silencio y su ambición metafísica que prescinde de lo figurativo y va más allá de la mera transcripción de la realidad o de la descripción de experiencias racionales –no preguntes / por aquello que se halla / más allá de la razón- para convertirse en un viaje al otro lado, a lo que se vislumbra detrás de la niebla, tras la estela luminosa y elíptica que dejan los poemas sagitarios de este carcaj de imágenes que iluminan las sombras con su estrategia interrogativa hasta que
tras el alba
o
los rumores del viento amanece
—diáfano
leve
pertinaz—
un sujeto y su verbo
Santos Domínguez